6. Prioridad

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Oliver y yo estábamos a oscuras, en una oscuridad tan absoluta que el ojo común perdería noción de tiempo y espacio, pero para Oliver y para mí todo se veía claro, porque él y yo ahora somos hijos de la oscuridad, somos seres de sombras. Aunque igualmente no necesitábamos ver, nos bastaba con sentir, pero eso no impedía que abriéramos los ojos de vez en cuando tan sólo para apreciar la imagen del otro.

Mi corazón desbordaba de felicidad. El hombre que amo está junto a mí, está sonriendo, está suspirando y me está haciendo el amor.

Yo estoy acostado en la cama, mis piernas están entrelazadas alrededor de su cintura y mis manos acarician sus mejillas, de vez en cuando lo atraigo hacia mí para poder besarlo. Y Oliver está sobre mí, se apoya con sus antebrazos contra el colchón y su cadera arremete contra mí, su miembro está en mi interior. Y ambos entreabrimos nuestros labios y suspiramos. Nuestros sonidos rompen el silencio y nuestros movimientos aturden la calma de la noche.

Hemos estado así durante un largo tiempo así que ya estábamos realmente agotados pero hacía falta saciar ese deseo que nos había nacido.

Oliver llevó una de sus manos a mi cintura y sus estocadas comenzaron a ser una mezcla entre formas circulares y embestidas profundas. Y entonces lo sentí palpitar en mi interior.

—Oli, amor…—Jadeé. Ambos nos mirábamos a los ojos en completa calma— Termina para mí. —Le dije y sonreí al verlo formar una sonrisa.

—Tú no has terminado.—Dijo Oliver en un susurro. Y yo reí algo entrecortado por mi respiración agitada.

—Me he corrido… ah, 3 veces ya.—Respondí y solté un pequeño gemido. Hace tiempo que Oliver venía acariciando justo en mi punto dulce. Entonces me removí un poco y Oliver volvió a juntar nuestros labios en un beso.

Moví mis labios sobre los suyos y ambos soltamos un jadeo cuando él terminó en mí. Entonces nos separamos del beso para tomar aire. Y Oliver me envolvió en un abrazo, así que yo me acurruqué en su pecho.

—Te amo.—Susurró Oliver.

—También te amo.—Le respondí embriagándome en la paz después del placer que me había otorgado. Oliver es mi universo, es la promesa de que mi eternidad aunque suene complicado, estará llena de amor, porque sé que me amará siempre. Así que cerré mis ojos y me embriagué con su aroma.




Había estado enfermo durante un mes y había sido horrible, prácticamente no podía abrir mis ojos y respirar me dolía. Estaba postrado en una cama sin poder moverme. Mis padres habían venido a la estancia de Oliver para ayudar a cuidarme, ningún remedio en mí funcionaba. Que yo siga con vida era un milagro pero sabía que se debía a que era mitad vampiro.
Me diagnosticaron neumonía.

Escuchaba la respiración consternada de Oliver. Él estaba sentado junto a mí en la cama.
—Amor…—Me dijo con voz temblorosa. Yo no podía verlo pero eso era mejor, habría muerto rápidamente de dolor al verlo llorar— Lo haré y cuando esté hecho seremos tú y yo para siempre ¿Bien? —Me dijo y yo asentí lentamente con mi cabeza.

Yo me encontraba realmente débil, así que solté una queja al sentir la mano de Oliver tomar con cuidado mi mentón y mover mi cabeza hacia un lado. Tan sólo ese tacto me dolía.
—Te amo.—Solté con las pocas fuerzas que me quedaban.

—Te amaré por siempre.—Susurró Oliver en mi oído y de repente sentí un enorme dolor en mi cuello. Un nudo se formó en mi garganta justo en el momento de gritar y rápidamente me apagué. Me fui. Ya no había dolor.

Morir es de las mejores sensaciones que puedes sentir. Es paz haciéndote explotar en billones de fragmentos microscópicos para hacerte parte del infinito. Es parte de sentir ataraxia fulminando cada parte de ti, rasgando tu alma hasta volverla pedacitos.
El vampirismo toma todos los fragmentos que puede, los recupera y vuelve a armarte, así que cuando vuelves no eres el mismo. Eres mejor porque has llegado a conocer lo que ningún otro mortal va a ver nunca jamás, porque al hacerlo dejará de ser moral, claramente.

MidnightDonde viven las historias. Descúbrelo ahora