Tras el escritorio de roble, había una señora con el pelo cobrizo, enrulado hasta los hombros. Los ojos remarcados con lápiz negro y los labios pintados de un rosa pálido. Las arrugas en su piel se hicieron más notorias cuando esbozó una sonrisa.
—Pasa, corazón. – Dijo amable. —¿Dónde está Noah? –Preguntó al notar que venía sola.
—Lo mismo me pregunto. Salió casi corriendo hacía el pasillo. – Me encogí de hombros y ella rió.
—Bueno, muéstrame el trabajo que hicieron. – Me hizo un gesto con la mano para que me acercara y me sentara en una de las sillas frente a su escritorio.
Caminé hasta ella y me senté, entregándole el sobre de fotografías. Ella las sacó del sobre y comenzó a mirarlas.
¿A dónde habrá ido Noah? ¿Qué era tan importante como para dejarme sola en esto? A menos de que fuera algo de lo que no quería que me enterara. Sacudí levemente la cabeza. Me estaba volviendo una paranoica. Pero Noah me daría una explicación.
Posé mi vista en la placa de metal dorado que estaba frente a mí y la leí pasivamente. Katharine González, Editora de "Calvin Klein". Mantuve mi vista sobre la placa, mientras que la señora González revisaba las fotografías y asentía en gesto de conformidad.
—Son muy buenas fotografías. – Dijo y luego me sonrió, mostrándome de nuevo todas esas arruguitas. —Hacen un muy buen trabajo. – Abrió su cajón derecho y sacó de ahí un recibo. Garabateó en él con un bolígrafo y luego me lo pasó. —Dile a Roxana que te selle esto y que te diga dónde cobrarlo.
Miré el papel, era el pago por nuestro trabajo. Las cejas se me elevaron al ver la cantidad.
—Fue un placer trabajar con ustedes. – Se levantó y yo hice lo mismo, luego me tendió la mano.
—Igualmente. – Le sonreí.
Salí de aquella oficina y al salir vi a Noah, que apenas venía llegando.
—¿Ya pasaste? – Me preguntó.
Asentí con la cabeza una sola vez y luego me giré hacía Roxana.
—¿Podrías…?
—Oh, claro. – Tomó el papel y lo selló y luego de firmarlo también me lo devolvió. —Lo cobras al fondo del otro pasillo. – Me regaló una sonrisa con sus potentes labios rojos.
—Gracias.
Noah se acercó y tomó el papel.
—¡Dios! ¿Todo eso para nosotros? –Dijo, mirando la cantidad que nos pagarían.
—La mitad para cada uno. – Reí, mientras caminábamos hacía el pasillo opuesto. —Por cierto, ¿a dónde fuiste?
—¿Eh? – Conocía esa expresión de desentendimiento que ponía cada vez que no quería decir algo.
Entonces la incertidumbre me recorrió el cuerpo.
—¿A dónde fuiste, Noah? – Lo miré, parando mi caminar.
—A… saludar. – Se encogió de hombros.
—¿A saludar a quien? – Fruncí el ceño.
—A una persona con la que ya me había topado antes.
—¿Tiene que ver conmigo? – Por un segundo, lo que dura un latido, Grayson pasó por mi pensamiento.
—Esa persona jamás te ha visto. – Dijo, ya más calmado e hizo que me calmara también. —Anda, ya vamos por nuestro pago. – Me insistió a seguir caminando hacía el siguiente pasillo.
No sabía por qué, pero la incertidumbre no se iba. Algo me decía que todo eso tenía que ver conmigo. O a lo mejor, de verdad me estaba convirtiendo en una paranoica. No quería hacerme falsas ilusiones en que a lo mejor, Grayson también tuviera que ver en esto; pero era algo ilógico. Grayson estaba muy lejos y Noah ni siquiera lo conocía más que en fotos.
Cobramos nuestro dinero y lo repartimos mitad y mitad, luego Noah me llevó a casa en donde las especulaciones continuaron.
Era una terca, si Noah me conocía bien sabría que no me iba a dar muy fácil por vencida y que no me iba a quedar de brazos cruzados; además de que era una completa curiosa igual que… Grayson. Era inevitable no traerlo a mi pensamiento, vivía ahí día y noche y no podía bloquearlo. Pero todo esto sólo se enredaba con tantos nombres, de por sí, eran ya suficientes.
La noche llegó rápido, pero no dispersó mis pensamientos. Tenía que separar todas las cosas que se enredaban en mi cabeza y saber en qué se relacionaban una con la otra. Grayson y su frase, Noah y su misteriosa desaparición en la mañana, Grayson, Noah.
Suspiré y me asomé por la ventana, el cielo oscurecido sostenía un cuarto menguante en lo alto y tuve que pensar en Grayson, una vez más. ¿Dónde estaba? Deseaba tener una señal, un lugar, lo que sea. Quería que alguien me dijera que lo había visto, que estaba bien, quería saber cualquier cosa. Pensarlo me hacía recordarlo, a poco más de un mes de haber regresado, tenía su recuerdo nítido en mi mente: sus bellos ojos avellana brillando con luz propia, su cabello perfectamente peinado, tan suave como espuma en los dedos, sus sonrisas tan mágicas y sus labios… deliciosos.
Suspiré de nuevo y me puse a pensar en Noah, ya que si seguía dándole luz verde a los pensamientos de Grayson, se me iría toda la noche y terminaría llorando. Volví a concentrarme en el asunto de Noah entonces, recordé lo que le me contestó cuando le pregunté si aquella persona tenía que ver conmigo: “Esa persona jamás te ha visto”. A Noah no le gustaba mentir a sus amigos, pero cuando no quería decir algo daba una respuesta real pero no acertada. Abrí los ojos de par en par. Entonces aquello sí tenía que ver conmigo, podía apostar a que sí. Pero… ¿de qué forma? Aquella persona tenía que ver conmigo, pero jamás me había visto… todo era tan confuso.
Volví a mirar la luna, Gray, Gray, Gray. ¿Dónde estás? ¿Estará pensando en mí? Me reí, no podía siquiera alejar un minuto mis pensamientos de él. Ya debería de saberlo, es como pedirle a un manzano que no produzca sus frutos.
Como sea, tarde o temprano tenía que enterarme de lo que Noah tramaba; sólo que esperaba que no fuera demasiado tarde.
¡Feliz Navidad! 🎄💖
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MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd
Fiksi Penggemar¿Alguna vez has deseado algo prohibido? Como si esa cosa estuviera en la lista de "No toques, no codicies" pero que cada momento te incita más a tenerlo. Novela adaptada. # 1 dolantwins