—Estás rara, ¿qué me estás ocultando?— Jenni la miró fijamente como si pudiera leer mentes.
—No me pasa nada, no entiendo a qué viene tu pregunta— contestó Moira haciéndose la desentendida. Jenni no le creyó nada.
—A otra con ese cuento, puedes fingir lo que quieras pero yo sé que me ocultas algo—Moira rio mientras negaba con la cabeza— ¿Ya diste el siguiente paso con Agustín?—inquirió emocionada mientras hacía movimientos con sus cejas.
Moira no comprendió del todo que quiso decirle con ese gesto, tenía una idea pero prefirió ignorarla. Como respuesta le golpeó en la nuca y Jenni gritó indignada.
— ¡Basta! No veo a Agustín de esa forma—aunque no era del todo cierto, pero aún no estaba preparada para analizar profundamente sus sentimientos.
—Ni tú te crees eso, pero te lo voy a dejar a pasar— la volvió a mirar sospechosamente—Igual, sé que me estás ocultando algo. Estás muy contenta y eso se nota rápidamente con tu mal humor diario— Moira bufó. Ella no tenía mal humor, solo uno muy cambiante— Está bien, no me lo cuentes, pero sabes que lo voy a averiguar.
Moira prefirió hacer oídos sordos a todo lo que su amiga le estaba diciendo.
—Deja de decir estupideces y sigue cebando, los tereré son un oasis con este calor
Jenni rodó los ojos, pero terminó haciendo lo que su amiga le dijo. La tarde estaba demasiado calurosa a pesar de que ya estaba anocheciendo.
—Estás muy contenta—fue lo primero que Agustín le dijo ese viernes por la mañana en la escuela.
Moira se sentó a su lado antes de contestar, luego lo miró con una sonrisa brillante que hizo que el día de Agustín mejorara.
—Es el último día de clases, ¡cómo no voy a estar contesta!— exclamó la chica, mientras levantaba los brazos y los agitaba en el aire.
Agustín sabía que no era solo por eso, pero si Moira no le quería contar, él no insistiría. Tal vez, se habían arreglado las cosas con sus padres y como era bastante orgullosa no quería reconocer que había pedido perdón, que era ella la que se había equivocado.
Dejó de prestarle atención porque se había puesto a hablar con sus amigas y tampoco tenían mucho de qué hablar. Se sentó mejor para esperar la llegada del profesor, se sentía agotado y prefería estar en su casa con el aire prendido; el calor no daba tregua, apenas eran las siete treinta de la mañana y el termómetro ya indicaba 25°C.
Debía cortarse el pelo, en momentos así no lo ayudaba demasiado. Hace unos días, Celeste, le había dicho que se parecía al jugador brasileño llamado Marcelo y él se había sorprendido de que lo conociera. Pero luego, había recordado que ella había asistido a varios de sus partidos, en ese momento le había parecido extraño, pero ahora sabía que era porque realmente le gustaba el fútbol, sino no encontraba otra explicación de porqué ella sabía tanto sobre el deporte.
Celeste. Agustín miró hacia el banco de la chica y ella justo volteó, cuando sus ojos se encontraron, le sonrió. Era una sonrisa bonita y cálida, de esas que te dan seguridad y tranquilidad. Él se la devolvió.
Celeste volvió la vista al frente cuando entró el profesor y Agustín supo que el día había empezado bien.
— ¿Hoy tienes partido?— susurró Moira en su oído. Estaba inclinada muy cerca de él y a pesar de que había hablado demasiado bajo, era obvio que no estaba prestando atención a la clase.
Moira no sabía disimular.
—Sí, a las nueve— le contestó simplemente. El torneo estaba por terminar, solo quedaban tres partidos y él estaba entrenando mucho para salir campeón.
—Ahí estaré—susurró aún más bajo que la vez anterior y pudo sentir un escalofrío donde el aire caliente de su compañera había hecho contacto con su piel.
Se giró rápidamente en su dirección, Moira se había apartado justo a tiempo para evitar un cabezazo seguro, pero aun sus rostros estaban muy cerca, si solo se inclinaba un poco podría tocar sus labios. Desechó esa idea.
Moira tenía una sonrisa orgullosa, como si supiera lo que ese susurro causó a su sistema, como si supiera muy bien lo que tenía que hacer para que él perdiera el control.
Eso no podía ser verdad. Ella no borró la sonrisa de su rostro, sino que se tiró el pelo detrás de su hombro con aires de diva y miró al frente, ignorándolo completamente.
Estaba tramando algo y él no sabía que era, tenía el presentimiento de que no era nada bueno.
El timbre sonó y eso lo volvió a la realidad. Las vacaciones habían iniciado y lo habían hecho de la mejor manera.
***************************************************
Como lo había prometido, aquí traje un nuevo capítulo, incluso antes de tiempo.
Estoy deprimida mundialmente y como la escritura me alegra, decidí publicar antes.
Espero que les haya gustado. Como les dije capítulos anteriores: presten atención a cada detalle que todo cobrará sentido más adelante. A partir de unos capítulos más, las cosas se van a poner más interesantes, todo puede pasar...
P/D: Perdón, pero me salió más cortito.
Nos vemos en 15 días o cuando publique otra vez!
ESTÁS LEYENDO
¿Cómo decir TE AMO?
Historia CortaEmpezó por un crayón rojo y ¿cómo terminará? A veces no expresamos lo que sentimos con palabras, tal vez por duda, por vergüenza, por miedo al rechazo... pero sí lo hacemos con actos. Una historia de amor a través de los años. Logros obtenidos: -His...