38. Se acaba

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—No tú también, por favor, Flame. Un hombre puede hacer muchas cosas en la desesperación, soledad y tiempo libre. Se lo dije a él y te lo dire a ti, soy culpable.— su mirada era fría y hablaba como si se hubiese aprendido un guion. De pronto algo dentro de mi cabeza hizo click y puso a un lado el enojo.
—¿Él quién?— hablé un poco bajo —¿Él quién?— golpeé la mesa de nuevo provocando un pequeño salto de los dos presentes. Ahí fue cuando pronunció el nombre de su hijo y salí disparada de ahí. Habíamos venido en el carro de la señora McCoy así que tuve que correr hasta el trailer. Al llegar ahí lo vi por la ventana, estaba sentado en el sofá con una fotografía en las manos, corrí a la puerta y la abrí de golpe, intentó cambiar su rostro que era de pura tristeza a uno más relajado, sin embargo, me acerqué y lo abracé sin decir nada, lo rodeé con mis brazos y recargó su cabeza en mi pecho que jadeaba por aire. Estuvimos así un rato hasta que la escuchamos un par de golpes en la puerta, se levantó, me besó y caminó hasta allá.
—Sweet Pea.— habló sorprendido mi novio.
—Hola, Jones. ¿Está Skye?— dijo sin preámbulos. Jug lo invitó a pasar y yo lo crucé a medio camino.
—Debemos hablar.— indicó y se sentó en un sofá, Jug se unió a nosotros y Sweet Pea comentó acerca de las constantes riñas con los Bulldogs.
Esto era lo último que necesitaba escuchar y, honestamente, no tendría porque avisarme a mi, sino al líder. Pero como éste estaba muy ocupado culpándose de un homicidio que no había cometido, supongo que por eso acudían a mi.
Estaba en blanco, mientras Sweet Pea hablaba, mi mente se había ido a otro lugar. Ambos chicos dijeron mi nombre al mismo tiempo, lo que me trajo de vuelta, me disculpé y al ver que no decía nada más, Jughead habló.
—Escucha, ellos solo se sienten aterrados de que les quiten su territorio. Propongo que peleemos para ver quien es el mejor, no tiene que ser literalmente...— explicaba pero Sweet Pea lo interrumpió.
—No, así será. Gracias, Jones.— chocaron los puños y S.P se fue.

Estábamos en la cama, abrazados, mi cabeza contra su pecho y su brazo por debajo de mi cabeza acariciando mi cabello; podía escuchar su corazón latir, lo que me invadía con una sonrisa.
—Eres un buen líder.— hablé rompiendo el silencio.
—Oh, vamos. Alguien tenía que salvarte de eso.— río y esa risa resonó en todo su pecho, moví la cabeza para mirarlo y sonreí.
—Me haces tan feliz.— sonrió y se acercó a mi labios.
Pronto, ambos caímos en los brazos de Morfeo, profundamente felices enganchados el uno al otro.

—Skye, linda, si él sigue con esas ideas, pronto tendrá una cadena perpetua.— habló la ex alcaldesa del otro lado de la línea.
—Entiendo, pero debe de haber algo que podamos hacer. Algún tipo de, no sé... ¿evaluación psicológica?— sugerí pero sólo recibí un bufido como respuesta.
—Lo lamentó mucho, Skye.— dijo y colgó. No podía creerlo, tenía que haber algo que nos diera una pista, cualquier cosa. Decidí llamar a Betty para pedirle las notas de su madre acerca del caso, fui a casa y entre a la cochera, donde tenía un enorme pizarrón de corcho. Quite todo lo que había ahí, saque mis notas, fotografías y las de la señora Cooper, escribí teorías y posibles cosas faltantes.
Repasaba en mi cabeza una y otra vez lo que sabía, Jason Blossom no murió el día que desapareció, vendía droga y, aparentemente, tenía las drogas más nuevas, su plan inicial era escaparse con Polly a Greendale en una granja donde vivirían sin problemas. Hiram Lodge tenía algo que ver, Cheryl encubrió su escape, el nuevo sheriff encerró a F.P sin pruebas, el señor Cooper odiaba a los Blossom y odiaba a Jason por llevarse a su primogénita. Algo estaba faltando.
De pronto, se me ocurrió que debía ir a la comisaría a ver el reporte del arma que asesinó a Jason, pero necesitaba a alguien que conociera esos pasillos como la palma de su mano.
—¿Hola? K, necesito tu ayuda.— acordamos vernos en su casa.
Después de un rato, Kevin y yo salimos a la comisaría, donde él distraería al guardia y yo entraría, luego él vendría conmigo y buscaríamos el reporte.

El arma homicida era una de 9mm, pero la que yo había visto en la caja del trailer de F.P era de 40. Tomé un par de fotografías de los reportes y saque el arma de Jones de ahí, la escondí debajo de mi blusa, por suerte Kevin no se dio cuenta porque me habría hecho ponerla de vuelta.

Kevin me acompañó el resto de la noche, fuimos a casa de la señora McCoy y después de una larga plática la convencí de darme el arma que Vegas había encontrado. Volvimos a la cochera y ahí estaba Jughead, Betty, Archie y Ronnie. Les expliqué lo que había pasado.
—Skye, estuviste aquí metida dos días.— exclamó Jug, lo cual me dejó perpleja por un segundo.
—No importa, eso era lo que hacía falta para encontrar las pistas.— sonreí y saqué ambas pistolas en sus respectivas bolsas, también la memoria que Betty me había dado —Esto se acaba ahora.—

Out of a Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora