Capitulo 2

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Me levanté con todo el cuerpo adormecido. Al mirar la hora vi que hoy era 9 de septiembre, mañana iba a empezar 4° de ESO.

Estaba impaciente porque, como pasaba casi todo el día en el instituto, escapaba de mi madrastra.

Me levanté y me fui a mi habitación de puntillas, no estaba segura si la bruja seguía dormida, pero era mejor ser precavida.

Allí me vestí en completo silencio, antes de salir por la puerta me miré al espejo de cuerpo entero que había al lado de la puerta.

Yo no era ni alta ni baja, medía 1.70, era bastante delgada. Mi pelo castaño era rizado y caía sobre mis hombros. En momentos como este, cuando mi padre no estaba, mis ojos grisáceos reflejaban, sin mi voluntad, la tristeza que sentía y mi dolor.

Salí a la calle, cuando mi padre no estaba, a mi madrastra la daba igual lo que hacía. Poco la importaba si me atropellaba un coche o si me robaban algo.

Fui al centro comercial a comprarme algunas cosas para la vuelta al instituto. Me compré una nueva mochila, unos cuantos cuadernos, lápices y demás cosas necesarias.

Al volver a casa, mi madrastra me recibió con cariño. Algo muy extraño en ella.

-Maddi, cielo. ¿Has acabado de comprar?

-S... Si. -dije yo, asustada por la nueva actitud de la bruja.

Al llegar al salón observé el porqué de todo eso.

-Maddi. ¿Qué tal todo? -Allí estaba sentada mi tía, la hermana de mi padre. Por eso la buena actitud de la bruja.

-Bien tía. ¿Y tu?

-Bien, bien. Oye Maddie, quería preguntarte si querías venir una temporada a mi casa.

-No puede, mañana empezará el instituto. -interrumpió mi madrastra. Me di cuenta de que si yo me iba con mi tía, mi padre ya no le enviará dinero a la bruja, por eso ella me quería cerca. Para aprovecharse de mí. Quería irme con mi tía, pero al ver la mirada de mi madrastra desheche la idea de oponerme.

-Tiene razón, yo... Mañana empezaré el instituto y debo... Mantenerme cerca de mi madre. -pronuncie esta palabra con asco. Ella no fue, no es y nunca será mi madre.

-Vale cariño.

Mi tía se quedó un rato más y se fue. Nada más salir por la puerta, mi madrastra dejó de hacerme caso.

Fui a mi ''habitación'' (también llamada trastero).

Preparé mi mochila para mañana y me encogí en el suelo intentando dormir. Pero en lugar de dormir,navegue dentro de mis pensamientos.

Me acorde de mi madre. Ella era lo único que me mantenía con vida. Al principio pensé que todo fue un accidente, que mi madre se confundió, pero al leer aquellas malditas cartas me di cuenta de la cruda realidad.

La que se hacía llamar mi madrastra era en realidad un monstruo. No podía llamar de otra manera a la que había podido matar a su propia mejor amiga.

Si por lo menos hubiera conservado las cartas, habría tenido una prueba y habría podido desenmascarar a esa bruja, pero me las quitó aunque yo las tenia grabadas en la mente. Cada frase, cada palabra, cada letra y cada sentimiento y dolor.

Antes de poder repasarlas en mi cabeza me dormí y lo último que recuerdo es el bello rostro de mi madre sonriendo. Era muy guapa.

Una Cenicienta ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora