Capítulo 35

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Meses después


Temporalmente nos mudamos a la costa, mi embarazo transcurrió con normalidad, con todos los cuidados estaba más que perfecta.

Mi vientre parecía que iba a reventar en cualquier momento sin contar que pensaba toneladas. Aparte de gorda pesada, genial mi vida, ¿por qué las embarazadas se sienten así?

Literal nos habíamos mudado, en ocaciones mi padre y Nicolás se iban a la ciudad por trabajo y solo nos quedábamos las mujeres. En cuanto a mi hija la cambiamos de escuela e hicimos un acuerdo con la directora para que no dijera quién era esa pequeña, si queriamos estar lejos de las cámaras nadie podía saberlo.

Estaba de ocho meses, un poco más y porfin los iba a conocer, estaba tanto emocionada como aterrada si todo salía bien como hasta el momento puede que los tuviera parto normal pero si se complica me realizarán una cesárea.

Afortunadamente estaban perfectos y gracias a mi alimentación estaban sanos y fuertes. Aún no podía con la emoción y mi hija tampoco. Iba a tener un hermanito y una hermanita; esta vuelta loca con la noticia.

--Hola mami-- se subió y empezó a abrazar mi vientre como lo hacía cada día y noche... a todas horas más bien-- los abuelos van a salir y me voy a quedar contigo-- ahora que asistía a otra escuela estaba muy feliz, en ocaciones hablaba con Lenín y lo invitaba a jugar a la playa. Desde que estamos aquí solo ha venido una sola vez y claro que se llevaron una sorpresa a lo grande al ver mi enorme panza.

Y Camile no se queda atrás, si, le dije a donde íbamos porqué sino se iba a molestar y cuando le conté mis motivos duro diez minutos con la boca abierta para después darle un ataque de risa, así de tonta era mi amiga.

Venia debes en cuando a visitarme y ver a los changuitos o así llamaba a mis hijos la loca esa.

Mi princesa rápido se quedó dormida mientras me abrazaba, le encantaba sentir a sus hermanitos moverse la cobije y decidí comenzar mi lectura. Al menos tenía que sacarle provecho a mi reposo.

Los bebés comenzaron a moverse y Sol también no sabía cómo era mi pequeña en el vientre pero sus hermanos son futbolistas profesionales, tremendos goles que le metían a mis costillas.

Estuve una hora tratando de leer hasta que escuche la puerta de la casa cerrarse, ya habían llegado. Desde hace días estaban muy sospechosos pero por más que les preguntaba no decían nada.

También aplique las preguntas a mi hija pero al parecer no sabía nada. Segui leyendo la misma página en la que me quedé hace una hora y alguien entro al cuarto.

--Ya regresamos-- entro mi madre-- ¿como están esas hermosuras?

--Jugando fútbol desde hace una hora-- me quejo-- lo malo es que mis costillas son la portería.

--Te tenemos una sorpresa, pero recuerda que no impresiones fuertes-- ¿por qué me da una sorpresa si sabe que me voy a emocionar? ¿Eso cuenta como emoción fuerte no?

Deje mi libro en la mesita de noche y espere a que me dijeran porque tanto misterio.

Entonces los vi entrar, eran mi tía Marta, Ara y Fernando, rápido tape mi boca y empece a llorar de la impresión.

A pesar de que hablaba con ellos todos los días los extrañaba muchísimo y me dolía estar lejos, ahora estaban aquí en mi casa.

--Sorpresa-- dijeron de repente.

Ara fue la primera en acercarse, se veía tan contenta, no se como pudieron viajar al país pero soy feliz de que vinieran.

--Tu mamá dijo que no te diéramos impresiones fuertes peor no comentó que estabas en cama-- se puso a mi lado izquierdo-- ¿estás enferma? ¿Qué tienes?

Tome su mano y la lleve hasta mi vientre, como estaba cubierta por las cobijas no podían verlo así que decidí imprecionarla, en cuanto la puse los bebés se movieron y ella la retiró asustada. Rápido quite las cobijas con mucho cuidado de no despertar a Sol y deje que los demás observaran porque estaba en cama guardando reposo.

Tal vez no fue buena idea, estaban blancos como el papel y parecía que iban a desmayarse en cualquier momento.

--No estoy enferma-- les sonreí-- llegaron justo a tiempo, no tardan en nacer y podrán conocerlos-- hice fuerza en los brazos para pararme. Ya me cansaba con facilidad y sin contar que la espalda me dolía a causa del peso.

Mi tía Marta se acercó veloz a verme, pasó su mirada por mi cuerpo hasta que se detuvo y empezó a tocarla, los bebés amaban cuando alguien les hablaba y tocaba por lo que se empezaron a mover.

--¿Por qué no me lo dijiste?-- pasaba su mano por todo el contorno-- es...

--No quería preocuparte-- la interrumpir antes de que empezara a sentirse mal por lo ocurrido, por mi rompimiento con William y la forma en la que sucedió-- pero ya estás aquí, están aquí y podrán conocerlos-- sonreí entusiasmada-- ¿si se quedaran muchos días verdad?

El resto de la tarde fue entre risas lloridos de mi parte y más risas, tenerlos aquí me hacia muy feliz. Extrañaba a todos los niños... extrañaba mi vida de antes, en estos momentos no puedo quejarme, la verdad me esta llendo muy bien pero eso no significaba que mi corazón doliera.

Para finalizar el día estaba muy cansada, me puse al corriente de todo lo nuevo que había pasado en mi ausencia y yo hice lo mismo con mi tía pero no podía evitar cansarme por lo que fui a descansar.

Como todas las noches aliste a mi hija para que durmiera conmigo, a pesar de que mi madre le sugería dormir con ellos, ella simplemente no quería separarse de mi.

Todas eran igual, al principio lloraba mucho pero después fue acostumbrándose, sin duda para ella es un cambio demasiado drástico.

Cuando estaba por meterme a la cama alguien toco la puerta y le indique que pasara.

--¿Sucede algo?-- pregunte una vez que vi a Ara entrar, ya era tarde como para que estuviera despierta. Desde que llegaron se rehusaron a descansar, la vi parada viéndome y nada más no decía nada-- ¿quieres quedarte con nosotras?-- la sonrisa que sus labios formaron no tiene precio.

Rápido se acostó e hice lo mismo que con Sol, la arrope y después me metí yo entre las cobijas calentitas. Agradecia que la cama fuera suficientemente grande para caber las tres sin ningún problema.

--Te extrañé tanto-- dijo, trate de ponerme de lado sin aplastar a mis angelitos y la vi a los ojos-- a crecido mucho-- le sobo la cabecita a mi hija.

--Yo también te extrañé, no hay día en el que no piense en ustedes y me alegro mucho de que estén aquí-- tome su mano, ella se volvió mi cómplice mientras vivía en Inglaterra y a pesar de lo que Rita me decía y agradecia mi ayuda, esos niños me ayudaron a sanar mi corazón-- debes descansar, haz tenido un día muy largo.

--Tenia miedo de que no nos dejaran venir-- empezó a cerrar sus ojos-- me alegra estar aquí.

***

Un pequeño dolor en la espalda hizo que abriera los ojos, mire la habitación oscura, el reloj marcaban las tres de la mañana.

Salí del cuarto con cuidado de no despertar a las chicas, necesitaba aire fresco. De alguna forma empezaba a sentirme encerrada y sofocada.

Salí por la puerta de la cocina y caminé hasta la orilla del mar, la ventaja de vivir aquí es que la playa era solo para nosotros, nadie más podía entrar y lo agradecía, salir sola a estas horas no era seguro.

Me senté en la arena y contemplé el reflejo de la luna que había en el mar, durante un buen rato. A lo lejos escuche la puerta de la cocina abrirse y alguien empezo a caminar hasta donde estaba.

--¿Qué haces aquí tan noche?-- pregunto, tenia días que no lo veía. Siempre que se iba tardaba hasta tres semanas en volver y lo extrañaba mucho.

--Me dolía un poco la espalda y no podía dormir-- aún seguia doliendo-- aparte la noche es preciosa-- se sentó a mi lado y yo recargue mi cabeza en su hombro.

Estuvimos una hora contemplando las olas hasta que me canse y decidimos entrar, en vez de ir a mi habitación nos quedamos en la sala y vimos una película de acción, bueno veía una película hasta que me quedé dormida otra vez.

Un Príncipe De RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora