Incidente; FxM

#Quince

MEG

Me alejé de él. No miré atrás, y deje que lágrimas salieran de mis ojos.Corrí hacia mi hogar sin importarme chocar con la gente, al llegar, de la frustración rompí un jarrón.

No son celos, ¿o sí?, ¿Hice mal?, ¡No tengo idea!, solo sé que duele como el demonio.

Deshice mi peinado y mi largo pelo blanco cayó por mi espalda, recordándome que el rubio es su favorito, me miré en un espejo, mis ojos ámbares cristalinos, recordándome que a él le gustan los violetas, negué varias veces, la decepción era horriblemente fuerte, como lo era la desilusión. ¡Compartí más de dos años con él!. Muchos días de mi vida desperdiciada, y no las hubiera  desperdiciado si supiera que esto pasaría, que esta decepción me atacaría.

Pero bien dicen; El hubiera no existe.

 —El amor...es una mierda—digo secando mis lágrimas—.El peor error que cometí.

Soplé mi fleco, y me senté en el sofá, mis ojos ardían, a pesar de tener uno ciego, eso no significa que no pueda sentir ardor en ese. Fui por una escoba y un recogedor, recogí el jarrón roto, y lo tiré a la basura, saque un bote de helado de limón de la nevera, la mejor medicina para emociones como estás. Fui comiendo de poco a poco, degustándome su sabor.

—¿Escaparnos, los tres?, ¿Pero porqué?—pregunte a Spring y Foxy.

—Meg, si alguien nos adopta, que lo dudo, no nos volveremos a ver, tenemos que escapar, somos amigos para toda la vida, ¿lo sabes, verdad?—responde Spring.

—¡Claro que lo sé, tontín!, pero tenemos quince años, dudo que alguien nos de trabajo, ¿dónde dormiremos?

—De eso no te preocupes, encontramos un lugar abandonado, que con escapadas, Estropajo y yo hemos limpiado, y está muy bien para hospedarse—responde Foxy.

—Y del trabajo, un señor me dio en una zapateria, sé que no soy mayor de edad, pero me dio oportunidad—responde Spring.

Recuerdo eso. Y después como si mi mente quisiera jugarme una mala pasada, la carta roja de mi cumpleaños me viene.

Mi oxigeno...

Mi memoria decide que es hora de decirme todo, y recuerdo a Foxy decirme que soy su oxigeno.

El escribió la carta...

 —Te apuesto Meg, que este pegamento con tierra y ramas, le será difícil a las monjas quitárselo del cuerpo—dice Foxy sonriendo.

 —¡Entonces que esperamos!, a fastidiarles el día.

[...]

  —Escaparnos una noche fue la mejor idea que han tenido, chicos, ¡las estrellas son preciosas desde este lugar! —le digo a ambos.

  —Lo sabemos Meg, oh, parece que Estropajo se durmió.

[...]

—¡No es justo!, ustedes trabajan y yo no, me siento una mantenida...

—No es así enana, pero nadie quiere aceptarte, por tu estatura piensan que tendrás ocho años— se burla Spring.

Le saco mi dedo medio—¡Ocho tu abuela!

[...]

  —¡Awww, que cosilla tan linda!— exclamo viendo a Spring con un perro.

 —Lo encontré en unos barrios de mala muerte, está herido—dice él.

  —Saca a ese pulgoso de aquí —dice Foxy.

 −¡Eh!, ¡pulgoso tú zorro maldito!—le insulté—¿No ves que el perrito es una hermosura?

—¡Pero que tiene de hermoso!

 —¡Ah Foxy no sabes reconocer belleza canina!—le grito—, puede tener una oreja partida y todo lo que quieras, pero es hermoso.

El rueda los ojos pero luego sonríe—¿Cómo lo llamarás?

—Bestia—responde Spring, viendo al perro con adoración.

[...]

Había terminado de hablar con Foxy en el orfanato, tenía ocho años, e iba directo a mi casa, con mi familia, al llegar, humo salía de las ventanas, la puerta estaba abierta, me asusté y corrí, al entrar a casa el fuego estaba en todas partes.

  —¡Mamá, Papá!, ¡Hermano!—grité y corrí hacia arriba esquivando el fuego, corro a la habitación de mis padres y los veo a los tres. 

  —¡Meg, debes irte!—grita mi padre.

 —¡No!, ¡salgan de ahí, no los dejaré!

  —Te amamos mucho hija—susurra mi madre, llorosa, y comienza a toser, una tabla cae en la puerta, tapándome el paso.

Y ahí, en medio de mi llanto, mi sufrir, veo el fuego rodear a mi familia. Una chispa de fuego cae directo a mi ojo, chillo de dolor.

  —¡Meg!—una voz familiar me saca de mi trance, siento en mi mejilla izquierda un líquido, mis manos se manchan de rojo, duele mucho—¡Aquí estás, por dios!

Me agarra y me saca a la fuerza de ahí.

 —¡No, déjame, debo ir con ellos!—lloriqueo y pataleó.

  —¡No!, por favor, no...yo...te necesito.

[...]

 —¿Cómo fue que me encontraste?—pregunto ausente, en la camilla del hospital.

 —El humo se veía hasta el orfanato, temí que fuera tu casa, y decidí ir, tenía razón, que bueno que fui, no quiero perderte. No a tí—me abraza.

 —Ellos—murmuro, tengo un parche en el ojo, duele bastante estar así, pero aguanto—Ellos murieron, me dejaron, ¡Estoy sola!—lloró.

—No, no digas eso, me tienes a mí...

Ya no te tengo rojo, tú me alejaste. Y me siento sola a pesar de tener a Joy, Bon y Spring conmigo.