Capítulo 41 "Pijama"

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- ¿Por qué estoy haciendo esto? – dije en el auto como la loca que era.

Esto era una completa locura. ¡Vamos! Solo cosas así pasaban por mi cabeza. Mi mente no paraba de repetirme que me devolviera a mi casa, que durmiera y olvidara todo esto. Pero, no, así de impulsiva era.

Para rematar, hacía un frío del demonio. Mi chaqueta delgada no me alcanzaba a cubrir nada. Mierda. ¿Qué estaba haciendo? Mi navegador marcó 10 minutos para llegar a mi destino. En el fondo yo sabía que eso era malo ya que me daba más tiempo para pensar en lo que estaba haciendo.

Tiempo para pensar que estaba haciendo algo muy estúpido.

Negué con mi cabeza y decidí prender la radio. Back To You de Louis Tomlinson y Bebe Rexha, empezó a sonar. Me sabía esa canción al derecho y al revés, así que la canté. La poca gente de la autopista me miraba extraño cada que vez que paraba en un semáforo, ya saben, viendo a una adolescente loca cantando alocadamente en un auto. Ah, y por cierto, yo cada vez aceleraba más, quería llegar rápido.

Mi corazón se disparó en el momento en el que volteé por una calle llena de bares y restaurantes. Había muchas personas – demasiadas -, algunas en grupos muy grandes y otras en pequeños circulos. Me estacioné y salí del auto.

No era falta decir que me sentía fuera de lugar, claramente.

Si corres demasiado rápido nadie te notará, Becka, huye.

Era ilógico salir corriendo porque todos lo notarían. ¿Quién no sospecharía de una persona corriendo desesperadamente hacía un auto?

-Tarjeta de identidad – escuché.

Frené de repente en una puerta abierta que tenía una cinta roja que evitaba el paso de cualquien persona. Un hombre grande, musculoso y con cara seria, me miraba fijamente. Yo parecía muy indefensa delante de él.

-Eh, sí...- dije – la dejé en mi casa – mentí.

Obviamente yo no era mayor de edad, así que no podía entrar diciendo que era menor.

-Adiós – dijo el hombre y dejó de mirarme, corrió la cinta roja para que una pareja pasara.

-Miré... señor – empecé a decir, mi garganta ardiendo – tengo que entrar por un amigo que está allí – señalé adentro del bar – le juro que no me demoraré ni 10 minutos, se lo prometo.

El hombre me mriaba, exahusto, tal vez había lidiado con personas como yo toda la noche.

-No.

Rodeé los ojos sin saber que hacer. Debía entrar allí fuera como fuera.

-Señor, se lo pido – empecé a suplicar, yo nunca suplicaba – solo lo sacaré de allí y listo. Pasaré desapercibida.

-No – volvió decir.

-Métase su "no" por el... - empecé a decir.

Relájate, Becka.

Empecé a tocar mi cabello, desesperada. Miré a toda la calle buscando tal vez un poco de ayuda, ya ni sabía que estaba mirando. ¿Qué estaba haciendo allí? Salvando al estúpido de Nathaniel Anderson, obviamente.

Me volteé de nuevo cuando escuché una voz.

-Ella viene conmigo.

Jared. Lo que faltaba. Él estaba ahí, igual de atractivo como siempre. Su camisa larga de cuadros hacía que su cuerpo se marcara. Jared estaba hablando con el hombre de la puerta, tan confiado como si fuera el dueño del lugar. Pff.

¿Coincidencia?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora