Capitulo 15

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-¿Entonces es verdad?

Me quedé en shock cuando le vi, él se había enterado de todo. Aunque...

En parte eso es lo mejor ¿no?

-Carlos, yo...

-No entiendo por qué no me lo contaste -me interrumpió. -Joder Maddi, sigo sin entender por qué no confías en mí.

-Escúchame -dije tratando de explicárselo.

-No. Me e hartado de escuchar tus estúpidas excusas. Dices que me quieres pero a la hora de la verdad no confías en mí. Siempre dices que actuare igual que Adrián pero no me conoces, y no quieres conocerme. Maddi yo te quiero -dijo acercándose a mi -Pero sólo te pido una cosa: confía en mí.

-Carlos... Yo quería contártelo cuando estuviera preparada. -le dije evitando su mirada. -Sí que confío en ti, y veo que no eres igual que Adrián pero... Entiendeme, no puedo volver a confiar tan fácilmente en un chico. Y... Cuando pasó lo de Adrián... Pensé que nunca más me volvería a enamorar pero tu lo conseguistes -le dije mirándole a los ojos.

-Wow, ¿qué ha pasado aquí? -dijo Theo entrando y destruyendo cualquier indicio de romantismo.

-Hola. Soy Carlos, el... -le pegué un codazo disimuladamente -... El amigo de José y Maddi.

-Hola soy Theo.

José consiguió llevarse a Theo a la habitación mientras yo conducía a Carlos a la puerta.

-Carlos... Perdoname por no contarte mi historia. -le dije dándole un suave beso en la boca.

-No pasa nada, amor. Perdón por... Exagerar.

Nos despedimos en la puerta con un apasionado beso y con la promesa de vernos mañana, a lo que yo entré en mi casa.

Subí a la habitación de José y me dispuse a pasar tranquila lo que quedaba de noche.

-¡¡Maddi cuidado!! -gritó Theo empujandome. Estábamos jugando al baloncesto en la habitación de José.

Caí sobre la cama y me levanté inmediatamente para coger el balón. Por desgracia los otros dos pensaron lo mismo así que ahí estábamos los tres, dos chicos y una chica, luchando por un balón.

Hasta que se oyó la llave en la puerta de entrada, los tres corrimos para apagar la luz, por desgracia ya se oían los tacones subir por las escaleras así que a mi no me daba tiempo a llegar hasta mi habitación.

Me escondí bajo la cama rezando para que a la bruja no se le ocurriese entrar en mi habitación. Aunque nunca lo hacía así que no había peligro.

**Día siguiente **

Me dirigí hacia el instituto con José. A partir de mañana Theo iba a ir a nuestro mismo recinto, eso ponía las cosas peor para mí.

Al entrar en clase Carlos vino hacia mí y se dispuso a darme un beso, ya llevamos saliendo 1 semana, pero yo giré la cabeza.

-¿Qué te pasa, Maddi? -preguntó extrañado.

-Carlos... Tenemos que hablar.  -dije nerviosa. -Vamos un segundo al patio.

Nos dirigimos al patio, yo tenía un nudo en la garganta, pero debía hacerlo. Yo... No quería ser una puta.

-Carlos... A mi me gustas pero creo que... Debemos... Darnos tiempo. Será lo mejor... Creo que no tendríamos que estar juntos. Lo siento. -dije intentando sonar como si me creía lo que decía.

-¿¡Qué!? -gritó -Maddi, debes estar de coña no?

-No... Yo lo siento -agaché la cabeza para no verle la cara.

-Vete a la mierda. No sé ni por qué me fijé en ti. Eres una mimada que va de chico en chico. -dijo, me atreví y levanté la cabeza para mirarle a los ojos. Reflejaban dolor, confusión y furia.  -Joder pero ni siquiera te he hecho algo malo.

Se fue corriendo pero volvió sobre sus pasos y me tiro algo al suelo.

-Hoy íbamos a cumplir una semana, y como soy tan imbecil y te quiero te compre un regalo. Sabía que no debía confiar en ninguna chica y tu eres tan falsa que ayer me dijistes cosas que no sentías ni de lejos. Te odio, lo digo de verdad Maddison.

Esta vez sí que se fue, me agaché y recogí el regalo. Era una caja de terciopelo roja dentro había una pulsera con mi nombre, Maddi, y por detrás la fecha en la que habíamos empezado a salir Carlos y yo.

Me dolía el corazón al haberle dicho eso, pero era lo único que podía hacer. Me senté de rodillas y empecé a llorar, soltando todo lo que tenía dentro. Todo por culpa de esa bruja, todo por culpa de Theo.

Carlos... Te hecho de menos, susurré.

-¿Maddi? Tranquila todo tiene una solución.

-No, Jose, esto no. Carlos era el chico perfecto y yo lo acabo de dejar ir.

-Maddi, deberías haberle dicho la verdad. Seguro que lo hubiera entendido. Como tu historia.

-¿No podrías hablar con Theo y convencerle de que no? -le dije con una mínima esperanza.

-Lo siento pero si tu madrastra me descubre... Lo siento en serio Maddi. - Ya... Daría cualquier cosa por tener otra vida. -de pronto vi a Carlos dirigiéndose hacia la clase. Fui corriendo detrás de él para explicarle todo.  -Carlos, Carlos. Porfavor escúchame.

-¿Quién eres? No te conozco. Niña mimada, tengo que ir a clase, dejame en paz.

Genial Carlos actuaba como si no me conociese, me senté otra vez en el suelo y me puse a llorar. Llorar es de débiles pero yo me siento débil sin Carlos. Todo por culpa de...

Una Cenicienta ModernaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora