2. Realidad

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—Te extraño en todo momento. Jord dice que debo dormir o a veces se enoja y me manda a ducharme y yo sólo quiero quedarme aquí contigo. Porque sé que en algún momento abrirás tus ojos y volverás a estar conmigo. Volveremos a reírnos, volveremos a besarnos y nos amaremos para siempre. Yo quiero ser tu final feliz, quiero hacer que todo esto duré toda la eternidad, te juro que después de ese final que le daremos a esta época de nuestras vidas, todo será para mejor. Estaremos juntos, yo no me he ido Oli.—La voz de Kellin se oía lejana. Él estaba bien así que decidí abrir mis ojos para verlo, pero él no estaba ahí.

Una fuerte presión apareció en mi pecho. Kellin no estaba pero juro  haber escuchado su voz. Odio esto, odio que siempre algo nos separe.
Decidí levantarme de la cama y me encaminé al baño. Ya podía abrir ambos ojos aunque mi ojo izquierdo seguía de un color morado tan oscuro que parecía negro, al menos se estaba curando. Y mi labio inferior estaba muchísimo mas deshinchado así que procedí a quitarme mi piercing.

Me apoyé contra el lavabo y abrí la boca. Tuve que girar la pelotita que terminaba de ajustar en piercing, casi sentía que estaba apretujando mi propio labio. Costó pero al final quité la pelotita y tuve que forzar el piercing para abrirlo más y así si poder sacarlo. El piercing contribuía a que me duela aún más el labio, creo que ya no debería usar cosas así, no cuando me estoy por morir cada dos días.

Dejé el piercing encima del lavabo y procedí a hacer esas cosas que se hacen en el baño. Y cuando salí, fui a la habitación a abrigarme y a ponerme los borcegos. Se supone que hoy vuelvo a la academia así que fui a buscar a Thomas. Esperaba encontrarlo antes de que me encuentren sus padres, sería muy incómodo tratar con ellos sin Thomas.

Y en cuanto salí de la habitación, estornudé. Odio mi vida. Creo que si me había enfermado.
Camimé hasta la otra habitación y la puerta estaba abierta de par en par, y en la cama pude ver un bulto perfectamente circular.

—Thomas.—Susurré para despertarlo suavemente.

El bulto no se movió así que decidí acercarme haciendo poco ruido. La habitación en la que estaba Thomas era exactamente igual a la otra, sólo que en vez de una cama grande, tenía una pequeña.

—Thomas.—Le dije y apoyé mi mano en donde creí que estaba su cabeza. Él se removió un poco y se destapó justo del lado en que yo lo había tocado.

Thomas tenía sus ojos cerrados, su cabello estaba desordenado y la expresión de su rostro era la de alguien que aún seguía durmiendo.
—Oli… Son las tres de la mañana.—Murmuró con voz ronca y entreabrió sus ojos con pereza.

—No es verdad. Ya salió el sol, ¿Quieres decirme en dónde queda Medianoche? —Le pregunté y en ese momento di un paso atrás al sobresaltarme porque Thomas se había sentado rápidamente.

—Cierto. Hay que ir al castillo.—Rápidamente se levantó de la cama y se dispuso a tender las sabanas. Thomas estaba usando un pijama de color celeste con rayas verticales blancas, era un conjunto de camisa y pantalón y traía unos calcetines de color azúl— Oliver, salte de la habitación, voy a tener que vestirme.

—Ah sí. Lo siento.—Le dije y caminé para salir de la habitación. Entonces me encaminé hacia la sala. La verdad es que estaba algo perdido si Thomas no estaba a mi lado.

Y al llegar a la sala pensé que iba a encontrarme con los padres de Thomas, ya debían de haber llegado creo, pero no era así, ¿Ellos habrían salido de viaje? Digo, Thomas se ve muy pequeño como para quedarse solo sin sus padres.

Entonces miré las fotografías que estaban en los portarretratos. Eran todas la replica de la misma, esa pareja de los 70’ sentados detrás de una mesa, muy sonrientes. Y esto se me hacia cada vez más extraño porque la casa estará decorada 100 veces con la misma fotografía. Algo no marchaba bien.

—Ya estoy.—Dijo Thomas detrás de mí y yo me sobresalté otra vez y giré a verlo. Thomas ya estaba vestido. Usaba los mismos borcegos cafés, unos jeans, un suéter de lana beige y una campera a cuadros gris y azul con una capucha. Además llevaba el mismo gorro gris que ayer— Voy a la cocina y vuelvo.—Dijo y rápidamente comenzó a caminar hacia la cocina.

Éste chico era cada vez más extraño, y me daba mucha pena, ósea antes me habría asustado pero ahora me siento mal, creo que está solo. Creo que sus padres no volverán, ¿Hace cuánto los está esperando?

—Listo. Mira, tenemos cereales. Les tuve que echar azúcar porque son muy amargos pero saben bien igual, aún están crujientes.—Dijo Thomas mientras sacudía un tuper. Tenía puesta su mochila y traía su cuerda atada a en una correa de su mochila.

—Genial.—Le dije y le sonreí un poco.

Thomas se acercó más a mí y yo me tensé. Él abrió más sus ojos mientras observaba mis labios.
—Te sacaste el lipstick sin mi ayuda.—Murmuró. Y yo asentí con mi cabeza— Te ves mejor sin tantos golpes encima, niño deforme.—Me dijo y yo solté una risa. Eso parecía un cumplido, un muy extraño cumplido.


Después de eso salimos de la cabaña y realmente pienso que tengo un problema con el agua porque me marea mucho observarla. Por ejemplo el pequeño arroyo junto a las cabañas me dan nauseas. Pero en fin, íbamos caminando por el bosque y gracias a un milagro, no sentía tanto dolor, era a penas tenue y podía caminar libremente.
Nos hacíamos camino entre los árboles, en un momento Thomas agarró una rama de un árbol y la iba arrastrando levantando las hojas cafés que estaban tiradas en el suelo. Sólo se escuchaban los crujidos que hacían nuestros pasos.
Por suerte la mañana estaba soleada, aunque estaba fresca, pero no había viento.

—Ten, ábrelo y come.—Me dijo Thomas mientras me pasaba el tuper. Él seguía caminando mientras arrastraba su rama.

Yo extrañamente no sentía hambre ni sed como ayer por la noche pero debía aprovechar, así que abrí el tuper y agarré un puñado de cereales.

—Y… ¿Qué les sucedió a tus amigos? ¿Por qué debes ir a buscarlos? —Me preguntó Thomas algo distraído.

—Si te lo contara no me lo creerías. Pero prácticamente unos tipos se metieron en la academia y empezaron a destrozar todo… Y a todos.—La última parte la dije con un tono de voz más bajo y metí los cereales en mi boca.

—Qué extraño.—Dijo Thomas.

Cuando hube terminado de comer agarré otro puñado. Esos cereales estaban buenos.
—¿La violencia sin razón te parece extraña? —Lo miré y Thomas a mí y negó con la cabeza.

—Siempre hay razones para utilizar la violencia. Ya sea para conseguir algo a la fuerza o por simple gusto, la violencia siempre ha existido y siempre existirá.—Respondió con su particular tono inocente y siguió caminando pero esta vez iba frente a mí.

—Es basura. La violencia jamás se justificará.—Le dije y metí más cereales a mi boca. Ahora veía a Thomas golpeando los árboles con la rama que llevaba en la mano.

—No te creas que las razones la justifican, sólo digo que te equívocas cuando dices que es “violencia sin razón”, lo que quiero decir es que siempre hay una razón pero que tú no sepas verla es algo diferente.—Me dijo. Y dejó de golpear los árboles para detenerse y esperarme. Entonces empezamos a caminar a la par— Por ejemplo, imagina que vives solo con tu padre y económicamente les va mal. Tu padre debe trabajar muchas horas y te paga los estudios. Imagínate que un día tú tuviste un mal día, el transporte te dejó tarde en el instituto, igual te pusieron falta y cuando volviste a tu casa te agarró un aguacero y se te mojó el dinero que llevabas para hacer las compras. Le dices eso a tu padre y entonces ambos discuten por el dinero.—Me dijo.

—Pero esa pelea no tendría sentido. Si me agarra la lluvia y moja el dinero no sería mi culpa.—Le dije.

—Pero ahora tú piensa en esto. Tu padre está estresado y cansado. Trabaja muchas horas, no tiene tiempo para hacer nada que le guste, quizás su vida es muy rutinaria y ya se ha olvidado que antes tenía pasatiempos y sus sueños están todos olvidados porque no los ha realizado. Está solo. Porque como te dije en la suposición, están ustedes dos solos, y aunque estés tú, no le puedes dar el cariño que le daría una mujer. Y no hay nadie que lo ayude, él lo daría todo por ti y sin pedirte nada a cambio. Y que una cosa, aunque sea minúscula, te salga mal cuando su vida de por sí le está saliendo mal, entonces lo altera, pierde el escaso equilibrio que tenían y pelean.—En ese momento Thomas y yo nos miramos— Eres egoísta Oliver, pero te falta crecer porque eres un niño.—Después miró al frente y seguimos caminando.

—No soy egoísta. Sólo no me detuve a pensarlo en profundidad.—Me defendí. Quizás Thomas tenía razón, a veces me hace sentir realmente inmaduro.

—Igual es difícil pensar en profundidad naturalmente. Los instintos nos hacen egoístas y superficiales, y eso tampoco está mal. Si no fuésemos egoistas moriríamos. Además vivimos para quitarle al mundo lo que le pertenece.—Thomas se detuvo abruptamente y cambió de dirección mientras caminábamos— Pero nosotros le pertenecemos al mundo.

—¿Vamos bien, o algo así? —Le pregunté mientras lo seguía.

—Por supuesto.—Respondió. Thomas estaba inexpresivo.

—¿Cuántos años tienes? —Le pregunté y agarré un puñado de cereal.

—15, ¿Y tú? —Me miró un momento y sacó cereales del tuper, después los comió.

—18.—Respondí y comí mis cereales. Thomas soltó una risa y sonrió grande.

—Eres muy tonto para tener 18.—Dijo y yo fruncí el ceño.

—Todos me dicen que soy muy listo para mi edad.—Me defendí y le pasé el tuper.

—Si tú decides creer las mentiras entonces está bien. Siempre busca la felicidad.—Respondió Thomas y siguió comiendo cereales. Y yo solté una risa por eso.

No tuvimos que caminar mucho para que Thomas me diga que oficialmente nos perdimos y antes de que yo sufriera un ataque de pánico, él señaló el imponente castillo a la distancia. Entonces comenzamos a caminar más rápido. Mi corazón había empezado a latir más rápido, estaba realmente ansioso por buscar a Kellin, de verdad estaba tan cerca que a penas podía creerlo.
Pero algo estaba muy mal cuando llegué. Medianoche estaba impecable y sé que suena extraño y debería sentirme feliz por encontrarla pero hace dos noches cuando era arrastrado hacia el bosque, el castillo estaba cayéndose a pedazos, entonces era muy extraño que de un día para otro estuviese tan perfecta y sin un rasguño, aunque sí tenía los pastizales crecidos a los lados y con hiervas. Pero estaba ahí, así que me apresuré para entrar.

El imponente edificio estaba frente a mí, con sus enormes paredes de piedra, sus techos altos y oscuros, las gárgolas posándose a los lados de las torres, en los alféizares de las ventanas. Pero Medianoche ya no asustaba, ya no causaba ansiedad, sólo me producía una enorme sensación de vacío. Era como cuando conoces un lugar de memoria pero ese lugar aunque siga igual se te hace irreconocible, como si no fuese el mismo. Pero era Medianoche.

Cuando abrí la enorme puerta principal, miré directo al corredor. Estaba todo inundado de luz solar, Medianoche ya no se veía siniestra.
Mis pasos hacían eco y los de Thomas que caminaba al lado mío.

Los suelos bordó, las enormes paredes estaban ahí pero no estaban los casilleros, no estaban las armaduras decorando los lados. Todo estaba tan vacío.

Thomas dejó que yo caminara por delante y lo primero que hice fue correr hacia el pequeño pasillo en donde había quedado atrapado Kellin la última vez que lo vi. Kellin, Justin, Jordan y Andrew. El lugar donde vi por última vez a Micky, el lugar en donde murió Denis. Sentí unos escalofríos recorrer mi espalda, un nudo en la garganta formándose y una sensación enorme de extrañeza.
Llegué al corredor y solté una risa entre amarga y sarcástica. Todos estaba en perfectas condiciones, el techo no estaba derrumbado, no habían indicios de que se hubiese prendido fuego, como si nada hubiese pasado jamás.
Miré hacia el techo, no habían señales de que lo hubiesen reparado en ningún momento.

—¿Tus amigos se fueron sin ti? —Preguntó Thomas. Y yo negué con la cabeza y me volteé a verlo.

—Está todo muy extraño. Faltan muchas cosas, antes de ayer todo el techo de este lugar se había caído y ahora está todo excelente. Como si nunca hubiese pasado.—Miré hacia la pared, exactamente en donde habían quedado atrapados mis amigos… Y Kellin, ¿Kellin se fue sin mí? ¿Acaso no creía que volvería por él? ¿Y si murió?
Temblé y bajé la mirada. No comprendía que sucedía, ¿En dónde estaban todos?

—¿Te dejaron solo? —Me preguntó Thomas.

Joder, se ponía tan pesado con sus estúpidas preguntas. Inmediatamente me giré a verlo y fruncí el ceño.
—No me dejaron solo.—Le dije en un tono tajante y caminé hacia el pasillo principal para ir a las escaleras de caracol que me llevarían hacia las torres. Thomas me seguía, aún así lo dejé. No podía decirle que se vaya después de que me había ayudado.

Me costó subir las escaleras pero no importaba, necesitaba encontrar un rastro de Kellin o de Justin. Algo que me dijera que pasó con ellos. Llegué al pasillo de las habitaciones y corrí rápidamente hasta mi habitación que estaba casi en la entrada de la escalera. Abrí la puerta y me encontré las camas de madera totalmente desnudas, sin colchones, ni nada. Entré y miré alrededor, los muebles estaban ahí. Me acerqué a mi placard y abrí la puerta. Estaba vacío.

Fruncí el ceño y salí de la habitación. Vi a Thomas quien recién estaba llegando mientras subía las escaleras, estaba comiendo sus cereales. Entonces decidí ir hacia la habitación de Kellin, corrí para llegar rápido y abrí la puerta. Y nada, estaban las camas totalmente vacías, inclusive todos los muebles estaban abandonados, todos antiguos llenos de tierra como si eso no se hubiese usado en mucho tiempo.

Me mordí mi labio inferior por la costumbre de morder mi piercing. Ya no tenía mi piercing, ni mis cosas en mi placard, ni a mis amigos, ni a Kellin. Apreté mis puños y sentí un enorme vacío crecer en mi pecho. Me sentía desamparado, abandonado.

—¿Y entonces? —Preguntó Thomas llegando detrás de mí— ¿Y tus amigos? —No respondí. Me pasé mis mangas por mi rostro intentando retener las lágrimas que se estaban formando en mis ojos. Un nudo en mi garganta me impedía articular alguna palabra— Te han dejado solo.—Sentenció Thomas.

Fruncí el ceño y me volteé para verlo. Lo empujé y tiró su tuper con cereales mientras retrocedía unos pasos.
—¿¡Y a ti qué, tus padres te han dejado también!? ¿¡Por qué tienes que estar de curioso todo el jodido tiempo!? —Prácticamente le grité alterado. Mi respiración salía agitada e intensa.

Thomas me quedó mirando. No se había inmutado por mis actos y creo que eso me molestaba más. 
—Violencia.—Dijo en voz baja y se volteó para recoger su tuper.

Cerré mis ojos con fuerza. Soy un idiota, trato mal a la única persona que está ayudándome.
—Lo siento Thomas, yo…

—Tranquilo. Estás frustrado.—Dijo mientras levantaba el tuper y se sacaba su mochila. La abrió y metió el tuper ahí. Después volvió a cerrar su mochila y se la puso— Debes estar loco.—Me dijo y sonrió suave— Pero creo que los lunáticos me agradan.

Yo fruncí el ceño extrañado.
—¿Por qué crees que estoy loco?

Thomas se achicó de hombros.
—Nadie entra en éste castillo porque dicen que está embrujado, pero eso es mentira, sólo es un castillo perdido en un bosque, un capricho de un viejo acaudalado que quiso perderse del mundo exterior y quizás antes éste lugar estaba lleno de personas pero ya no. Esto jamás fue una escuela…—Miró alrededor— ¿Quién estudiaría aquí?

—Espera. Yo estudié aquí los últimos seis meses. La academia Medianoche es de las más exclusivas del mundo.—Le dije realmente extrañado. Thomas me miraba serio, de verdad creía que estaba loco— ¡Estoy diciendo la verdad Thomas!

—Yo también estoy diciendo la verdad.—Me dijo y miró alrededor— Y las pruebas me dan la razón a mí. Tengo cosas que hacer en casa, ¿Podemos volver? —Yo negué con la cabeza— ¿Entonces que harás, te quedarás a vivir en el castillo de Dracúl?

—Tengo que encontrar a mis amigos. Lo que te digo es real, Thomas. Debo buscarlos, debo aunque sea hablarle a mi familia.

—¿Tienes familia? —Thomas levantó sus cejas y yo asentí— Hay un pueblo cerca. Hay que ir allí para poder hacer una llamada telefónica.

—¿Riverton? —Le pregunté. Thomas asintió y yo sonreí. Sabía que estaba cerca— Pero… ¿Cuánto tardaremos a pie?

—Cuatro horas hasta llegar a la primer parada de autobuses.—Me dijo— Pero… No deberías caminar tanto. Aún estás herido.

—Pero tengo que hacerlo.—Le dije y solté un suspiro pesado.

—Bien. Te guío, por suerte aún es temprano.—Me dijo Thomas y sonrió un poco.

—De verdad lamento lo que te dije hace un momento. —Le hablé en voz baja. Me sentía avergonzado por haber actuado como un idiota con él.

—Olvídalo, ya pasó niño.—Me dijo y yo sonreí.



Thomas tenía razón, aún no podía caminar tanto. Cada cierta distancia le pedía parar para descansar un poco y nos sentábamos entre la hierba. Thomas había traído naranjas y ahora íbamos comiendo mientras yo le hablaba de mis amigos.

—Igual Jordan no me caía bien. Ósea tenía algo raro y se veía que a Justin le agradaba mucho. Ósea al final ambos se gustaban y era por eso. Pero en sí creo que hubiesen hecho linda pareja, aunque al idiota de Justin se le había ocurrido la excelente idea de darle celos conmigo. Y Denis…—Ahí detuve mi relato. Hablar de Denis me dolía y cada aventura en la escuela me llevaba a hablar de él.

—¿Denis y tú se pelearon? Cada vez que hablas de él haces una pausa y tu sonrisa se va lejos.—Me dijo Thomas, quien caminaba al lado de mí.

Yo negué con la cabeza.
—Denis murió.—Le dije en voz baja y me detuve un momento.

—Lo siento mucho.—Dijo Thomas y le dio otra mordida a su naranja. Yo asentí ante eso y decidí decirle otra cosa, quizás sin importancia.

—Y nada, en sí tenía planeado volver a Sheffield y llevar a Kellin conmigo.—Le dije mientras seguía caminando.

—¿Kellin es tu pareja? —Preguntó. Yo le di una mordida a mi naranja y asentí con mi cabeza en respuesta— ¿Y cómo es Kellin? —Ahora Thomas me miraba curioso. Y yo sonreí suave recordando a Kellin.

—Kellin…—La imagen de mi novio se hizo presente en mi mente y sonreí más grande— Kellin es el chico más hermoso que he visto en mi vida. Tiene una personalidad muy calma, es inteligente, modesto, comprensivo, amoroso. Le gusta la poesía y el polo. Es realmente hermoso… Ósea no exagero, pero ninguna descripción le haría justicia a su belleza. Tiene un cuerpo curvilíneo… Antes pensaba que era niña.—Solté una risa y Thomas sonrió grande y siguió comiendo su naranja— Y tiene unos labios hermosos, rosados. Una nariz pequeñita y unos enormes ojos que te juro que cambiaban de color, un día estaban verdes, otro día eran celestes casi como los tuyos Thomas. Y después parecían grises.

—Jamás he visto ojos así.—Dijo Thomas— Kellin parece ser especial, y se nota que es realmente especial para ti.—Yo asentí con mi cabeza.

—Kellin es el amor de mi vida, y será mi amor para el resto de la eternidad.—Le dije y juro que aunque suene cursi, eso era lo que iba a pasar porque después de que muera, viviré para siempre porque seré vampiro.

—Ahora entiendo porqué debes encontrarlos a todos.—Me dijo Thomas.

—Gracias por tu ayuda. En verdad la valoro.—Le dije y Thomas asintió.

Entonces seguimos caminando. Había pasado como una hora y Thomas me contaba a cerca de historias de Riverton, historias de que las granjas ayudaban en la economía y cosas así. Thomas sabía mucho de agricultura y cuando le hice un cumplido por eso, me dijo que era puro sentido común, que no había que ser un experto en botánica para saber cultivar una papa.
Thomas era tan listo que me intimidaba un poco, es de esas personas que son agradables al oído pero que te da miedo decirles algo porque sabes que te dirá algo mejor que te hará quedar como un tonto, aunque esa no sea su intención. Y eso era peor, ni siquiera se esforzaba por hacerme quedar como un tonto.

Cuando por fin llegamos a la paradas de autobuses, Thomas sacó un monedero de cuero de su bolsillo y eso se me hizo realmente adorable. Estoy pensando en que a Kellin le caería muy bien Thomas, como que ambos son raros y sencillos. Y yo que creía que no iba a encontrar a nadie más extraño que Kellin, o que Denis.

Un autobús azúl con franjas verdes se detuvo en esa parada en la que estábamos. Y no era más que una parada hecha con un techo de chapa y unas bancas de metal frente a una ruta de tierra, que estaba frente a un campo de trigo.
Thomas y yo éramos los únicos que estábamos esperando el autobús así que cuando subimos, inmediatamente el autobús arrancó y me tuve que sostener de unas barandas en la escalera para no caerme. En cambio Thomas estaba bien parado, mantenía un buen equilibrio. Él pagó el pasaje de ambos y nos fuimos a sentar en la parte del fondo.

—¿Entonces volverás a Sheffield? —Me preguntó Thomas.

Y yo asentí. Pero me sentí un poco mal porque iba a irme y él se quedaría aquí solo. ¿En dónde estarán los padres de Thomas?
—Mi familia puede pagarnos el viaje a ambos. ¿No te gustaría venir conmigo? —Le pregunté y le sonreí un poco.

Thomas negó con la cabeza.
—No gracias. Sheffield es una enorme metrópolis y a mi me agrada estar aquí.

Entonces me mordí el labio inferior y miré por la ventana. De verdad esperaba que su familia volviera pronto. Thomas es un chico muy dulce, y es muy triste que estuviese tan solo.






El colectivo tardó alrededor de media hora en llegar a nuestro destino. Cuando al fin llegamos a Riverton, nos bajamos en la plaza principal y yo me sentí realmente alegre de ver todo igual, claro que seguía siendo aburrido pero era Riverton, esto no fue como llegar a Medianoche y eso realmente me intrigaba. ¿Qué habrá sucedido con todos allí? ¿Por qué el castillo estaba bien? ¿Por qué Thomas me dijo que nadie habitaba ese lugar?

Caminamos junto con Thomas y pasamos por el antiguo cine, por la pizzería a la que fui hace dos días por mi cumpleaños, y pasamos por la esquina frente a la panadería en donde le había pedido a Kellin que sea mi novio. Ahora todo era un recuerdo agridulce.

Con Thomas caminamos hacia un locutorio que tenía a penas una antigua computadora. El lugar era muy antiguo pero al menos tenía conexión a internet. Entonces entré a hacer una llamada. Recordaba el número de la oficina de mi padre y el de mi casa. Así que decidí llamar a madre primero y marqué a casa.

Yo estaba en una cabina de vidrio, habían tres cabinas. Thomas se había quedado frente al mostrador mientras que el anciano que atendía le estaba hablando.


Tras la voz que decía “llamada internacional” y tres tonos de espera, al fin me atendieron.

—Familia Sykes. ¿En qué puedo ayudarle? —Me había atendido una empleada doméstica.

—Hola, soy Oliver. ¿Puedo hablar con mi madre? Es urgente.—Le dije acercando más el tubo del teléfono hacia mí.

—¿Cómo se llama su madre?

—Carol Sykes, ¿Es idiota? Llame a mi madre en este momento o haré que la despidan.—Hablé exasperado. No tenía tiempo que perder. Uno se va por 6 meses y se olvidan de quien es su jefe.

Tras una pequeña pausa se escuchó la voz de mi madre.
—Hola.

—Mamá soy Oli. Mamá pasó algo horrible, la academia se prendió fuego y todos desaparecieron…—Estaba sonando como un desquiciado pero estaba desesperado— Necesito ir a casa, de verdad.—Hubo una pausa— Mamá es en serio, algo horrible sucedió…—Mi voz se quebró y tembló mi mano con el tubo del teléfono— Necesito que me ayudes.

—Se nota que eres un jovencito. Y lo siento mucho pero yo no tengo hijos. Creo que te has confundido.—Me dijo con un tono amable. El tono de voz que usaba para consolarme cuando estaba triste.

—Pero… Yo soy Oliver. Oliver Scott Sykes. Tu hijo.—Le dije con la voz notablemente quebrada. Mis ojos se cristalizaron y dejé caer un par de lágrimas. No entendía que estaba pasando ¿Por qué me dice que no tiene hijos? ¿En dónde se fueron todos los de Medianoche?

—Lo siento mucho.—Me dijo y cortó la llamada.

—Mamá.—Susurré y solté una bocanada de aire. Pasé mis mangas por mi rostro, tallé mis ojos y marqué el número de la oficina de mi padre.

Tras tres tonos de llamadas al final atendieron.
—Oficina de Ian Sykes. Habla Lindsay Watson, ¿En qué puedo servirle? —Me había atendido la segunda secretaria de mi padre.

—Soy Oliver, ¿Se encuentra mi papá? Ian Sykes.—Le dije con voz cansada.

—Disculpe… No sabía que el señor Sykes tuviera hijos.—Me dijo.

—¡Pues si lo tiene, llámelo ahora! —Le ordené.

—Un segundo por favor.—Me dijo y puso una estúpida canción de espera. La canción sonó 3 veces y cortó la llamada. Me había cortado, ¡Me había cortado la maldita llamada!

Casi tiro el teléfono contra la pared por eso, pero sólo colgué el tubo y respiré hondo. Una, dos, tres veces y unas espesas lágrimas cayeron por mis mejillas. Pasé mis mangas por mi rostro intentando limpiarme y tomé una bocanada de aire antes de abrir la puerta y salir de ese cubículo.

Thomas y el señor que atendían me miraron.

—Dos llamadas internacionales.—Dijo el hombre y miró a Thomas mientras le entregaba un ticket— ¿Podrás pagarlo?

Y yo sentía que me iba a morir de la vergüenza. Hice dos llamadas inútiles a otro continente y Thomas iba a pagarlo.

Thomas miró el ticket y revisó los bolsillos de su pantalón. Sacó varios billetes arrugados hechos bollitos y los puso en el mostrador frente al hombre.

—Oh está bien Tom, yo pago aunque sea una llamada.—Le dijo el anciano y le pasó la mitad de los billetes.

—Muchas gracias.—Le dijo Thomas y me miró.

Yo miré al hombre y le sonreí un poco forzado.
—De verdad muchas gracias.

—Por nada.

—Que tenga buenas tardes.—Le dijo Thomas al anciano y le sonrió grande. El hombre le sonrió de igual forma y al final salimos.

Thomas y yo caminamos por la acera sin mediar palabra.

Quizás Thomas tenía razón, Medianoche no era una escuela y quizás yo sí estaba loco. Mis padres no me reconocen, ¿Acaso no existo? ¿Kellin existe? ¿Cómo es que aparecí en el bosque? ¿Acaso esta es la vida real y todo el tiempo estuve en un sueño en donde existían los vampiros y los fantasmas? ¿Y si viajé a otra dimensión?

Cuando llegamos a la plaza central de Riverton, Thomas tomó asiento en una banca de madera y yo me senté a su lado. Ambos estábamos agotados.

—¿Crees que estoy loco? —Le pregunté y Thomas asintió. Entonces solté un suspiro pesado.

—Pero no es malo. Mucha gente cree que estoy loco y quizás tengan razón pero yo sé que no soy malo.—Me dijo.

—Pero esto está mal, Thomas. Yo tenía una casa, amigos, un lugar al que llamar hogar y ahora no tengo nada. ¿Y si imaginé todo eso, entonces que es lo que realmente tengo? No tengo otra vida más que la que creía que tenía y nada de eso existe.—Hablé algo nervioso y bajé la mirada. Estoy en la calle y no tengo a nadie, ahora si soy realmente miserable.

—No importa.—Dijo Thomas— A veces la vida te hace perder todo. Incluso tus ilusiones. Seguir adelante para vivir es lo que importa.

Y yo sonreí amargo.
—Perdí todo.—Susurré.

—Entonces empieza de cero.—Murmuró y me sonrió suave— Oliver puedes quedarte conmigo. Podemos ser una familia, yo te cuidaré y podemos seguir buscando a tus amigos y si jamás se aparecen entonces podemos intentar ser felices.

Y yo bajé mi mirada al suelo, cubrí mi rostro con mis manos y solté todo mi llanto reprimido. Sin importar quien me mirara, sin importar quien me escuchara. Mi cuerpo temblaba y mi llanto sonaba como un grito desgarrador. Y dolía, era de los dolores más grandes que se sufren en la vida, aquellos que te hacen pensar que estas mejor muerto. Y así es… Yo deseaba haber muerto definitivamente entre las llamas aquel día en Medianoche.

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora