Prólogo

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Las calles oscuras y solas la rodeaban, tenía miedo, ella no sabía dónde se encontraba; nunca había visitado ese lugar ...o mas bien país, por lo que no sabía ni los nombres de las calles...nada.

Estaba completamente perdida, sola, sin abrigo, comida o un simplemente  bajo un techo donde dormir. Los carros se escuchaban a lo lejos y el ruido de la ciudad se hacía presente pero nada, nadie podía ayudarla ni pedir ayuda, le resultaba muy difícil comunicarse con las personas y si trataba de hacerlo vendria el bombardeo de las preguntas que ella no deseaba contestar.

Había sido un auténtico milagro que llegará a aquella cuidad ese siempre había sido su propósito pero ahora veía que le era difícil. Seguía caminando con la esperanza de encontrar algo, lo que fuera, llebaba su mochila color marrón en el hombro derecho mientras que con su mano izquierda cargaba una pequeña maleta de color rojo que traía sus únicas pertenencias; no más de unos cambios de ropa, un par de zapatos y el dinero que había traído consigo. Desde ahora debía comenzar a partir de cero y no iba a regresar jamás.

La mirada de aquella chica estaba perdida al igual que ella, logró llegar a un pequeño parque donde había juegos para niños y logró sentarse en una banca para descansar, llevaba mucho rato caminando por lo que le dolían los pies y no daría ni un paso más.

Arriba el cielo cambiaba sus tonalidades y el frío empezó a calarle en los huesos, y sin más empezó a llover.

De lo frustrada y cansada que estaba no se atrevió a moverse, puso sus codos en las rodillas y apoyo su cara en las manos dejando que la lluvia la mojara.

De pronto sintió que no caía más agua sobre su cuerpo. Una señora de edad grande, como unos 50 estaba parada enfrente de ella, llevaba su cabello corto y de color negro con tonalidades blancas que dejaba ver su edad mayor, un pans de color verde oscuro para resguardarse del frío, aquella señora la observo mientras sostenía su sombrilla con su mano derecha y en la izquierda llevaba una bolsa de farmacia.

--¿Te encuentras bien?-- aquella desconocida le preguntó pero la chica no sabía que decía, no entendía inglés.
No contesto nada simplemente la observo.

>¿Estás bien?-- esta vez la señora se aventuró a preguntar en español y los ojos de la chica se iluminaron al instante aunque no respondió. Al fin de cuentas las dos eran desconocidas.--¿Estás perdida? ¿Dónde estan tus padres?-- la señora empezó a bombardear con preguntas incómodas para ella-- se que me entiendes, ¿Cómo te llamas querida?

--Estoy sola y la verdad si me he perdido, no conozco esta ciudad.

--¿No tienes a donde ir?-- la chica negó-- ven te llevaré a un lugar donde puedan recibirte.

Aquella chica tomó el brazo de la señora de ojos marrones y emprendieron el viaje.

--Olivia-- susurró aquella palabra-- me llamo Olivia.

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Espero que esta nueva novela les guste.

Un Príncipe De RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora