CAPÍTULO 22

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Newt se sentó junto a Minho en los asientos de mando de la cabina y subió sus pies sobre el panel. Estaba de muy mal genio por lo que acercarse a su bromista amigo no era la mejor idea pero no quería estar sólo divagando por el Berg.

—¿Recuerdas cuando te pedí que no lo llamarás idiota?–

—¿Qué?–

—Cuando te pedí que no le dijeras idiota a Thomas.–

—Oh, sí. Lo recuerdo.–

—Estoy de acuerdo contigo ahora, es un idiota.–

—¿Por qué te molesta tanto quedarte aquí? No soy tan mala compañía.–

—No soporto los sitios cerrados, menos si es éste asqueroso aparato del demonio, no me trae buenos recuerdos.–

—Estás seguro aquí, Newt. Yo te protegeré, lo prometo. —aseguró él con una encantadora sonrisa sobre sus labios. Newt sintió sus mejillas enrojecer hasta alcanzar sus orejas, la excesiva amabilidad de Minho y aquella peculiar forma de hablarle lo hacía estremecerse.

—Gracias... —respondió, sintiéndose cohibido.

Las horas transcurrieron para ellos con cierta rapidez. Minho puso su mejor esfuerzo en entretener a Newt mientras Thomas lograba regresar con Gally y el tipo que podía ayudarlo con el pequeño problema del implante. Ninguno de los dos notó lo tarde que se había hecho cuando las puertas del Berg resonaron dentro de la cabina. Ambos se pararon alarmados y Minho se encaminó armado hacia ella.

Minho, somos nosotros, abre. —se anunció Thomas desde el otro lado. El mencionado rápidamente giró la perilla y les permitió el paso. Su amigo fue el primero en ingresar y detrás de él un hombre de lentes cuadrados, delgado y de barbilla afilada se apresuró al interior, el último en entrar fue Gally, y se lo veía bastante agotado. —Éste es Bandido. Estuvo encantado en acompañarnos cuando supo que era un inmune de tu clase a quién trataría. —dijo él, dirigiéndose ésta vez a Newt. El rubio se acercó para estrechar su mano y el hombre la tomó con efusividad.

—Es un honor conocerte. —dijo el hombre agitando su mano. —He escuchado mucho de los de clase. Jamás pensé en poder conocer a uno en persona. —Newt intentó soltar su mano pero el hombre no parecía querer soltarla y rápidamente su ceño se frunció molesto, si no lo soltaba lo golpearía.

Thomas, que empezaba a entender el idioma silencio de su rostro, se acercó rápidamente hasta el hombre y lo tomó del hombro llamando su atención.

—¿Que tal si empezamos? Mi amigo no suele tener buen genio... ni paciencia... —intentó sonar amable Thomas, no podían arriesgarse a que terminara negándose a quitarle el implante por un arranque de cólera de Newt.

—Sí, me parece fantástico, pero será mejor que busquemos un sitio cómodo en donde pueda recostarse. Tengo que sedarlo.

—¿Sedarme? Olvídalo, no vas a drogarme. —dijo él a un paso de golpearlo. Ese tipo no le daba ni una pizca de confianza.

—Retirar el implante puede ser muy doloroso, es mejor si te sedamos. Además puede activarse en tí un protocolo especial contra el removimiento del dispositivo, me temo que no tenemos otra opción. —respondió el hombre un poco desconcertado por la repentina hostilidad de Newt.

—No te preocupes, él por supuesto que aceptará. —interrumpió Thomas el intento de Newt de volver a negarse al procedimiento.

Thomas obligó a Newt a recostarse sobre unos de los catres sujeto a los muros del Berg. El rubio aceptó a regañadiente y sólo porque era Thomas quién se lo pedía. Sinceramente no quería tener que dormirse en el proceso pero no había forma de quitarlo estando conciente. Mucho menos con la fuerza que había adquirido después de los experimentos, él sabía que –de llegar a descontrolarse– sería imposible detenerlo. Pero Newt tenía muy malos recuerdos de la anestesia que solían aplicarle los médicos de CRUEL, por eso no le parecía especialmente encantadora la idea.

DIFERENTE (newtmas-minewt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora