CAPÍTULO 23

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Los ojos de Newt se aguaron de ira, sentía las venas en su frente palpitar y sus dientes crujir. Estaba fuera de su autocontrol y sabía que era peligroso en aquél estado, pero por primera vez le agradó no tener el control porque aquello lo liberaba de culpas.

Una luz se encendió en la habitación y una sombra esbelta y alta apareció detrás de una pequeña puerta que separaba la cabina del Berg del resto del vehículo. Al entrar, Newt descubre desalentado de que se trata de Thomas. Desde su posición éste lo contempla con cierta sorpresa, al parecer no esperaba encontrarlo despierto.

Thomas lo mira y no puede evitar sonreírle, quizás con la esperanza de que todo siguiera tal y como estaba sucediendo hasta entonces, pero algo en el rostro de Newt le hizo saber que aquel chico recostado sobre el catre no era él, era alguien oscuro y lleno de odio que ocupaba el cuerpo de su rubio compañero.

Newt por su parte no pude evitar verlo con aborrecimiento. Había algo dentro de él, una fuerza sobrenatural que lo hacía arder en una profunda rabia, consumido por la peor y la más horrorosa sensación de odio. Un sentimiento que lo arrastraba por un camino de oscuridad hacia la locura, era algo que subía desde su estómago, por su esófago, llegaba a su garganta y luego a su boca, amargando todo a su paso.

Thomas lo intuía y pesar de saber que todo estaba mal, se acercó con convicción. Las cosas no podían salir peor y lo único que le quedaba era hacerle frente a su amigo y arrepentirse. Si pedir disculpas de rodillas era la solución no dudaba que lo haría gustosamente, aunque quizás no fuera suficiente para Newt ni para él.

Estaba claro que Thomas debía obtener el perdón de su amigo pero también era necesario perdonarse a sí mismo. Sin embargo, él jamás había logrado perdonarse. Por lo tanto tampoco lo haría Newt, no con esa actitud de constante culpabilidad que lo incriminaba.

El cuerpo de Thomas camina con rapidez hasta quedar a su lado y se arrodilla frente a él, su mano se apresura a tomar la de Newt, con toda la esperanza de no ser rechazado, pero tan pronto como se acerca su amigo aleja las manos de su alcance, reticente a ser tocado. Thomas recibe el mensaje perfectamente pero es demasiado obstinado para entenderlo y prefiere volver a intentarlo. Esta vez Newt no reacciona tan pacíficamente y su voz se oye alterada y desbordante de rencor cuando decide romper el silencio.

—¡No me toques! —el grito de Newt, en el silencio perpetuo de la noche, sobresalta a todos los tripulantes. Incluso Thomas que está a su lado se exalta dando un pequeño salto en su sitio.
—Newt... ¿Qué sucede? —Thomas preguntó temeroso. Pero él no era tonto sabía, por su actitud, perfectamente lo que sucedía. Newt había recordado su antepasado aterrador. Ese horrible sujeto que se negaba a aceptar que, alguna vez, fue parte de él. —Newt, soy yo... —dijo él suavizando su voz. Su mano se estiró para alcanzar su mejilla, intentando acariarla. Newt, sin embargo, atrapó su mano a escasos centímetros y la retorció con fuerza.
—Sé bien quién eres... —afirmó Newt, con una voz inhumana, que parecía sacada de las mismísimas profundidades del averno.

Thomas sintió su respiración detenerse cuando lo oyó y su mano comenzó a doler intensamente por la dura presión que ejercía sobre ella. La fuerza de Newt era incontenible y ahora estaba desatada.

—Newt... Me haces daño... —se quejó Thomas adolorido intentando guardar la compostura, aunque ciertamente estaba a un paso de las lágrimas. Literalmente sentía sus huesos abollarse bajo su agarre.
—Tú me has hecho mucho más daño. —respondió el rubio sin aflojar la fuerza de sus dedos sobre Thomas. —Nos has hecho daño a todos... Un muñeca rota no es demasiado en comparación ¿No crees?...–

—¡Suelta! —gritó él sacudiendo su mano. Newt, no obstante, no se sintió intimidado por su alarido y en vez de dejarlo ir, tiró de él en su dirección. Sus rostros, ahora tan juntos, alarmaron a Thomas. Newt tenía esa expresión de paciente psiquiátrico que tantas veces le ocasionaron pesadillas. Aquella que recordaba de su último encuentro cuando su mano resbaló sobre el gatillo y le disparó.

—Siempre serás uno de ellos. Has elegido no recordar porque temes de quién eres, pero yo lo sé.–

—¿Está todo bien? —interrumpió Minho, inspeccionando la curiosa escena entre ellos. Newt, ante su aparición, lo soltó de mala gana y dejó que se alejara.

—Sí, todo está bien. —afirmó Thomas con la voz temblorosa, masajeando donde el agarre de Newt había dejado enrojecido.

—Gally te necesita en la cabina. —dijo con desconfianza su amigo. Claramente no le había creído ni una palabra.

—Voy. —se apresuró Thomas dejando a su amigo a sólas con Newt.

Minho se acercó a él guardando un poco las distancia y cruzó sus brazos sobre su pecho. —¿Cómo te encuentras?–

—Deseando regresar. Necesito volver a ver a Derek y a mis hermanas.–

—¿Y los recuerdos?–

—Intactos. Demasiado nítidos quizá.–

—Estás muy tenso. ¿Qué sucede?–

—Sucede que Thomas es un traidor, deberíamos abrir la escotilla y arrojarlo al vacío.–

—¡¿Pero qué dices?! —se escandalizó Minho. No podía ni imaginar esas palabras saliendo de su boca. —Thomas no será perfecto pero tampoco merece la muerte.–

—Tú no entiendes.–

—No, el que no entiendes eres tú. Estás molesto, lo sé. Pero mira a tu alrededor... —señaló extendiendo sus brazos. —Estás aquí porque Thomas así lo quiso. Recuerdas porque él te dio la opción de quitarte el implante. Si hubiera sido por mí, ni siquiera nos hubieras acompañado. Él no es tu enemigo, Newt. Y puede que a veces me moleste con él, pero es nuestro amigo.–

—No estoy de acuerdo contigo. Cuando regrese a la isla me marcharé con los míos. No voy a quedarme. —comentó Newt, irritado. Minho elevó sus cejas desconcertado. Aquello era impensable.

—¡¿Qué?! ¡Estamos bien donde estamos, no salgas con idioteces!–

—Di lo que quieras. De todos modos no pueden retenerme.–

—Vas a arruinarlo todo. Y pondrás en peligro a las personas que amas si te las llevas.–

—Tendremos que arriesgarnos, entonces.–

Minho movió su cabeza en señal de desaprobación. Era inútil intentar razonar con él estando tan enfado. Lógicamente no podían permitirle irse, menos aún si eso significaba poner su vida en riesgo, así que ni siquiera intentaría convencerlo. Podía estar de acuerdo o no y podía chillar todo lo que quisiera, de todos modos no lo dejarían irse.

Minho se giró y se marchó a la cabina también. No gastaría sus energías en discutir con él porque era absurdo y porque nada de lo que dijera lo convencería de lo contrario. Thomas convivió en aquella isla con él durante tres años, sufriendo las mismas experiencias y trabajando codo a codo con él para construir un hogar para los inmunes, sabía perfectamente que su verdadero enemigo no estaba en la isla.

El resto del viaje ocurrió casi en completo silencio entre ellos. Thomas y él no intercambiaron palabra en el transcurso de las pocas horas que les quedaba para pisar tierra de nuevo y con Minho las cosas tampoco eran mucho mejores.

Entrando el amanecer, Gally anunció su llegada a la isla. Newt, resentido, fue el primero en descender y corrió directo a los brazos de Derek, quien lo esperaba en primera fila en el tumulto de gente rodeando el helipuerto improvisado. Los ojos de Thomas siguieron sus pasos y no pudo evitar sentir una insana sensación de celos. Le dolía muy profundo su descaro, pero no tenía el derecho de reclamarle nada en las condiciones que se encontraban.

Derek por su parte se sorprendió de la actitud del rubio. Newt lo abrazó muy fuerte y se colgó de su cuello con necesidad. Estaba llorando sobre su hombro, terriblemente dolido.

DIFERENTE (newtmas-minewt)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora