Capítulo 15

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—Josef, dejame ver el cadáver. —Pido por enésima vez. Y por enésima vez, su respuesta vuelve a ser la misma.
—No me han dejado verlo a mi tampoco, Caitlin. Pero no hay duda de que es él. Es todo lo que cuenta.

Apreto la mandíbula.

Tomo las llaves de mi coche y me apresuro a bajar las escaleras.
Bajo de dos en dos, notando el corazón bombearme en la garganta.

«No hay duda de que es él»

«No hay duda de que es él»

«No hay duda de que es él»

Está muerto. Barry está muerto.

Las ruedas de mi coche chirrían sobre el asfalto.
El semáforo frente a mi se pone en rojo pero no piso el freno. Presiono con mi pie el acelerador.
En un instinto suicida, conduzco directa hasta el semáforo, con los oídos taponados y la sangre acumulándose en mi cabeza.

Siento una punzada en la sien y oigo el ruido lejano de unas bocinas.

Paso el cruce de peatones por el más puro milagro, sintiéndome en una nube de adrenalina y peligro.

Aparco sin ningún cuidado, casi estrellándome con la casa de mis vecinos y salgo del coche. No estoy segura de si cierro la puerta pero la realidad es que no me importa.

Mis piernas se mueven por impulso, sin que mi cerebro las tenga que ordenar.

Agarro entre mis dedos temblorosos la llave y trato de introducirlas en la cerradura.
Fallo al no ser capaz de meterlas en el lugar adecuado. Mi mano pierde el control y la llave se resbala al suelo.
Me agacho tan rápido que noto un mareo que me obliga a poner las manos en el suelo y respirar hondo antes de ponerme de pie.

Cuando logro entrar en casa, mis piernas comienzan a correr en dirección al baño. Uno de mis pies pisa mal y me doblo el tobillo a causa de los tacones.
Suelto un quejido y dejo ese tacón sobre el suelo, continuando sólo con el otro.

Llego hasta el baño, de un portazo abro la puerta y abro el grifo de la ducha.
Sin cavilarlo ni por un segundo, me adentro en esta.

El agua está helada. Tanto que la cabeza comienza a dolerme en cuanto el líquido cae sobre ella.
Siento que los ojos van a explotarme y un dolor en los riñones lo sigue.
El maquillaje comienza a correrse y caer desde mi cara.

Tengo un sentimiento latente dentro del pecho, me quema y arde.

Es como si alguien hubiera tomado un bisturí y hubiera ido cortando la piel de mi cuerpo. Puedo sentir una mano rugosa y fuerte adentrarse en mi pecho, traspasando carne y llegar hasta mi corazón. Arrancarmelo sin piedad, llevándose todo a su paso.

El dolor ha llegado a un punto placentero.
Siento como si de alguna manera, me estuviera castigando a mi misma.
Como si pudiera golpearme los nudillos contra la pared, buscando una paz insuficiente.

Salgo de la ducha y el suelo se llena de gotas de agua. Elevo la mano para despegarme la camiseta.

Me siento en la mesa y un millón de recuerdos se me clavan como agujas.

No sé el tiempo que pasa, sólo sé que me quedo mirando a un lugar que no veo.
Me pierdo en mi misma, dejando de pensar.
La mente se me queda en blanco y pierdo la noción del lugar en el que estoy.

Todo el ruido alrededor de mi deja de llegarme directamente.
Como si hubiera una tela invisible taponando mis tímpanos.
Oigo si, pero no escucho.

Una puerta se abre. Mi cuerpo no reacciona, ni siquiera se inmuta.
Mi cerebro tampoco lo hace, bloqueando toda señal.

Una lámpara se enciende y sólo entonces soy consciente de que la noche ha caído y estoy totalmente a oscuras.

Veo una figura pero no logro atar cabos dentro de mi.

—¿Caitlin? —Como si alguien acabara de sacarme del fondo del mar, tomo aire profundamente y despierto. Despierto de verdad.
Pestañeo tantas veces que unas atrevidas lágrimas llenan mis orbes.

—Caitlin. —Vuelve a decirme.

El aire comienza a salir fuerte de mi pecho y entra de la misma forma.
Siento ahogarme, siento necesitar más oxígeno del que nadie necesita.

Mi rostro comienza a quemar y la única neurona consciente en mi cerebro, hace presión hasta que reacciono.

De un salto me pongo de pie y eso provoca que mi ropa suelte unas cuantas gotas voladoras.

Doy el paso más grande que he dado en mi vida y salto para enredar mis brazos en su cuello.

Y cuando su aroma a menta y tabaco me llena los pulmones, sólo entonces el alma vuelve a mi cuerpo.

Me aferro a él como quien se aferra a la vida.

Pero no tarda en separarme y mostrar una mirada cargada de preocupación y rareza.

—¿Caitlin? ¿Qué pasa? ¿Por qué estás mojada?

Entrecortada, abro la boca.
—Estás vivo. —Reafirmo y sé que me lo digo a mi misma y no a él.
Su sonrisa aparece en su rostro.

Cuando le veo sonreír, abro la boca y cierro los ojos, suspirando.

Los minutos transcurren y sigo teniendo una sensación de ahogo.
Pero no de la misma manera.

—Josef me dijo que había matado a un hombre alto de ojos verdes. —Agacha la cabeza después de apretar los labios. Con una expresión de dolor.
—Era un compañero. —Aclara.

—Creía que eras tú. —Sus ojos se encuentran con los míos y veo que intenta distraerse.
—Para que luego digas que no estás loca por mi. —Por primera vez desde que le conozco, no suena igual que siempre. Es un intento roto de broma, de llevar su mente a otra cosa.

Aún así, sintiéndome algo ofendida, le doy un puñetazo en el hombro.

Sus manos van hasta su cuello y se saca la la camiseta por éste.

—Estoy vivo, a salvo y ahora sin camiseta. —Ruedo los ojos. Tira de mi cintura sin cuidado, tratando de besarme.
Y sé cuanto lo necesita. Sé cuanto lo necesito yo. Así que le dejo.

Pero en ese instante, algo vibra en su bolsillo y lo alcanza con su mano.
—¿Quién coño te crees para molestarme? —Gruñe con la voz ronca a quien sea que le haya llamado.

La otra persona habla y puedo oír que sus frases son alteradas y que su tono es demasiado alto.
Su expresión cambia radicalmente y su mano abandona mi cuerpo para ponerse en pie.

—Voy para allá. —Trato de detenerle, poniéndome en el medio entre él y la puerta.

Cuenta el teléfono y me mira.

—Lo siento, Snow. Tengo que irme. —No espera a que hable, corre a través de la puerta.

Continuará...

No pretendo sonar egocéntrica pero... Buah, a quien pretendo engañar.
El aquí es que cualquiera de mis fanfics Snowbarry es cien mil veces mejor que la historia que los escritores "profesionales" le han dado a Barry y Ir*s en la serie.
Oops, lo dije. ☕☕☕☕

CRIMINAL. Snowbarry. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora