29. Descontrol

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—Oye tu, serpiente.— gritó una chica del otro lado de la celda de la comisaría. Para mi mala suerte, era una enorme celda donde se ponía a todos los criminales hasta que fueran procesados. Ignoré a la chica por completo. —Te estoy hablando, sorda.— ella comenzaba a acercarse —Parece que la pobrecilla esta demasiado asustada para hablar, déjame ayudarte.— iba a golpearme pero detuve su puño.
—Tócame y desearás nunca haber estirado esa enorme lengua que tienes.— la hice retroceder unos pasos.
—Uy que miedo.— se burló y se acercó de nuevo, la mire fijamente. —Probemos.— susurró e intentó golpearme de nuevo. Tomé  su puño y dirigí el mío a su rostro haciendo un golpe sólido en la nariz, ella retrocedió unos pasos y sin esperarlo, dirigió su pie a mis costillas con una terrible patada, yo respondí con un golpe en su estómago y ella siguió con un puñetazo en mi pómulo; seguimos así, soltando y recibiendo golpes, buscando problemas y sacando la ira.
Corriendo, entraron cinco policías a separarnos pero ya habíamos acabado, nos llevaron con los brazos en la espalda, nos movían a celdas separadas con un fuerte agarre y casi nos llevaban cargando.
Me aventaron en una celda vacía, no sin antes gritarme lo inútil que era y lo mal que iba a pasarla en esta celda. Hice caso omiso a sus gritos y me limité a sentarme en la esquina, dentro de este lugar, tenía mucho tiempo para pensar, más del que desearía. En ese momento pude notar que mi labio sangraba.
Traté de recordar el símbolo de la memoria que me había dado Betty; un triángulo con tres puntos, sabia que ya lo había visto en algún lugar, yo conocía ese símbolo. Como no conseguí respuesta, intenté averiguar que relación tenía Hiram Lodge con el homicidio de Jason, pues el ni siquiera estaba aquí cuando ocurrió, pero era obvio que tenía algo que ver con ello. Había una pieza faltante, esa que le daba sentido a todo, y podía estar en la USB pero estando en estas cuatro rejas no iba a descubrir nada.

Un oficial llegó a mi celda, abrió y me dijo que mi abogado había llegado, lo seguí por el corredor hasta la puerta de metal. Al abrirla, ahí estaba Jughead viendo por la ventana, cuando escucho la puerta volteó de inmediato y corrió a mi, afortunadamente no tenía esposas.
—Skye.— me abrazó tan fuerte pero dejó de hacerlo cuando me queje de dolor. —Dios mío. ¿Qué sucedió?— exclamó al ver mi rostro, el cual probablemente tenía un par de moretones.
—Estoy bien, Juggie.— tomé su rostro entre mis manos.
—Tienes dos moretones y probablemente, el labio roto. ¿Por qué no ha recibido atención médica? ¡Están violando su derecho!— comenzó a gritar Jughead. Intenté hacer que parara pero fue inútil, seguía gritando a todo pulmón hasta que le dijeron que enviarían a un doctor.
Me limpio el labio y me dio hielo, dijo que no había nada más que hacer que eso.

Me dieron treinta minutos con Jughead, hablamos de cómo había llegado aquí, que había pasado con la chica, por qué seguía aquí y como saldríamos de esta. Me dijo que podría pedirle ayuda a la alcaldesa, su mandato está a nada de acabar y ella era abogada.
—No lo sé, Jug, ella debe cumplir con sus funciones ahora, tal vez no tiene tiempo para esto.— dije pensando en el lío que podríamos provocar.
—Pues buscaré a alguien, pero ten seguro que tú saldrás de aquí lo antes posible.— tomó mis manos.
—Jughead, ya casi pasaron veinticuatro horas.— hablé con volumen bajo —Sabes que no puedo estar aquí más de un día, ahora todo será en el reformatorio.— expliqué
—No, no dejare que te lleven, iré contigo. Skye, no pueden alejarte de mi.— me dolía verlo así más que nada en el mundo, pura desesperación en su voz y en sus ojos, me hacía sentir tan impotente e inútil, no quería verlo así, por lo que mis mecanismos de defensa se activaron sin que yo lo pidiera.
—Basta ¿si? No podemos arreglarlo todo, esto no está en nuestras manos Jughead.— hablé más fuerte y seria de lo que quería —Mi papá tiene que firmar un par de cosas... ¿podrías?— entendió de inmediato, se disculpó y salió. El enojo era evidente en su rostro cuando salió, suspiré y después de unos largos minutos entró mi padre. En cuanto me vio su expresión de preocupación aumentó, se acercó de inmediato y me abrazo. Hablamos sobre el material fiscal y con el dolor a flor de piel me dijo que iban a llevarme al reformatorio por lo menos una semana, pues Hiram Lodge estaba pensando en presentar cargos contra mi por haberlo amenazado e intentado chantajear. Me golpeé mentalmente, había caído redondita en su trampa. Todo era parte de su plan, su sucio plan, para acabar con mi familia y que su títere estelar ganara la candidatura a alcaldesa. Pero no iba a permitirlo.

El ambiente era tenso, los dos policías que iban en la camioneta conmigo no me quitaban la vista de encima, había dos más en los asientos delanteros de la camioneta que me llevaba tras las rejas. Sabia que papá y Archie estaban haciendo lo posible por sacarme de ahí, pero mientras, mi tatuaje era todo lo que tenía.

Out of a Mystery || Jughead JonesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora