"Y me estaba escondiendo hasta que viniste y me enseñaste a dónde pertenecía. Me encontraste cuando nadie más estaba buscando. ¿Cómo lo supiste?".
You found me - Kelly Clarkson
Eran las ocho de la mañana, pero el calor ya golpeaba fuerte en la ciudad. Una ciudad que estaba vacía a esa hora, los domingos la mayoría de las personas aprovechaba para descansar.
El viento, que era apenas un soplo, no bastaba para mitigar la onda cálida que se había instalado desde los primeros días de enero. El 2019 había arrancado con un verano fuerte y agobiante.
Pero a Agustín no le afectaba demasiado, se había instalado en un banco que estaba debajo de un frondoso árbol y su sombra era algo que realmente se apreciaba en esta época.
Cerró sus ojos y repaso lo que había sido su 2018, prefirió no hacerlo porque no había sido un buen año y deseaba que este 2019 sea mejor, pero tenía sus serias dudas al ver cómo había arrancado.
—Es muy temprano para estar descansando— la voz de Celeste lo sobresaltó y trató de disimularlo, pero ella sonreía mientras se sentaba a su lado.
Quería estar solo, pero no quería echarla. Ella tenía algo contra lo que no podía, era como un calmante y aunque quisiera negarlo, disfrutaba tenerla cerca.
—No estoy descansando, solo observo las maravillas de la naturaleza— Celeste enarcó una ceja. No le creía una palabra, pero tampoco insistió. Eso era algo que adoraba de ella— Hola— dijo al percatarse que no la había saludado—Además, tú también estás descansando.
Celeste rio ante el tono indignado y acusatorio de Agustín, quién sin darse cuenta había admitido lo que minutos antes había negado.
—Es verdad— Agustín sonrió triunfante, como no lo había hecho en semanas—, pero yo acabo de terminar mi rutina de actividad física diaria. Tengo una justificación, tú no— dijo en tono de broma, y él tuvo que reconocer que ella había ganado.
En ese momento se percató que la chica estaba vestida con ropa deportiva y que en su mano, una botella que contenía agua se encontraba casi vacía. ¿Celeste salía a correr todas las mañanas? Nunca lo hubiera imaginado, Moira odiaba realizar cualquier esfuerzo físico.
Moira, otra de sus preocupaciones. Su amiga había pasado de ser la persona que le alegraba el día, a ser una aguja más en su corazón lastimado.
De pronto, cualquier sonrisa que pudo haber esbozado, desapareció por completo y su semblante volvió a la seriedad y tristeza que Celeste había notado cuando se acercó.
No quería presionarlo, pero también quería que él confiara en ella y le contase que era lo que lo atormentaba. Aunque podía tener una idea, hace unos días había visto a Moira en la calle y a los besos con otro chico.
—No quería estar en mi casa— soltó de repente, cuando el silencio comenzó a invadirlos y Celeste se estaba por marchar.
— ¿Por qué?— apenas fue un susurro. No quería parecer una entrometida o chismosa, solo quería que él se liberase de la carga que parecía llevar.
Agustín se recostó contra el banco mientras exhalaba un suspiro que denotaba lo agotado que estaba, miró el cielo y meditó cuáles serían las palabras correctas para expresar todo lo que sentía.
Celeste tuvo miedo que la alejara. Que otra vez no le permitiera acercarse a él, que Moira haya cerrado con candado todas las puertas y ventanas de Agustín. Que él no se animara a confiar en alguien más.
—Mi padre está empacando todas sus cosas, va a llegar el camión de mudanzas y se va a llevar cualquier cosa que demuestre que mi padre vivió ahí— su vista nunca abandonó el cielo mientras hablaba. Celeste notó como apretaba los puños— No quiero estar ahí para verlo. Tampoco quiero regresar y encontrar todo vacío— su voz se quebró al final, pero se mordió el labio inferior para detener el nudo que amenazaba con salir.
No supo que contestarle ni qué palabras decir para brindarle aliento, solo atinó a poner su mano sobre la de él y apretar con fuerza para que supiera que ella estaba ahí. Ahí para él.
Al notar el apretón, Agustín bajó la vista y la centró en ella. Celeste no supo identificar muy bien su mirada, pero creyó entender que ese brillo era de agradecimiento. Ella sonrió y se puso de pie con mucha energía.
— ¡Vamos! Ya que estás de vago me vas a ayudar con algunas cosas que tengo pendientes.
— ¿Qué?— enarcó una ceja ante el cambio de la chica y se puso de pie ante la insistencia de ella.
—Dijiste que no tenías nada que hacer, así que me vas a ayudar a mí. Seguramente nos lleve mucho tiempo, además me debes ese helado desde el último partido y luego, puedes cenar en casa y de paso miramos una película...
Siguió hablando mientras lo arrastraba por el parque y se dirigían al centro de la ciudad. Agustín pudo leer entre líneas, no le dijo un "lo siento" o "todo va a estar bien", sino que ideo otra estrategia para tenerlo entretenido durante todo el día.
Notó la manipulación, pero no le importó, sino que sonrió y la siguió en todas sus ideas porque estaba agradecido con Celeste.
Ella lo notó, no lo dejó solo en su miseria y se quedó con él para ayudarlo a salir.
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¡Feliz 2019 mis queridos lectores! Arrancando este enero con un nuevo capítulo de esta historia que le tengo mucho cariño.
Y la meta que me planteé para este nuevo año con respecto a esta obra, es terminarla. Ya que la empecé en 2017, sí 2017. Este 2019 la terminó sí o sí.
Bueno, el capítulo anterior, títulado "Punto", es literalmente un punto importante en la historia y que la va a cambiar totalmente. Prepárense para lo que viene. ¡Yo estoy emocionada!
¡Nos vemos!
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¿Cómo decir TE AMO?
Historia CortaEmpezó por un crayón rojo y ¿cómo terminará? A veces no expresamos lo que sentimos con palabras, tal vez por duda, por vergüenza, por miedo al rechazo... pero sí lo hacemos con actos. Una historia de amor a través de los años. Logros obtenidos: -His...