"Necesitamos mucha locura para soportar tanta realidad".
Cerré mis ojos fuertemente. Eso no podía estar pasando. Nate me había visto besando a Daniel. ¿Por qué me debía importar? No lo sabía. Por alguna razón no me había gustado que Daniel me besará, él debió esperar...
Tú te lo ganaste, Becka.
Lo peor de todo es que mi conciencia tenía razón. Debí decirle la verdad a Daniel e irme, hasta ahí, no permitir que él me hubiese besado. Pero ¿estaba bien que me hubiese besado? ¿No?
Nate seguía estático y con el ceño ligeramente fruncido.
-¿Interrumpo sus sesión de besos? – dijo sarcástico.
No sabía qué hacer, lo mejor era actuar normal.
-Sí – no lo dije yo, ese había sido Daniel.
Yo no podía decir nada, no sabía que decir.
-Creo que llegué a buena hora, ya saben – dijo Nate. Lo miré con el ceño fruncido – antes de que entraran al baño atrás de ustedes.
-¡Nate! – me había puesto roja - ¿Qué te crees?
Dios, que imbécil. Si él supiera que había pasado antes.
-Lárgate de aquí, Nathaniel – dijo Daniel.
Sin yo moverme, Daniel se posicionó a mi lado. Su colonia peculiar junto con su aroma llegaron a mi nariz.
La cara de Nate estaba inexpresiva, parecía tan ajeno a lo que estaba pasando; sin embargo, parecía tenso. Sus músculos de los hombros estaban más arriba de lo normal comparado con su cuerpo.
Nate soltó una risa sin gracia - ¡Vamos! Continúen, - me miró y se encogió de hombros – ya me iba, de cualquier modo.
Nate se dio la vuelta y desapareció por el pasillo. Por más que no quería aceptarlo, alargue la cabeza para ver si, por casualidad, había parado y dado la vuelta.
-Esa es su especialidad ¿No?
Parpadeé hacia Daniel sin entender de que estaba hablando.
-¿Eh?
Daniel negó con la cabeza y sonrió – Interrumpir.
-Oh – fue lo único que pude decir.
Era verdad, por alguna razón, siempre que Daniel y yo estábamos juntos Nate interrumpía. Parecía que estuviera ahí en el momento exacto.
Como ahora.
Rayos, Becka.
¿Por qué Nate tenía que interrumpirme en ese momento?
-Bueno... - dijo Daniel llamando mi atención - ¿en que íbamos?
Se fue acercando a mí de nuevo pero yo lo aleje, su cara era de completa confusión así que decidí reírme para calmar el ambiente.
Era incomodó y extraño, no me sentía muy a gusto. Además, Nate rondaba mi mente.
-Daniel – le dije con una sonrisa – debo irme.
Parecía herido, sus ojos estaban apagados y su sonrisa había desaparecido.
-¿Irte? ¿a dónde?
Asentí y decidí que no era el momento para hacer esa conversación.
-¿Sabes? Tengo hambre.
Daniel creyó que era broma – Sí, claro.
-Es en serio – le di un breve empujón mientras él reía – no comí nada.
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¿Coincidencia?
Teen FictionLa mayoría de las personas creerían que una mudanza sería el escape a todos sus problemas, ¿no? Pero, para mí, no. Tuve que dejar a mis amigos, mi familia, mi vida -mejor dicho todo - para mudarme a San Diego. Por lo menos pensé que tendría un buen...