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—¿Quién sos? – Pregunté, ya que su rostro me era conocido, sin embargo, también me parecía una persona extraña.

—Tu otra yo. – Me respondió.

—Si claro. No puedes ser mi otra yo. ¡Yo no me pondría jamás esos tacones tan altos! – Señalé sus pies.

—Si, bueno. Pero resulta que yo hago cosas que tu normalmente no harías. Como por ejemplo, aceptar que me gusta Grayson.
 
—¿Grayson Dolan? – Pregunté.
 
—¿Lo ves? – Dijo tranquila. —Tú no lo aceptas, yo sí.

—Grayson no me gusta, ¡es el novio de Bri!

—Deja la histeria que sabes que tengo razón.

—Demente. – Susurre.

—Bueno, ¿y qué si no fuera el novio de Bri? ¿aceptarías que te gusta?

—No.

Ella río y su risa burlona me incomodó.

—Claro porque si no fuera novio de Bri, quizá no lo hubieras conocido. – Pensó.

—No me gusta Grayson. – Dije cansada.

—Repitelo hasta que te lo creas, porqué a mi no me engañas. – Me sonrió.

—¡Cállate!

—¿Porqué? Nadie puede escucharnos, sólo estámos tu y yo. Si aceptas que Grayson te gusta, dejaré de molestarte.

—No. – Me crucé de brazos.

—Como quieras. – Se encogió de hombros. —A fin de cuentas para eso estoy yo.

—No se de quien seas la otra parte, porqué de mí no.

—Como digas. Pero ten en cuenta que yo, sí acepto que Grayson me gusta y no olvides de si soy parte de ti.

El sudor de mi rostro me despertó. Eso sí que había sido una pesadilla. Un extraño y loco sueño, nada más. Miré el reloj, eran las ocho de la mañana. Recordé los planes que tenía con Cameron y salí disparada de la cama para bañarme y vestirme.

Salí entonces a buscar a Cam pasadas las nueve treinta, y como siempre, esa bonita sonrisa en su rostro de ángel me alegró la mañana.

 —Hola. – Me saludó.

—Hola.

—¿Lista para irnos?

—Sip.

Tomé la mano de Cam y nos dirigimos a su Mustang negro. Me abrió la puerta y luego puso el auto en marcha.

—¿Porqué ayer hablabas tan bajito? ¿Quién no querías que te escuchara? – Me preguntó.

Solté una delicada risita tonta.

—Bri y Grayson.

—¿Porqué? Déjame adivinar, las especulaciones de Bri. – Rió.

—Emm...sí, eso.

Me miró, aunque no parecía muy convencido debido a mi vacilar a la hora de responder.

Llegamos a la plaza de San Marcos y bajamos a caminar. Saqué un par de fotografías de cada monumento mientras que la gente andaba de aquí para allá bajo el tenue y apenas visible sol de la ciudad de Venecia.

 —Cam. – Musité.

—Dime.

—¿Te ha gustado alguna vez alguien prohibido? – Me miré los pies al caminar.

—¿Prohibido?

—Si, alguien que no te debe de gustar.

—Mmm.. – Pensó. —A los cuatro años me enamoré de mi tía. – Rió. Me reí también.

—Es enserio, Cameron.

—¿De quién pudiste haberte enamorado Paula? ¿De un cura?

—Enamoramiento no, Cam. Y de un cura tampoco. – Lo fulmine con la mirada.

—Bueno, esta bien. ¿En quien te fijaste?

—Bueno yo...

—¿Grayson?

—¿Qué? – Se me bajo la sangre de la cabeza hasta los pies.

¿Cómo sabía? ¿Cómo pudo haber adivinado tan fácil? ¿Era tan obvia?

Miré a Cameron, pero entonces me di cuenta de que Cam no me miraba a mí, si no que su mirada se posaba lejos, observando un punto fijo.

—¿Ese es Grayson?  – Preguntó aún mirando a lo lejos.

Seguí el transcurso de su mirada y pude visualizar a unos pocos metros, entre la gente que pasaba de un lado para otro, un cuerpo que me quitaba el aliento. Caí en la cuenta de que mis pensamientos habían funcionado mal y que Cam no se refería a lo que yo había creído, si no que dijo el nombre de Grayson porque a lo lejos lo vio.

—Creo que si. – Musité. —¿Qué hace acá? – Pregunté.

—A lo mejor salió a pasear, como nosotros. Vamos con él. – Sugirió Cam.

Cam me tomó de la mano y me arrastró varios metros entre la gente hasta llegar a las espaldas de Grayson, la perfecta y bien trabajada espalda de Grayson, que no dejaba de lucir aún con la camisa que traía encima. Grayson parecía que buscaba alguien, ya que asomaba su cabeza sobre la de los demás.

—Grayson. – Habló Cam, haciendo que Grayson pegara un salto.

Se dio la vuelta para mirarnos y abrió sus ojos.

—Perdón, no quería asustarte. – Se disculpó Cam.

—No... no hay problema. – Tartamudeó y luego posó su mirada en el entrelazado de manos entre Cam y yo. Su rostro dejó la expresión de nerviosismo y pasó a una con un ceño fruncido.

—¿Estas con alguien? Porque se nos ocurrió que sería buena idea que pasearas con nosotros, digo, si quieras. – Dijo Cameron. 

—¿Eh? Ah, si claro.

—Bien. – Sonrió Cam. —Vayamos para allá. – Señaló hacia la izquierda. —Hay lugares que seguro te gustarán. – Me dijo.

Seguí a Cam, aún atada a su mano y Grayson a mi lado. El corazón me latía a mil pero que sin embargo me llenaba de placer.

—Que causalidad haberte encontrado, Gray. – Dijo Cameron.

—Ah sí, vine porqué... – Se quedó en silencio, repentinamente nervioso.  —Porqué quería salir un rato. – Dijo.

—Nosotros igual, además de que Paula aprovecha para sacar hermosas fotografías, ¿verdad? – Me sonrió Cam.

Le devolví la sonrisa, porqué la voz se me había ido y sólo podía escucha los ruidosos latidos de mi corazón producidos por el perfume tan varonil que Grayson desprendía en cada paso que daba.

—Por cierto Pau, no entiendo aún que quieres decirme. – Me dijo Cam. —No respondiste mi pregunta.

—¿Qué pregunta? – Dije con voz baja.

—¿De quién te enamoraste y por qué dices que es prohibido? – Inquirió.

Abrí los ojos, casi se me salían de órbitas. Y Grayson, quién estaba a mi lado, nos miro rápidamente. Íntegramente atento.

—Emm... en el.. – Tartamudeé. Las miradas de ambos se posaban en mi y la de Grayson ni siquiera parpadeaba.

—¿En quién? – Volvió a preguntar Cam.

Lo fulminé con la mirada queriendo taparle la boca en ese instante, las manos comenzaron a sudarme ante la posiblidad de quedar en evidencia.

MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora