—¡No te rías, Barry! Por tu bien te lo digo, no te rías. —Pero todo lo que hace es reírse todavía más.
—Dímelo. —Deslizo de mi cintura la pistola y amenazo con cargarla sin ningún remordimiento. La subo lo suficiente para apuntar su entre pierna.
—Dímelo ahora mismo o te dejo sin sexo. —Prometo.Pero parece que tiene el día tonto.
—Si me disparas ahí, sufrirás tú más que yo. —¿He dicho ya que es gilipollas?
—¡Pero dímelo, capullo! No tienes derecho a librarte así.
Toma aire y se calma, limpiando alguna que otra lágrima que ha escapado por sus ojos.
—Katy K... —Susurra.
«Katy K era el nombre con el que se te conocía en las carreras ilegales. ¿Verdad?» Asiento.
—Es imposible que sepas eso. A menos que... —Antes de decirlo lo repaso en mi cabeza, asegurándome de atar los cabos.
—Eras uno de los pilotos. —Ahora sí, le acuso.Niega suavemente, alzando una ceja.
—No era uno de los pilotos y me ofende profundamente que no te acuerdes de mi. —Sube la mano hasta su pecho, dramatizando.
—¿Quién eras entonces? Allí sólo estaban los pilotos, él que las organizaba, las chicas y nadie más. —Trato de recordar su rostro pero ninguna imagen aparece en mi cabeza.
¿Es posible que le conociera entonces? ¿O sólo era alguien de la multitud para mi?—Yo era el que custodiaba el dinero de las apuestas hasta que acababa la carrera. —Suelta por fin. A mi cerebro acude la imagen de un joven chico, de estatura mediana y ojos tapados por un flequillo largo.
Pero el último recuerdo de ese chico me hace abrir la boca con exageración.—¡Tú! —Me pongo de pie para acusarle. —¡Maldito desgraciado! ¡Nos robaste todo el dinero de la carrera más importante del año!
Los recuerdos me golpean mientras el ojiverde se dobla sobre sus rodillas, casi agonizando por las carcajadas.
—¿A quién se le ocurre dejarle todo el dinero a un futuro atracador de 17 años?
—¡Maldito ladrón! Todavía me debes miles de dólares. —Me cruzo de brazos, fingiendo indignación.
—Oye, disculpa pero que yo sepa... Yo te ofrecí devolverte el dinero. Tú rechazaste mi oferta. —¿Qué? ¿Está de coña?
—¿Estás seguro de que no te drogas y te ha afectado al cerebro? ¡Eso no ocurrió así! —Exclamo.
—Pues yo creo que si...
Flashback
—¡Ese hijo de perra ha huido con todo nuestro dinero! ¡Maldito asocial de mierda! —Exclama mi amigo Tony.
Indignada y enfurecida, le doy un puñetazo a la carrocería de mi coche.
—Cuando pille a ese hijo de puta... —Siso.Entonces, las sirenas policiales nos ponen sobre aviso y todos nos dispersamos, tomando caminos opuestos.
Me subo a mi deportivo negro y arranco el motor, derrapando sobre el asfalto.
—Hasta la vista, Katy K. —Acuerda Tony. Hago un gesto sobre mi frente con mi mano y comienzo a conducir.