10. Ultimo adios.

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—¿Por qué el hijo de papis vendería hierba?— dije tomando otro jellybean de la bolsita.
—¿Para escapar de casa quizá?— dijo Betty.
—Esto sabe a jabón.— dije pasándole la bolsa a Betty, quien al tomar uno, de inmediato salió corriendo a vomitar, seguramente. Esa rubia y su extrema sensibilidad estomacal.
Jughead y yo nos quedamos hablando sobre Jason y cómo descubriríamos sus razones, cuando decidimos entrar a su habitación el día del funeral, llegó Betty con una cara que hubiera dado lo que fuera por fotografiar.
—Eso si es un asco.— reprochó y le explicamos el plan.

Al volver a casa, papá estaba frente al televisor con Vegas en su regazo, me uní a ellos y tomé un poco de papas que había en la mesa. Realmente disfrutaba estos momentos, me hacía sentir querida y apreciada aunque solo esté con mi padre y el perro, ellos me hacían sonreír cada que podían, compartíamos tanto tiempo como fuera posible y siempre estábamos ahí para el otro. No se que haría si mi padre no estuviera conmigo, después de todo, él fue el que me ayudó a superar lo de mamá.
Estábamos muertos de la risa con un chiste muy malo que acababa de contar cuando su teléfono sonó, él respondió tratando de calmar su risa y pocos segundos después la sonrisa se había borrado totalmente de su rostro.
—Hermionie necesita ayuda, volveré en un rato, cariño. Te llamaré.— exclamó mientras se ponía su chaqueta y se dirigía a la puerta a toda velocidad.
Después de unos diez minutos, decidí dejar la soledad y llame a Jughead, él vino a casa y vimos un par de películas muy divertidas comiendo hamburguesas en el sofá.
Para cuando mi padre llegó junto con Archie, era muy tarde para que Jug se fuera, así que papá lo dejó dormir en la habitación de mi hermano.

A la mañana siguiente, cuando desperté Jughead se había ido lo cual me decepcionó un poco ya que se suponía que iríamos juntos al funeral de Jason. Tomé el desayuno y subí a mi habitación para arreglarme, alacié mi pelo y lo deje suelto y me puse un vestido de tirantes que me llegaba a la rodilla, una chamarra de cuero negro y unos botines del mismo color. Estaba terminando de ponerme mi collar cuando una figura masculina se postró en el espejo.
—¿Lista para enfrentar a la bestia?— preguntó Jughead. Al verlo por el espejo me obligue a mi misma a voltear y sin poder evitarlo, una sonrisa se clavó en mi cara. —Fue lo mejor que encontré.— sonrió avergonzado y metió sus manos a sus bolsillos, no sabía que decir, los tirantes le quedaban espectaculares, esas cosas siempre han sido mi debilidad.
—Wow, te ves muy... guapo.— dije tratando de buscar algún adjetivo que pudiera describir a mi querido viejo amigo.
—También te ves hermosa.— soltó sin previo aviso y me hizo ruborizar.
—Tórtolos, déjense de tonterías ya debemos irnos.— interrumpió Archie y bajó corriendo las escaleras. Jug y yo reímos y seguimos a mi hermano.

Mientras esperábamos a que comenzara el funeral, la señora Blossom entró y mi hermano se paró frente a ella con la camiseta de Jason en las manos. Él había dicho que ella tenía el derecho de conservar todo lo que quedaba de su hijo. Intercambiaron un par de palabras y luego ella tocó la cara y cabello de Archie, lo cual fue meramente raro y escalofriante.
Cuando él regresó, los comentarios por parte de Kevin no tardaron en hacerse presentes.
El piano comenzó a sonar y en seguida, la hermana de Jason, la diva de la escuela, la mismísima Cheryl Blossom, entró con la misma ropa con la que se le encontró en el río Sweet Water, un vestido de color puro y pacifico, para un alma rota y fúnebre como la de la hija de los Blossom. Ella tenía la cara inexpresiva y eso quería decir que iba a hacer algo que nadie esperaba, sus padres al verla le dedicaron miradas asesinas que a cualquiera hubiesen acobardado, pero no a ella, pues estaba dispuesta a dejarse a sí misma en la tumba por el resto de sus días con tal de que su hermano volviera a estar aquí.

Out of a Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora