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Levanté la mirada y me tope con un bello rostro. Su piel llana y pálida hacía lucir sus oscuros ojos, sin embargo poseían un hermoso color marrón. Sus labios rellenos y rosados se estiraron y formaron una bonita sonrisa.

-Hola. - Dijo.

-Hola. - Dije un poco atontada por el bello rostro juvenil que tenia justo enfrente.

-Perdoname, es que soy un poco distraido. - Musito avergonzado.

-No, no la distraída soy yo.

-Soy Cameron Dallas. - Me estrechó la mano.

-Paula. - Me presenté.

-Eres americana. - Adivinó.

-Si, California, de allí vengo.

-¿Enserio? Yo nací en Texas, soy americano también, pero con raíces europeas. - Explicó.

Ahora había entendido entonces, porqué me había hablado español desde un principio, pero luego dirigí mi mirada hacia la puerta del departamento en el que Cameron iba a introducir la llave antes de que yo lo chocara.

-¿Vives aquí? - Balbuceé, al captar el número que formaba el 310.

-Si, con mi tía.

La vieja gruñona con la que Bri me había dejado la llave de su departamento era la tía del lindo muchacho que me sonreía en este instante. Abrí los ojos ante la sorpresa.

-¿Eres sobrino de la señora Clarck? - Pregunte dudosa

-Si, ¿La conoces?

-Si, bueno no. - Dije y su expresión paso a ser una mueca de confusión.
-Mi amiga me dejo la llave de su departamento aquí y sólo pasé a recogerla, de ahí conozco a tu tía. - Expliqué.

-Oh, ¿Eres tú la chica que se mudó con Bri? - Preguntó.

-Si. - Sonreí.

-Oh genial, ¿Vas a algún lado?

-Si, a un laboratorio de fotografía. ¿Sabes donde queda la calle Squero de San Trovaso? - Pregunte mirando el papel arrugado en mi mano.

-Si, es cerca de uno de los canales hacia el norte.

-¿Está muy lejos?

-No, puedes ir caminando, son como cinco cuadras de aquí.

-Oh, gracias.

-Puedo llevarte si quieres, tengo auto.

-No gracias, hoy caminare, tengo tiempo de sobra.

-Oh, está bien, ¿puedo invitarte luego un café? Para conocernos, digo, vamos a ser vecinos. - Se encogió de hombros.

-Claro me encantaría. - Sonreí.

-Hasta luego, entonces.

-Hasta luego. - Dije. -Oh, y grazie mille. - Murmure lo que había aprendido de Grayson el día de ayer, cuando agradeció al mozo.

Cameron me sonrió.

-Di niente, bella ragazza. - Pronunció.

Me ruborice un poco y le dije adiós con la mano; luego baje las escaleras y me encaminé por las calles de Venecia esperando encontrar lo que buscaba.

Luego de unos minutos y de contabilizar mentalmente las cinco cuadras que Cameron me había mencionado, miré hacia el pequeño recuadro blanco ubicado en el muro externo del último edificio de la cuarta calle; Squero de San Trovaso.
Sonreí satisfecha al haber acertado en mi búsqueda. Tenía la calle, pero aún me faltaba el laboratorio, decidí caminar hacía la izquierda, en donde los números ascendían, tenía que encontrar el doscientos treinta y siete.

Afortunadamente lo encontré, además de que pude visualizar fuera del lugar el letrero en letras grandes y negras que decía "Photo Lab". Eso hasta un torpe puede entenderlo.

Crucé la acera y me adentré en el lugar solitario y oscurecido, solamente iluminado por las luces del exterior que traspasaban por el ventanal, pero aquello no redujo ni un poco los escalofríos.

-¿Hola? - Musité.

-Tonta máquina. - Gruñó una voz fina y delicada que salió detrás de los almacenes. Una voz de mujer.

Me quedé pasmada y mis pies se quedaron congelados en el mismo lugar en donde se habían parado.

-¿Hola? - Volví a repetir, ahora un poco temerosa.

MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora