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Grayson y Bri se separaron y sus bocas volvieron a ser dos. Algo dentro golpeó mi corazón.

—Perdón. – Dijo Cameron, ya que yo me había quedado sin voz.

—No te preocupes. – Dijo Bri levantándose del sillón y se acercó. —¿Ya te vas? – Preguntó, curiosa.

—Si. – Respondió él.

Cam me empujó discretamente por la cintura mientras que yo me esforzaba por borrar mi rostro amargado. Reaccione y seguí a Cam hasta la puerta y él notó mi reacción.

—Nos vemos, chicos. – Dijo Cameron y dijo adiós con la mano a Grayson y a Bri.

Entonces Cameron se acercó a mi y me plantó un beso en los labios y cuando se separaró me guiñó el ojo. Me quedé parada ahí, analizando lo que Cam acababa de hacer, o mejor dicho, el porque lo había hecho.

Me di la vuelta y los ojos de Bri me miraban picaramente mientras que los de Grayson me miraban como si estuvieran enojados. Pero eso era imposible, ¿no? No puede enojarse tanto por una estúpida rosa. Porque... esa era la razón, ¿no?

—¿De que hablaron con Cam? – Preguntó Bri.

—De nada importante, ya sabes. – Me encogí de hombros. —¿Sabes? Voy a ver si tenemos correspondencia. – Inventé, para poder escapar un rato de aquél incómodo momento.

 —Pero...

No dejé que Bri terminará e interrumpí el sonido de su aguda voz cuando la puerta me colocó del otro lado, suspiré y bajé con lentitud las escaleras, necesitaba un poco de aire fresco. Llegué hasta el último piso y revisé el cajón marcado con el 312 para ver si teníamos correspondencia, no había nada más que unos cuántos folletos de publicidad. Arrugué los papeles y lo hice una bolita mal hecha, luego salí del edificio y me senté en las escaleras de la entrada en dónde deposité las bolitas de papel a un lado, me llevé ambas manos a mis ante brazos, esta noche había decidido teñirse de azul oscuro y gélido aire.
Suspiré, haciendo que el vapor saliera de mi nariz y chocara con el frío.

La puerta de la entrada se abrió y antes de que pudiera darme la vuelta, su voz me distrajo.

 —Necesitamos hablar. – Dijo Grayson, haciéndome pegar un salto, su tono era un poco duro y cuando me di la vuelta para mirarlo, se esforzaba en ocultar un rostro medio enfadado, pero la máscara no resistía muy bien.

De pronto me asusté. ¿Tan mal se había tomado que yo le haya dado la rosa a Bri? Lo miré con ojos angustiados.
Se sentó a mi lado, ahí en el frío cemento de las escaleras de la entrada y el contacto con su piel me produjo un tierno calor cuando pego su brazo y hombro al mío.

—¿Qué pasa? – Pregunté.

—¿Qué fue eso? – Me dijo, con el mismo tono de voz.

—¿Qué fue que? – Dije, esto parecía un juego de palabras.
 
—Eso con Cam, ¿porque te beso? – Frunció el ceño.

Me empecé a reír de puro nerviosismo, yo pensando que él me daría una buena amonestación por lo de la rosa y ¿me sale con eso?

—No me besó. Viste mal. – Mentí.

—¿Entonces como le llamas al hecho de que él haya pegado sus labios a los tuyos?

—¿Que? Fue sólo un beso de amigos.

—Bueno, no parecía de amigos. – Susurró.

—Dolan, pareces mi padre. – Dije.

Grayson suspiró y decidió mejor cambiar de tema, aunque no de tono de voz.

—¿Porqué le diste la rosa a Bri? – Preguntó.

—Porque ella es tu novia, Grayson. – Dije, aunque me haya dolido decir eso. —A ella es a quién debes darle rosas.

—Pero yo te la quería dar a ti. – Insistió.

—Y yo no iba a decirle eso a Bri, ¿o si? – Suspiré. —Grayson, ¿por qué te enojas tanto con las cosas que hago? ¿por qué te importa que le haya dado la rosa a Bri? ¿por qué te molesta si Cameron me besa o me lleva un ramo de rosas?

Grayson se quedó en silencio un rato, mirando hacia delante con el ceño fruncido y sus labios formando una línea.

—No sé. – Musitó. —Tengo que irme. – Se levantó rápidamente, caminó hasta su Hybrid negra, subió en ella y condujo hasta desaparecer de la calle.

Me quedé sentada ahí, sin saber bien qué había pasado hace unos minutos, era el tipo de desconcierto que hace que te duela la cabeza y sentir cómo si tus pies volaran lejos del planeta tierra. ¿Por qué Grayson había actuado así? A no ser que... no, claro que no. Eso sería imposible.

Suspiré cansada, si Grayson había malinterpretado todo, seguro Bri también y ahora, aunque no tenía ganas de mantener una conversación para mentirle más a Bri y sonreírle, tenía que pararme enfrente de ella y darle el mismo sermón que le dí a Grayson, el de "Cameron y yo sólo somos amigos".

[...]

Abrí la puerta y ví a Bri mirando la TV desde la cocina, mientras intentaba recalentar en el horno un pedazo de pizza del dia jueves. Cuando me vio entrar se giro hacia mí y me sonrió.

Traté se sonreír.

—¿Porqué esa sonrisa? ¿La pizza no se te quemó hoy? – Bromeé.

—Ay, eso sólo fue una vez y hace varios años. – Se quejó como niña pequeña y rió.

Me tuve que reir también, recordando aquella escena de la pizza quemada en la casa de su abuela.

—Bueno, pero no es por eso que sonrío. – Me dijo. —Tu tienes algo que contarme. – Levantó las cejas una y otra vez.

—¿Cómo que? – Me hice la que no sabía.

—No sé, dime tú, algo que tenga que ver con un chico, llamado ¿Cameron? – Dijo.

Puse los ojos en blanco.

—Bri, ¿cuando vas a entender que entre Cameron y yo sólo hay una hermosa amistad? Ya aclaramos el punto y ambos estamos bien siendo amigos.

—Pero yo vi...
 
—Un beso, ya sé. – Interrumpí. —Fue un beso de amigos, nada más.

Bri se quedó en silencio y luego suspiró.

—Eres aburrida. – Dijo y se dio la vuelta para ver su pedazo de pizza girar en el plato de vidrio, dentro del horno.

—El hecho de que no me guste Cam no quiere decir que soy aburrida. – Me defendí.

—No, pero desde que llegaste a Venecia, no has salido con ningún chico. —A menos que... – Se dio la vuelta de nuevo y me miró. —¿Te gusta Ethan? – Preguntó.

—¿Que?

—Bueno, no salís con más chicos, vas de acá para allá pero no sin las misma personas, Cam, Ethan, tu amiga Valerie e incluso Grayson.

Algo me golpeó en el estómago cuando dijo su nombre.

MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora