Capítulo 13

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Giro el picaporte de la sala contigua a la de los interrogatorios y la abro.
Soy la primera en llegar junto con mi compañero. Tomo una bocanada de aire y la puerta de la sala de interrogatorios se abre.
A través de un cristal que nos permite ver sin ser visto, observamos el interrogatorio.
—Ahí está. —Entonces, un Policía tira del brazo de un hombre y éste entra casi arrastras en la sala.

Cuando mis ojos le ven, el aire se me escapa con brusquedad del cuerpo y mi nuca se cubre de una capa de sudor frío.
Yo conozco a ese chico. Es el camarero del Dirty Dream.
Y no me importaría si no fuera porque él también me conoce a mi.
Y conoce a Barry.

Atragantada, trato de hablar y al tercer intento lo consigo.
—Me parece muy irrespetuoso e injusto que nosotros le hayamos cogido y le interrogue otro. —Ofendida, me cruzo brazos.
Josef me observa con cautela y suspira. Aunque sabe que tengo razón.

—¿No crees que merecemos ser nosotros? —Presiono, dándole una mirada bastante intensa.
Al principio, mi compañero no está seguro de que debería decir o de si hay algo que hacer.
Pero le taladro con mis ojos. Una de las tácticas del FBI es utilizar tu expresión corporal para presionar a la persona con la que hablas.

Y funciona, al final acaba por funcionar.

—Dame un minuto. —A mi favor, también utilizo el lazo personal que le une a mi. Le gusto, lo sé ahora y siempre lo he sabido, desde mi primer mes en el FBI.
Cuando va a salir de la sala, le muestro mi sonrisa más coqueta y me devuelve el gesto.

Tan listo para unas cosas. Tan estúpido para otras. 

En cuanto la puerta se cierra, mi sonrisa desaparece y pasa a ser una expresión que entremezcla la furia y la preocupación.
Valoro mis opciones. Porque incluso si al final somos nosotros quienes le interrogamos ¿Qué haré?
¿Qué le impedirá conseguir un trato a cambio de delatarme?

¿Y qué pasa con Barry? ¿Cómo voy a poder protegerle esta vez?

Suspiro cargada y me llevo una mano a la frente. Cierro los ojos y masajeo mis sienes, cavilando.

La puerta de la sala contigua vuelve a abrirse y Josef asoma la cabeza para hacerme un gesto antes de añadir:
—Vamos.

Aliviada y todavía más preocupada, dejo que el moreno abra la puerta y me permita acceder primera.
Los ojos del camarero se abren tanto al verme que casi se salen de sus órbitas.
Apreto la mandíbula. Su vista me sigue por cada lado de la habitación, calculando cada uno de mis movimientos.

Josef enciende la cámara. Entonces, una idea cruza mi mente.
Tomo una silla y la arrastro con brusquedad, creando un chirrido.
La pongo junto a el interrogado, justo a su lado.
Abro las piernas para sentarme en ésta, poniendo cada pierna a un lado del recuesto de la silla.

Aunque Josef me mira extrañado, no toma en cuenta mis acciones y se sienta frente a nosotros.

—Marcus Reevan ¿Verdadero o falso?
—Verdadero.

—Muy bien, Señor Reevan. ¿Está usted relacionado con la banda de atracadores? —Dejo que el hombre sea quien hable y silenciosa, mi mano se extiende por mi pierna, aprovechando el punto ciego de la cámara y deslizo mi pistola fuera de su funda.

—No. —Responde simple. Y por esta vez sé que dice la verdad. Que trabaje allí no significa que participe en la banda, sólo los encubre. 
—¿Conoce usted al líder de la banda? —Esa pregunta hace que sus ojos viajen hasta mi.
Sé que por su mente pasa la posibilidad de delatarme.
Entonces, deslizo mi arma y le encañono bajo la mesa, en su costado.

Traga saliva y la sangre abandona su rostro, que se vuelve pálido de repente.
—Nunca le he visto. No sé quien es. No le conozco. —Suelta tan convencido de sus palabras que si no le conociera, casi podría tragarme su mentira.
—¿Está usted seguro? —No es estúpido y sabe que no tenemos nada.

Ninguna prueba contra él. Si no dice nada, no podremos acusarle.
Pero el FBI siempre guarda ases en la manga.
—¿Sabe quienes somos, verdad? Lo que podemos hacer. Sabemos que le conoce, al menos que ha visto su cara. Un hombre alto, ojos verdes.
Digame un nombre, vamos. Le conviene. —Amenaza no tan sutilmente.

Cuando veo un inocente rastro de duda en su rostro, apreto más el cañón de mi arma contra su costado.

Dí una sola palabra sobre él y te lleno el cuerpo de balas.

—No le conozco. —Repite. Y seguimos así durante un par de minutos hasta que mi compañero se da por vencido y sale de la sala.

—Ya lleva aquí 24 horas. Tenemos otras 24 horas más para sacarle algo o volveremos a estar sin nada. —Da la orden directa a todos nuestros subordinados y estos no tardan en ponerse en marcha.

Entonces, me quedo parada y comienzo a retroceder.
El arma ha sido una gran idea pero no puedo estar segura de que no vaya a delatarnos. Tengo que asegurarlo al máximo.

Vuelvo a abrir la puerta de la sala y ésta vez, no enciendo la cámara.
—No me haga daño. —Me pide.
Con expresión seria y profunda, me siento frente a él.
—Sabe quien soy ¿Verdad? —Asiente.

—Pero no se preocupe, no voy a abrir la boca. Ya fuimos advertidos de jamás hablar sobre usted.

Cuando sus palabras atraviesan mis tímpanos, frunzo el ceño.
¿Han sido advertidos sobre mi, dice?

—¿Quién dice que os ha advertido sobre mi? —Humedece sus labios y se inclina sobre la mesa, como si fuera a contarme un secreto.
—El Jefe. El Jefe nos advirtió de jamás hablar sobre usted. De no mencionarla, no hablar de usted o siquiera mirarla. —Me explica. Noto como mi corazón comienza a palpitar con fiereza contra mi caja torácica.

¿Realmente lo hizo? ¿Acaso Barry realmente les amenazó para protegerme?

Trago saliva, sin saber muy bien como reponerme a sus palabras. Tomo aire despacio, tratando de calmar mi mente y enfocarme.

—Sólo hay una cosa más, Reevan.
No digas una sola palabra acerca de él.

Asiente, totalmente seguro de lo que hace y salgo de la sala de manera apresurada, adentrándome en el baño que se encuentra justo en frente.

La sangre corriendo demasiado deprisa por mis venas y la exaltación siendo cada vez más evidente en mi cuerpo.

¿Por qué lo hizo? ¿Por qué me protegió?

¿Vosotros creéis que haya algo más entre Barry y Caitlin? ¿Se quieren? ¿O es sólo atracción sexual?

Pd: No hay cosa más hermosa en el mundo que alguien que te protege sin que lo sepas. Porque no espera nada a cambio, sólo desea mantenerte a salvo ❤.

CRIMINAL. Snowbarry. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora