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Aquella pantalla pintaba la escena que yo estaba presenciando en vivo a sólo unos metros de distancia. Pero debajo de las letras que publicaban el nombre de la marca de ropa, había un nombre que se destinaba como el modelo de aquella ropa. Un nombre que había estado pronunciando en sueños por varias noches y que mi corazón susurraba en silenciosos latidos.

Grayson Dolan.

Me quedé quieta, muda. Todos mis sentidos se centraban ahora en aquella pantalla, donde el rostro de Grayson sonreía.

Las piernas se me tambalearon y me sentí débil. Era el rostro del hombre que yo amaba, eran los sentimientos que yo jamás había reconocido.

Los pensamientos comenzaron a chocar entre sí en mi cabeza, provocando un completo caos en ella. La palabra "amante" fue pronunciada por Grayson en la pantalla gigante, era bastante clara, había utilizado la misma aquella vez que había escrito una frase y estaba segura que esa hablaba de mí; pero ahora, las dudas comenzaron a atormentarme cruelmente, ¿estaría él pensando en mí? ¿Me extrañaría? ¿Me amaba? Deseé llevarme las manos a la cabeza para intentar acallar las voces en mi mente, pero sólo me limité a quedarme inmóvil.

Había algo en esa palabra, que gritaba mi nombre, estaba segura. Pero no quería parecer tonta y hacerme burdas ilusiones aún teniendo el corazón roto y el dolor abismal en mi pecho. Sentí mis ojos humedecerse, al menos esa frase que Grayson escribió me describía también. Deseaba tener la respuesta, tener alguna especie de poder o magia que me mostrara lo que yo quería saber. Me sentí... como si aún viviera en Venecia y él... estuviera a lado mío.

La cabeza comenzó a darme vueltas, pidiéndome la razón que, ya no la hiciera escuchar; pero el corazón, batiendo adolorido contra mi pecho, me rogaba que lo dejara seguir ahí, que aún sintiendo dolor, le gustaban los recuerdos.

Yo no sabía a quién obedecer, ambos eran tan fuertes y yo tan débil, pero entonces, algo se removió dentro de mí. La mariposa que llegué a pensar que ya no existía, se movía con cautela en mi interior, escuchando atenta cada palabra en esa frase que Grayson decía en la propaganda de Calvin Klein y ya no pude luchar contra ella, se había vuelto igual de vulnerable como yo, pero esa era la cuestión, ambas lo éramos y ninguna de las dos teníamos la fuerza suficiente para ganarle a la otra.

Simplemente me quedé ahí, mirando la pantalla, inmóvil, hasta que sentí que una lágrima cayó por mi ojo y resbaló por mi mejilla.

De pronto me embargó la curiosidad, ¿dónde estará él? ¿Y Bri? ¿Seguirán juntos? Entonces dejé escapar otro par de lágrimas.

No supe a qué hora llegó Noah y se situó a mi lado. Me miró.

-¿Cuántas fotos has tomado? - Me preguntó pero no respondí. Entonces me miró de verdad y notó el rastro húmedo que habían dejado las lágrimas. -¿Qué tienes? - Inquirió, visiblemente preocupado.

-Es Grayson. - Musité, sin apartar la vista de la pantalla, donde su propaganda se repetía.

-¿Grayson? - Repitió, sin comprender.

Desde el día en que llegué y le conté a Noah todo, no había mencionado nada relativo a la historia de Grayson y Bri, aunque la llevara conmigo día y noche, impregnada en mi piel y no se lograra salir de mi cabeza.

-Él es modelo. - Dije. -Y esa es su propaganda, mira la pantalla. - Dije.

Noah lo hizo.

-¿Grayson Dolan? - Preguntó, sin entender, luego de un corto silencio, abrió los ojos y me miro. -¡Grayson Dolan! - Soltó, acordándose.

-Quiero irme. - Dije, dándome la vuelta.

-Claro, entiendo. - Por eso Noah me caía tan bien, no hacía más preguntas después de que veía que ya no obtendría respuestas. -Llévate mi camioneta. - Sacó las llaves de su bolsillo y me las ofreció.

-Pero tú...

-Yo mañana paso por ella. - Me aseguró. -Mañana nos tenemos que reunir para seleccionar las fotos que presentaremos a la revista. Anda, llévatela. - Insistió.

-Debo de conseguir un auto, ¿no? -Suspiré y tome las llaves.

-No estaría mal, pero ya. Mañana nos vemos.

-Hasta mañana. Gracias.

Salí de ese lugar apenas pude, trataba de contener las lágrimas después de la charla poco casual que había tenido con Noah. Subí a su intimidante camioneta plateada y luego encendí el motor, haciéndolo rugir bajo de mí. Conduje hasta casa, ignorando las ganas de llorar que me embargaban pero era casi imposible.

Se trataba de Grayson. Bueno, todo en mi mundo se trataba de Grayson, pero esta vez había sido directo, en la realidad, fuera del mundo en mi cabeza.

¿Grayson me extrañaría?, pero ya había pasado un mes desde que me fui de Venecia y ya me habría venido a buscar si es que... me amaba. Entonces todas las ideas que giraban entorno a esa, se desbarataron en mi cabeza.

Giré el volante hacía la derecha, haciendo rodar las llantas de la camioneta en esa dirección.

MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora