Capítulo 28. Dos Cosas.

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NOTA:
Penúltimo capítulo, señores;) 
Prepárense y disfrútenlo, porque... los caminos de la vida,
no son lo que yo creía... (8)

(???)



Ahora fue el turno de Ezio de llamar a la puerta, sintiéndose nervioso. Había conocido antes al abuelo de Altaïr, pero de alguna manera, esto se sentía diferente.

La puerta se abrió unos instantes después de que el joven hubiera tocado, con sonidos de arrastre de pies tras de la puerta, revelando al anciano con el que Ezio pareció estar temiendo encontrarse en ese momento. Su único ojo bueno miró al adolescente, luego miró hacia el auto y luego hacia atrás antes de ofrecer un asentimiento con la cabeza. Moviéndose a un lado, Al Mualim dejaó pasar al amigo de su nieto.

—Bajará en un minuto más o menos—. Dijo caminando hacia una silla. Se sentó e indicó a Ezio que también lo hiciera. —¿Viaje compartido? ¿Vienes a buscar a Altaïr y luego van a por sus citas?


Ezio se mordió el labio mientras entraba, cerró la puerta tras él, se acercó y tomó la silla que se le fue ofrecida. —No creo que ninguno de nosotros dos vaya a por alguien más. Es solo un viaje compartido—. Él esbozó una sonrisa, haciendo todo lo posible para no mentir. Si lo atraparan, al menos podría decir eso.

Se tomó un momento para mirar al otro muchacho, inclinándose cómodamente en su asiento. —Ya veo...


—¿Cómo está usted hoy, señor Mualim?

—¿Estoy bien, y tú cómo estás?

—Creo que manejando bien mi día, gracias.


Después de unos momentos de silencio, Al Mualim se frotó la barbilla, mirando hacia las escaleras que conducían a la habitación de Altaïr. Hubo una sonrisa suave que adornó sus labios un momento después, lo que causó que su barba y bigote se movieran al movimiento.

Volviéndose para mirar al italiano, el hombre señaló hacia donde había estado mirando. —El pobre muchacho ha estado inquieto desde que llegó a casa, llegando incluso a preguntar qué ponerse. Supongo que realmente le gusta la chica que lleva al baile—. Devolviendo su mano al hombre, inconsciente, se pasó los dedos por la barba. —Ha pasado mucho tiempo desde que lo vi tan tímido... vertiginoso, o cualquiera... sea la palabra que prefieras.


Esta pequeña información no debería haberlo hecho sonreír tanto como lo hizo, pero fue muy agradable saberlo. —¿Ah, sí? Tal vez parezca emocionado—. Se rascó la mejilla pensativamente, asintiendo con la cabeza de acuerdo al hecho. —¿Cree que deba ir a verlo, o está bien ahora?— Ezio levantó la cabeza hacia las escaleras, parecía preocupado.

Una mirada pensativa cruzó las facciones del anciano, frunciendo las cejas antes de encogerse de hombros. —Supongo que podrías ir a ver cómo está. Dudo que le importe mucho.


Ezio reflexionó nuevamente sobre su propia idea y pensó que le gustaría (y sería mejor) ver cómo iba Altaïr, en lugar de tener una pequeña e incómoda charla con su abuelo, y hasta tal vez estropear toda su noche diciéndole que iban a salir.

Se levantó, asintiendo con la cabeza y agradeció al abuelo de Altaïr antes de ir a los escalones y subirlos.

—¿Altaïr?— Ezio llegó a la parte superior de las escaleras y vio una luz brillante en la habitación del árabe. —¿Estás bien?— Echándole un vistazo, sonrió al ver a su apurado novio.

El Mendigo y el Príncipe (Ezio x Altaïr) [Traducción]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora