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—Yo también quiero verlas. – Dijo Grayson, que en todo el rato sólo había estado pendiente de la plática entre Bri y yo.

—Emm.. sí, denme un segundo, ya vengo. – Me escabullí hasta mi habitación y cerré la puerta detrás de mi, sin esperar alguna palabra de ellos.

Me senté sobre la cama con las piernas cruzadas y tome sobre amarillo entre mis manos; saqué de él las fotografías y lo primero que mis ojos se enfocaron fue en el bello rostro que adornaba aquel papel impreso. Grayson era tan hermoso, a su manera. Su bella sonrisa, deslumbraba perfecta.

Revisé todas las fotografías, una y otra vez.

—Maldición. – Susurre.

De las trece fotos que tenía en la mano, sólo tres eran las que no tenían el rostro perfecto de Grayson adornando la imagen. El problema era que Bri había notado el grosor del sobre y llevarle sólo tres fotos resultaba ilógico cuando juntas no hacían ni medio centímetro.

Suspiré y tomé las otras diez fotografías para guardarlas en el cajón de mi escritorio, debajo de todo el monton de papeles que ya tenía allí. Salí de mi habitación con el trío de fotos en mi mano, esperando no encontrar alguna otra escena que me hiciera sentir incómoda y deseosa de cubrirme los ojos.

Bri y Grayson hablaban tomados de la mano, él jugaba con sus dedos. Traté de ignorar la irritante punzadita junto a los latidos de mi corazón.

—Aquí están. – Las coloqué sobre la mesa de la cocina, en donde ambos estaban.

—¿Sólo tres? – Preguntó Bri.

—Te dije que no eran muy buenas. – Me escogí de hombros. —Las otras están horribles. – Mentí, porque a decir verdad, eran las más hermosas. —Además no tomé muchas fotografías.

Allí, Grayson pudo haberme desmentido, él sabía cuántas veces había sacado fotos, pero el no dijo nada, sólo observó tranquilo cada una de las fotos.

Decidí cambiar de tema, antes de que alguna objeción por parte de Bri me insistiera.

—¿Sabías que la señora Clarck tiene un sobrino?  – Le pregunté a mi amiga, mientras que iba al refrigerador por un vaso de leche.

—Si, Cam ¿porqué?  – Preguntó, y me sentí satisfecha de haber logrado el cambio de ruta en la conversación.

—Hoy lo conocí. – Dije, sirviéndome la leche en el vaso que había tomado de la alacena.

—¿Enserio?  – Bri me miró pícara.

—Si, me lo tope esta mañana, es lindo. – Tomé de mi vaso y pude captar que la mirada de Grayson se apartó de las fotografías y se posó curiosa en nosotras.

[...]

Era sábado por la mañana, y yo buscaba de todo para matar el tiempo libre sin Bri; así que le acepté el café a Cam, supuse que era un buen pretexto para pasar el rato.

Cam me llevó a un café cerca del departamento en donde me acordé inmediatamente del día en que pasé con Grayson, sin embargo, la emoción no era la misma.

—¿Puedo preguntar por qué has venido a Venecia? – Preguntó, mientras el mozo nos estaba acomodando nuestras tazas sobre la mesa.

—Bueno, vine principalmente para visitar a Bri y para tomar un descanso de mi vida cotidiana. – Expliqué, dandole un sorbo a mi café.

—Oh ¿entonces vives con tus padres? – Inquirió.

—No, mis padres murieron en un accidente. – Dije seca.

—Oh, perdóname, no debí preguntar.  – Su bello rostro de ángel se torno comprensivo.

—No, no te preocupes. – Musité.

—¿Sabes? mis padres también murieron. – Comenzó a jugar con la taza mientras su mirada se fue profundizando en el líquido oscuro que contenía.

Espere hasta que él decidiera continuar, pendiente de la siguiente palabra que dijera.

—Bueno, en realidad, sólo mi madre murió cuando me dio luz a mí. Mi padre, bueno, el hombre que embarazo a mamá, se fue. – Explicó.

—Oh. – Musité.

No sabía que más decir, pero lo entendía muy bien, al menos ambos teníamos algo en común ahora. No teníamos padres.

—¿Desde entonces has vivido con tu tía? – Pregunté.

—Sí, mi tia me ha cuidado bastante bien, ha hecho un excelente trabajo por diecinueve años y no puedo estar más agradecido por ello.

Ahí caí en la cuenta de que Cam estaba en la gloriosa etapa de las diecinueve primaveras.

—Que linda tu tía. – Dije, y recordé cuando dije o más bien pensé, que era todo una vieja amargada.

El me sonrió y me recordó a la sonrisa de Grayson. Si tuviera que comparar, sería bastante difícil darle el puesto número uno a alguien. Pero había una voz en mi cabeza que susurró fugaz el nombre de Grayson.

La tarde con Cam fue excelente, su forma de ser tan maduro y natural fue lo que resulté admirando, además de su bello rostro delicado, por supuesto.
Cuando me di cuenta de la hora, fue cuando llegamos al departamento de nuevo. Eran las siete pasadas con quince minutos.

—La pasé muy bien, muchas gracias Cam. – Dije apenas puse un pie fuera del ascensor, cuando me di cuenta entonces de que la puerta del departamento de Bri era adornada por un bello ángel de oro. Que mantuvo su mirada sobre nosotros y sus brazos cruzados, siempre tan elegante.

Me sorprendí al ver allí al dueño de la mayor parte de mis pensamientos.
Aunque enseguida me retracté de esa idea; Grayson no tenía por qué convertirse en dueño de mi materia gris.

—Cuando quieras repetirlo, estoy siempre dispuesto.  – Dijo, con esa sonrisa bonita en su rostro, haciendo que mi mirada se posara de nuevo en Cam.

Dirigió luego la mirada a Grayson y con un movimientode cabeza lo saludó.
Éste respondió de la misma manera.

—Hasta pronto. – Cam se acercó y me beso la mejilla.

Pude sentir el cálido y suave contacto de sus labios contra ella, pero mi cabeza seguía  funcionado tan perfectamente como antes. Ningún pensamiento interrumpido, ningún atontamiento interno, simplemente nada.

Sin embargo, si la mirada de Grayson sobre la escena.

MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora