VEINTIOCHO: Una simple acción puede cambiar el destino

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                   Con un beso llegó la calma, con un beso dijiste adiós.

                                                                                             11 besos - Morat.

Habían ganado el partido. Pudieron levantar la copa luego de unos minutos finales agónicos, y gracias a una contra bien elaborada y finalizada magistralmente por Julián, su equipo marcó el único gol del partido y se consagraron campeones por tercera vez consecutiva.

La euforia aún corría por sus venas y sentía la imperiosa necesidad de salir corriendo y quemar esa energía, pero no podía, así que se conformaba con mover rítmicamente su pierna, mirar hacia todos lados o saludar a las personas que iban saliendo de la cancha y lo felicitaban por la victoria.

Hacía una hora que había finalizado el partido, y después de festejar con el equipo, dar la vuelta olímpica y sacarse varias selfies; solo quería volver a casa y ducharse dignamente. Pero no podía porque Moira no aparecía. La chica había ido a verlo y gritado varias veces su nombre desde la tribuna y habían salido juntos de la cancha después del festejo, pero luego recordó que había dejado su mochila en las gradas, y le pidió que la esperase mientras la buscaba.

— ¡Felicidades!— volteó para buscar esa voz conocida.

—Gracias—toda impaciencia que sentía por estar esperando se esfumó de repente— Igual yo no fui quién anotó el gol— Celeste soltó una pequeña carcajada que iluminó su rostro.

—El fútbol es un deporte en equipo, los once jugadores son importantes. No importa quién anota el gol. Estoy segura que ese chico no hubiera podido hacerlo solo— su tono era tan claro y sincero.

— ¿Y qué haces aquí?— preguntó con curiosidad. Es cierto que ella había ido a todos sus partidos, pero era solo eso. Nunca se acercó a hablarle.

—Vine a verte— enseguida se arrepintió de las palabras que salieron de su boca y su sonrojo era una prueba de ello— Vine a todos los partidos, no podía perderme la final, ¿no?— sonrió tímidamente, mientras se mordía el labio inferior.

Agustín sintió una tranquilidad y un sentimiento que no pudo ponerle nombre en ese instante.

—Celeste...

— ¡No la encontraba más! Pero ya estoy— Moira llegó a su lado y pasó un brazo por sus hombros agotada— Ah, tú— terminó al notar a la otra chica.

—Hola Moira— Celeste se encontraba más seria de lo normal e incómoda.

—Hola...— hizo un ademán esperando que le dijera su nombre.

Agustín se enfadó de repente, era imposible que no sepa su nombre, eran compañeras. Se soltó del semi abrazo y miró a Celeste con una sonrisa.

—Gracias por venir, Celeste. Ahora que estamos en vacaciones te llamaré para que salgamos un día y tomemos un helado, así pruebas el sabor a tiramisú— ella sonrió y asintió.

—Me encantaría. Nos vemos— luego dudó unos segundos, pero miró hacia la castaña— Adiós, Moira.

— ¡Adiós, Celeste!— gritó mientras la chica se alejaba y luego se concentró en su amigo que aún tenía la vista en la espalda de su compañera— ¡Hay que salir a festejar!— gritó eufórica.

—Nooo, estoy agotado, solo quiero volver a casa y ducharme— dijo desganado, toda adrenalina del principio se había esfumado de su cuerpo.

—No acepto un no. Además, tengo una gran idea— y fue así como se vio arrastrado por el terremoto que era Moira.


"La gran idea" era ir a un boliche. No es que Agustín nunca haya ido, sí lo había hecho, después de todo ya tenía 16 años y permitían entrar desde los 15. Pero no era su ambiente, él iba de vez en cuando, pero no era de los que salía cada fin de semana y se tomaba hasta el agua de los floreros.

Pero Moira había insistido y él aceptó. Y hablando de su amiga, la había perdido de vista apenas entraron. Ya había bailado y tomado, pero seguía cansado del partido y quería volver a casa. No le quedaba otra que buscar a su amiga.

La encontró discutiendo con un tipo que la ignoraba completamente. Un miedo lo invadió y se abrió paso entre la gente hasta llegar a Moira y la tomó del brazo cuando ella quiso seguir al tipo, quién se marchó con una chica y nunca le prestó atención.

—Hora de irnos—dijo contundente. No iba a estar ni un segundo más en ese lugar.

— ¡Nooo! Me quiero quedar — estaba completamente borracha.

No le importaron sus quejas y delirios de ebria, la sacó de ese lugar y comenzó a ir a su casa. Solo habían caminado una cuadra cuando Moira se calló completamente y frenó en seco, Agustín tiró de su brazo para que vuelva a caminar, pero no hubo forma.

—Moira, nos vamos ahora, así que comienza a caminar— dijo serio y fastidiado cuando se dio vuelta para encararla.

Ella lo miró a los ojos y sonrió.

—Te quierrrrrroooo— acto seguido se abalanzó a sus brazos y lo besó.


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84 años después volví a actualizar jaja Ya expliqué las razones en mi muro, así que no los aburriré otra vez con lo mismo.

Solo gracias por la paciencia (si aún leen esto jaja) y por el apoyó que recibí.

El siguiente capítulo ya está listo, así que en unos días nos volveremos a leer!

¿Cómo decir TE AMO?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora