Los brazos de Minho se separaron lentamente de él cuando Thomas se acercó a ellos. —¿Me dejas hablar con Newt? —preguntó él con un extraño acento demandante. Minho frunció el ceño y elevó la barbilla en gesto de superioridad, estaba empezando a molestarle aquella actitud represiva de Thomas. Dejo escapar un largo suspiro y decidió dejarlo pasar por ésta vez.
—Si, claro...—se alejó de mala gana. —Pero no te tardes demasiado. —Minho se alejó de ellos con pasos rápidos. Newt sonrió ante las pataletas de su amigo.
—¿Qué pasa? —preguntó con preocupación. La cara de Thomas no era de ninguna manera un signo de tranquilidad.
—Tengo que pedirte algo. —dijo él, acercándose como si fuera un vendedor de drogas desesperado. Nervioso, rascándose la barbilla, sin querer hacer contacto visual directo con Newt. Se sentía mal por lo que iba a pedirle.
—Lo que quieras, después de lo que hiciste por mí no podría negarte nada, Tommy.—expresó con sincera gratitud.
—Tienes que guardar el secreto de lo que pasó aquel día, cuando creí que habías muerto. —Newt lo vio extrañado, su amigo no era culpable de lo que sucedió aquel día, él se lo había pedido, casi exigido. El silencio del rubio le indicó que prosiguiera. —Minho no lo sabe. Él no debe saberlo nunca. Júralo. —exigió. Su voz tensa y alarmada sólo logró alterar más a Newt pero, sin embargo, asintió repetitivamente con la cabeza.
—No hay problema. No se lo diré a nadie, tranquilo.–
—Sí. Mejor así. No me malinterpretes, estoy feliz de que estés vivo pero Minho se ha vuelto un gran amigo en todo este tiempo, mi mejor amigo de hecho, no soportaría que se alejara de mí por algo que sucedió hace tanto tiempo.–
—¿Por qué nunca lo supo? —preguntó Newt con curiosidad.
—Él jamás hubiera aprobado algo como eso. —respondió Thomas como si fuera obvio.
—Bajo las circunstancias, quizás lo hubiera considerado. —reconoció Newt. Él conocía perfectamente a Minho, en sus años dentro del laberinto siempre se comportó frío y desligado a todo. No era piadoso ni empático con ninguno de los Habitantes. Muchas discusiones con él eran precisamente por su dura manera de ser. Por eso le resultaba tan imposible reconocer a esa versión sensible de la que hablaba Thomas. Admitía que en sus últimos días de locura, Minho parecía un poco preocupado y trató de acercarse a él, pero recordando que en aquel momento la muerte lo acechaba, no le tuvo en cuenta aquellas acciones.
—Él no es así. —defendió Thomas como si Newt le hubiera faltado el respeto de alguna manera. —Le dolió mucho tu pérdida. —Newt intentó mantenerse serio pero le fue imposible. Una carcajada se escapó de sus labios. Thomas lo miró furioso.
—Lo... Lo siento. —se disculpó. —Es sólo que es imposible para mí imaginarme a Minho afectado por algo.–
—Solo mantén tu boca cerrada. —expresó con enfado y luego se alejó. Newt no hizo nada para detenerlo, él ciertamente no consideraba que hubiera hecho algo para molestarlo.
El vuelo se alargó por horas y al final terminó recostado sobre un viejo catre aferrado a las paredes del Berg. Estaba mentalmente agotado y solo quería dormir hasta que aterrizaran, sus ojos se cerraron y estaba apunto de conciliar el sueño cuando el peso de alguien sobre su catre lo despertó. Abrió los ojos para ver de quién se trataba pero internamente reconocía aquel gesto.
—Derek... —Newt se apoyó sobre sus brazos y se sentó sobre las sábanas —¿Dónde te habías metido? Te perdí de vista cuando llegaron a rescatarnos.–
—Subimos al Berg con Cora y luego nos perdimos entre tanta gente. Estaba preocupando por ti, no te encontraba por ningún sitio. —dijo él con mirada acusadora. Tenía el entrecejo fruncido y los labios apretados. Derek y él se habían conocido dentro del Búnker en un desafortunado encuentro después de haber sufrido los efectos secundarios de un experimento que CRUEL llevó a cabo con él.
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DIFERENTE (newtmas-minewt)
Fanfiction(Si después de leer The death Cure te quedaste con un mal sabor de boca, ésta historia te va a agradar) Aquella mañana un importante mensaje lo obligó a sonreír esperanzado, aunque se había jurado no volver a sentir aquella traicionera sensación, no...