11. Confesiones.

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Después de un inesperado y melancólico discurso por parte de Cheryl, Jughead y yo pudimos subir a la habitación de Jason. Me recordó viejo tiempos, seguía casi igual que cuando éramos niños y yo venía a casa de Cheryl casi todos los días y trataba de convencerme de que ella era mejor que Betty, pasaba lo mismo cuando iba a casa de los Cooper.

Revisábamos la habitación tratando de encontrar lo que fuera que nos diera pistas.
—Mira esto.— susurré agarrando un libro que tenía las hojas cortadas haciendo una especie de cajita. Al abrirlo encontré cinco  popotes de colores y una bolsa con polvo blanco.
—¿Qué demonios es?— comenzó Jug. Por los únicos empaques supe de inmediato qué era.
—Jingle Jangle.— dije con decepción. Recordé la vez que estaba con los chicos y encontré a Fangs sorbiendo polvo blanco de un tubo. —pero... es imposible, esto lleva menos de tres meses en las calles.— dije tomando el delgado tubo entre mis manos. La puerta se abrió y Jughead me tomo de los hombros, asustado.
—Tranquilos, solo soy yo.— esbozo Betty y ambos nos relajamos, Jug bajó sus manos.
—Oh, Polly querida.— salió Nana Rose de una esquina del cuarto, el susto hizo que Jug y yo entrelazáramos nuestras dedos.
Tenía los nervios a flor de piel, estoy segura de que apreté la mano de Jughead más de lo que pretendía. Nana Rose le dedicó unas palabras muy confusas a Betty, a quién llamaba por el nombre de su hermana. Cuando al fin logramos salir del cuarto, bajamos a la sala donde todos estaban, Archie me dedicó una mirada muy extraña y me di cuenta que seguía tomada de la mano de Jughead, sin embargo no la quité, no quería hacerlo. Después él también lo notó, aunque tampoco la removió.

Por la noche, mientras papá nos llevaba de vuelta a casa, mencionó que le había dado empleo a Hermionie Lodge.
—Cariño, ella no es Hiram.— explicó.
—Lo sé, es su títere.— escupí.
Sabía que la idea había sido mis en un principio, pero creí que yo podría dejar de juzgar a la señora Lodge. Sin embargo, ahora estaba algo molesta, no quería que ellos se involucraran con mi familia. Aunque solo era cuestión de tiempo.

Mientras preparaba mis cosas para ir al White Wyrm, unos golpeteos en mi ventana llamaron mi atención.
—Hola, Julieta. ¿Me dejas entrar a tu alcoba?— dijo Jughead en el marco de mi ventana. Reí y lo deje entrar.
—¿Vas a algún lado?— sonrió al ver mi maleta.
—Planeaba escaparme un rato.— reí.
—¿Tú sola?— me vió como si yo fuese una niña pequeña.
—Basta, puedo cuidarme.— hice un puchero.
—Déjame eso a mi.— tomo mis manos. Supe que si esto iba a continuar, él debía saberlo. Deje el coqueteo de lado un segundo y hablé. 
—Escucha...— enuncié sin soltar sus manos.— necesito decirte algo sobre las...— esto era muy difícil, no sabía cómo iba a reaccionar y yo quería que él entendiera, pero él no quitaba la mirada de mis labios y me hacía querer besarlo aún más. De pronto, sin previo aviso sus labios impactaron con los míos y no me resistí a seguirle el beso. —Serpientes.— solté después del beso.
—¿Eso estabas pensando mientras te besaba?— reímos y después de unos segundos la seriedad nos invadió.
—¿Que pasa con las serpientes?— preguntó para romper el silencio.
—Yo... quiero pedirte que entiendas. No fue mi mejor etapa cuando sucedió todo esto, sin embargo no me arrepiento de nada, creo que encontré lo que buscaba y necesitaba en ese momento. Y para ser honesta, a la fecha, son mi familia es como mi segunda casa...— un silencio lleno de misterio de extendió por toda la habitación y la cara del chico que acababa de besarme expresaba confusión, miedo y expectación. —Jughead, soy una serpiente.— dije finalmente y su semblante cambió totalmente. No supe describir su reacción, fue inesperada.

Out of a Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora