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—¿Porqué no fuiste? – Pregunté.

Grayson levantó sus hombros.

—Ya me subí la vez pasada, me gusta más estar en tierra. – Dijo.

—Ya somos dos. – Sonreí.

Nos sentamos en una de las bancas sintiendo como el aire movía mis cabellos.

—¿De qué hablabas con Ethan? – Preguntó curioso.

—Ya recordé que eres un curioso. – Musité.

—Que bueno que lo sabes, asi que dime ahora. – Quiso sonreír.

—No, no te voy a decir. Eso es entre tu hermano y yo. – No sabía porqué, pero la mariposa se sentía demasiado bien provocando celos en Grayson, o al menos, creyendo que lo hacia.

—Ya me voy a enterar, ya vas a ver. – Grayson me amenazó y luego sonrió.

—Ya veremos. – Reí.

—¿Quieres un helado? – Preguntó.

—¿Intentas sacarme información con un helado Dolan? – Pregunté.

Él río.

—¿Puedo? – Preguntó riendo.

—Perdón, no. – Negué con la cabeza, divertida.

 —Bueno, entonces te lo invito, ¿quieres?

Lo miré, entrecerrando mis ojos en él.

—Es verdad. – Levantó las manos.

—Está bien.

Nos paramos y nos dirigimos a la pequeña heladería que estaba enfrente.

—¿De que lo quieres? – Me preguntó.

—Chocolate.

Me sonrió y luego se dirigió hacia el chico de cabello rizado detrás del mostrador.

—Due gelato al cioccolato, per favore. – Musitó, con ese acento italiano irresistible.

—Subito. – Dijo él chico y se dio la vuelta, tomando dos copas y depositando en ellas dos bolas grandes de helado de chocolate en cada una.

Le colocó chispas de chocolate arriba y luego nos lo entregó. Yo le agradecí con una sonrisa. Grayson le pagó al chico y este se dio la vuelta de nuevo para buscar el cambio.

—Che bella coppia che fate. – Dijo el chico cuando le devolvió el cambio a Grayson y luego me sonrió.

Grayson sonrió y guardó su cambio en el bolsillo trasero de su pantalón.

—Grazie. – Musitó Grayson.

Me sentí tonta, definitivamente tenía que aprender italiano. Cuando salimos del establecimiento me mordí el labio inferior, indecisa de preguntarle a Grayson, que era lo que había dicho el chico.

—¿Está rico? – Me preguntó Grayson, con esa sonrisa burlona en su rostro.

—¿Eh? Si. – Dije atontada.

—Ni siquiera lo has probado. – Miro mi helado y luego comenzó a reír.

Que tonta.

—Ah, si, cierto. – Reí sintiendome muy tonta. —Gray, ¿qué dijo el chico cuando te devolvió el cambio?

Él río.

—¿Porqué quieres saber?

—Es bueno recordar palabras en italiano, para aprenderlo. – Que excusa tan tonta.

—Bueno, te digo si me dices lo de Ethan. – Negoció.

—Olvidalo. – Me negué.

—Eres dura. – Sonrió.

—Si, y tú muy curioso. Asi que olvidalo.

—Está bien. Ya veremos quien habla primero. – Dijo divertido.

[...]

No llevaba la cuenta de los días en un calendario, pero ya eran más de dos semanas las que habían pasado desde que yo había llegado a Italia, y con eso; la amistad crecía por varios caminos.

Cameron, se había vuelto una persona muy comprensible y amable conmigo, incluso, cuando lo invite a salir, se mostró emocionado y dispuesto; ahora nos veíamos para tomar un café cada vez que queríamos, o si no, simplemente nos poníamos a hablar en el pasillo antes de entrar a nuestros respectivos departamentos.

Con Ethan era distinto, había muchísima confianza, debido a que yo era la única persona que había descubierto su secreo y ahora, contarnos cosas era parte de una charla casual entre los dos. Era bastante atento y siempre me preguntaba por Bri. Cuando salimos a pasear, nunca nos faltaba de qué hablar y al final del día, terminabamos contándonos secretos pequeños.

Valerie era otra de las personas con las que había logrado una bellísima amistad en menos de una semana, su simplicidad y simpatía habían sido fundamentales para eso. Era muy animada y siempre me sacaba una sonrisa.
Además de que yo tomé por costumbre ir al negocio de su familia a revelar mis fotografías. Tenía apenas dieciocho años, pero su mente era tan madura que parecía incluso mayor que yo.

Grayson, ese era un caso muy distinto a todos. Él se había vuelto un gran amigo, el tiempo que compartíamos juntos era mucho más grande que el de cualquier otro, debido a que cada noche tocaba el timbre y pasábamos una hora riendo, hablando. Si, la amistad entre él y yo crecía cada vez mas; pero junto a ello, crecía también una extraña emoción cuando lo veía, una extraña sensación cálida en mi estómago y un estusiasmo palpable al oír el timbre sonar cada noche pero solamente hasta que llegaba Bri, porque luego, la mariposa se apoderaba de mi y podía sentirla en mi estómago perfectamente disgustada, ella quería más tiempo con Grayson. Todo eso comenzó a darme miedo, estaba experimentando sensanciones bastantes extrañas, al menos las llamaba así porqué no tenían que pertenecerle al novio de mi mejor amiga.

Miré el reloj que estaba colgado en la pared, eran las cuatro y media de la tarde.
Tome mi cartera y me dirigí al estudio de fotografía, para que Vale me ayudara con las fotos, como siempre. Al salir me encontré con Cameron quien al instante me regaló una sonrisa.

—¿Vas a algún lado? – Preguntó.

—Si, al laboratorio de fotografía.

—Oh, ¿quieres que te acompañe? – Se ofreció.

—Si quieres, a mi me encantaría.

Así, salimos hasta allá. Cameron es muy inteligente y la verdad es que es bastante apuesto también. Bri me había mencionado varias veces que era muy obvio que yo le atraía a Cameron; sin embargo, era como si mis ojos hayan quedado cegados por un meteoro, y ya no pudiera ver las estrellas. En este caso; Grayson el meteoro y Cameron la estrella.

MANUAL DE LO PROHIBIDO ➳ gd   Donde viven las historias. Descúbrelo ahora