VEINTICINCO: Una semana antes de las vacaciones

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Lunes de la última semana de clases. El viernes finalizarían quinto año y luego, solo quedaría un año más para terminar la secundaria y dar comienzo a la universidad, pero para eso aún faltaba tiempo.

Pero como buen lunes, era un día horrible. No por el clima porque había un sol radiante a las siete y media de la mañana, tal vez hacía un poco de calor pero era entendible ya que estaban a principios de diciembre y el verano estaba golpeando las puertas para entrar.

Era un día horrible porque era lunes. Punto.

¿A quién podía gustarle? Después de un fin de semana de descanso, lo que toda persona odiaba era empezar la rutina, el trabajo, la escuela... Y Moira no podía estar más de acuerdo.

Pero, por primera vez en su vida, estaba ansiosa de que llegara el día lunes. ¿Por qué? Simple, quería ver a Agustín. El viernes no había tenido noticias de él, no habían ido a la Peatonal y el Día de series hace bastante que ya se habían olvidado de él. El sábado no contestó ninguno de sus mensajes y el domingo ya estaba bastante enfadada con él para ir a verlo en su partido de fútbol, así que salió con Jennifer.

Y hoy, 7.30 de la mañana, estaba esperándolo en la entrada del colegio para tener una charla larga y tendida con él. ¿Qué era eso de no contestarle los mensajes y olvidarse de ella? No se lo iba a permitir.

Y lo esperó. Tocó el timbre para ingresar al colegio y ninguna señal de Agustín. Moira comenzó a preocuparse, su amigo no era un alumno de asistencia perfecta, pero solo faltaba si era necesario; y eso comenzaba a asustarla. ¿Y si le había pasado algo grave? Ahora se sentía culpable, ella enojada con su amigo y él seguramente estaba sufriendo.

Quiso escaparse del colegio e ir a la casa de Agustín, algo que tuviera que haber hecho desde un principio, pero su intento se vio frustrado cuando apareció el preceptor y la obligó a ingresar al aula.

Pero toda preocupación fue remplazada por enojo cuando entró al aula. Agustín estaba perfecto, sin ningún rasguño y hablando tranquilamente con Celeste. No lo soportó y fue directo a sentarse junto a Jenni, ¡qué le den! Si prefería estar con la nerd, allá él.

— ¿Estás bien?— inquirió su amiga. Era extraño que no se sentara con Agustín.

—Sí — fue una respuesta tan seca que Jennifer supo de inmediato que estaba mintiendo.

No quiso insistirle a su amiga, sabía que no iba a poder sacarle nada cuando estaba con ese ánimo. Era mejor dejarla y cuando se le pasase, ella misma le contaría. Pero para satisfacer su curiosidad dirigió su vista por toda el aula y encontró su respuesta al instante.

El profesor entró y todos se dirigieron a sus asientos dispuestos a comenzar, Jennifer sabía que esto solo era la calma que antecede al huracán.

La clase fue aburrida, tampoco se podía esperar nada de un lunes bien temprano a la mañana, la mayoría de los alumnos estaban más dormidos que despiertos. Moira cerró su carpeta con demasiada fuerza y se marchó hacia el recreo, sus amigas la siguieron sin entender muy bien que le pasaba. Jennifer dirigió una rápida mirada hacia Agustín y lo vio hablando con un compañero. Luego, siguió a las otras tres.

— ¡Se puede saber qué demonios te pasa!— Candelaria frunció el ceño y Moira se lo regresó, pero no le contestó. Se quedó callada y con un aura que espantaría a cualquiera.

—Agustín—fue lo primero que dijo Jennifer cuando alcanzó a sus amigas. Maia y Candelaria la miraron sin entender y Moira acentuó aún más su mal humor, si eso era posible—Agustín y Celeste, eso es lo que la tiene como alma que lleva al diablo.

¿Cómo decir TE AMO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora