Capítulo 20

741 56 4
                                    

Cuando su rostro de capullo atraviesa la puerta de mi casa esa noche, tengo la sensación de que mis dedos podrían apretar el gatillo sin que mi cerebro diera la orden.
Antes de dejarme abrir la boca, él mismo agarra mis esposas y se las encierra sobre sus muñecas.
—Tienes que confiar en mi, Caitlin. Nada es lo que parece. Las personas a tu alrededor, en quienes confías...
No son tan buenos como te hacen creer.

Asegura. Me rehúso a alzar la mirada y que sus ojos me encuentren y llenen de duda.
Me limito a mantener la boca cerrada.

—No soy un asesino.

—Si hay algo más ¿Por qué no me lo cuentas? ¿Por qué no me lo has contado antes?  —Expongo. Me llevo las manos a la cadera y suelto el aire en forma de bufido.
Él no tiene una respuesta, agacha la cabeza.

—Si fueras tan inocente, no me habrías esposado y habrías huido.

—Eso es lo que yo hago, Caitlin. Huyo. Huyo de ellos y huyo de ti.
No estoy mintiendo, no soy un asesino. No le maté yo. Pero si soy un ladrón. ¿Qué coño esperabas? —Apreto la mandíbula.

—No vas a dejar esta casa sin contarme la verdad.
Sabes que puedo encontrarte. —Miento y hago una pausa dramática.

«Si vuelves a intentar marcharte sin contarme lo que ocurre, yo misma te buscaré y te meteré un tiro entre ceja y ceja.

Se mantiene serio para fingir que me cree pero una milésima parte de él quiere reírse.
Y yo sólo siento ganas de castigarle.

Muerdo el interior de mi mejilla según las ideas fluyen por mi mente.

Camino hasta él y le obligo a retroceder.
Cuando entramos en mi habitación, de un empujón le hago caer a la cama.

Una pequeña y cargante sonrisa aparece por sus labios.

Riete. Adelante, hazlo.

Pero no olvides que el que ríe último, ríe mejor.

Sé que no va a escaparse y salgo con rapidez de la habitación.
Según voy caminando por mi casa, la ropa de mi cuerpo va cayendo con cada paso.
Hasta que mi ropa interior también desciende.

Regreso a la habitación y su expresión divertida muere al verme.
Ahora soy yo quien río.

Escalo por la cama y dejo en la mesilla lo que he cogido de mi cocina.
Traga saliva.
—Caitlin... —Me advierte. Sus ojos van subiendo de seriedad y no puedo evitar una sonrisa ladeada.

—Ten cuidado cuando escojas con quien juegas... —Susurro en su oído.
Subo sus mano hasta el cabecero de la cama y las esposo ahí.
Su mirada va bajando por mi cuerpo, sin saltarse un sólo centímetro.

Mi mano se extiende y agarro uno de los hielos de la bolsa que he puesto en la mesilla.
Me llevo el hielo a la boca y lo primero que siento es el dolor punzante en mis encías.

Me trago el dolor mientras abro los botones de su camisa. Vuelve a tragar saliva, totalmente atento de mis movimientos.

Mis manos abren por completo la tela y mi boca comienza a viajar por su cuello.

Oigo como refunfuña y se queja y me aguanto las ganas de reír.

El hielo va dejando un rastro de agua fría a su paso.
Gime cuando llego a su pecho.

—Caitlin... —Forcejea con las esposas, tal y como lo hice yo la noche anterior.
Y la satisfacción va a aumentando por mi cuerpo.

Dejo el pedazo de hielo restante descansar sobre uno de sus abdominales.
Le observo, sus ojos cerrados y una expresión que no sé descifrar.
Una vibrante risa escapa por mis labios.

Jodete, capullo.

Tomo otro hielo y lo pongo más directamente esta vez sobre otro de sus abdominales.
Y repito la acción hasta cubrirlos todos.

Mi cuerpo se tumba sobre el suyo y el frío provoca que me muerda la lengua para no gruñir.

Dejo un casto beso sobre la comisura de sus labios y sus párpados se abren.

—Hija de puta... —Sisa. Según el frío ahora compartido de su cuerpo va descendiendo, su sonrisa pícara crece.

—Nunca más, Barry. Nunca más vuelvas a dejarme esposada. —Telegrafío, mi voz teñida por el deseo.

Mis dedos astutos se hacen con la cremallera de sus pantalones y la bajan en un rápido movimiento.
También bajan la prenda interior.

Su sonrisa crece más y más.

Pero... ¿He dicho ya que el que ríe último, ríe mejor?

Mi cuerpo nota la excitación en él.
Pongo ambas manos a cada lado de su cuerpo, apoyadas en el colchón.

Levanto las caderas, moviéndome un par de centímetros.
Vuelvo a bajarles y me penetra así.

Su expresión cambia a una de placer.
Y no me ve cuando sonrío.

Subo y bajo cada vez más rápido sin dejar de mirarle.
Observando el placer vibrar por todo su cuerpo.

Mis manos se enredan en las sábanas, apretando y arañando.
Evito que los suspiros escapen de mi boca, controlo todas y cada una de mis emociones a la perfección.

Bajo y subo más rápido, buscando que mi estrategia no me falle.

Cuando llego al clímax, me aferro con más fuerza a las sábanas y sus ojos se abren al notarlo.
Tras el orgasmo, abro los párpados.

Y ahora si, una sonrisa ladeada escapa de mis labios cuando me muevo y sale de mi cuerpo.
Su semblante cambia por completo y comienza a negar.
Confuso.

Me muerdo el labio para no reír.

—No vas a... —Si, cariño mío. Acabo de dejarte a medias.

Entre mis dedos índice y corazón se encuentra la llave de las esposas.
Abro la puerta del baño y se la muestro.

—¡No! —Exclama pero es demasiado tarde cuando dejo caer la llave al retrete y tiro de la cadena.

Otra carcajada pelea por salir de mi pero la ignoro y tomo aire.

—Como ya te dije antes... No vas a irte de esta casa sin decirme lo que ocurre.

JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA

Caitlin tiene todas las papeletas para hija de puta del año...
Si es que la tengo que querer 😂😂😂😂💖

Pregunta: Esto se os hará difícil pero... ¿Cuál es vuestro personaje favorito?
A ver, Barry me encanta. Es simplemente genial.
Pero es que Caitlin... Al principio todo el mundo (me incluyo) la tomábamos por una indefensa cachorrilla y su evolución ha sido... 👌👌👌👌👌👌👌👌👌👌👌👌

CRIMINAL. Snowbarry. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora