Capítulo 30

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Maraton 8/10

La velada transcurrió tranquila todos comimos las galletas y platicamos mucho, nunca había visto a mi hija así, al parecer le encantaba la idea de tener una familia muy grande.

Andes de llevarla a su cuarto el cual no conocía y me daba miedo entrar mi padre hizo un comunicado.

--Se que las cosas son difíciles y desde el fondo de mí corazón espero que me perdones y que volvamos a ser una familia, tal vez no la que teníamos pero si tratar de llevarnos bien-- dijo sin más, yo solo escuchaba-- hable con Rita antes de venirnos, quedé en ayudar, le debo el que te cuidara y conocer a los niños me hizo ver que todos tenemos una oportunidad en la vida.

--¿No entiendo?-- pregunte.

--Hable con mi asistente para que arreglara todo, se reparará lo dañado y comprará todo lo que ellos necesiten, eso niños jamas volveran a tener una carencia-- ¿qué estaba diciendo?

--¿Les mandaste dinero?-- él asintió, wow y ahora que podía decir-- ¿gracias..? No tenías porque hacerlo.

--Quiero hacerlo-- me sonrió, se veía afectado y cansado.

¿Qué podía decir en estos casos? ¿Cómo podía reaccionar? En el fondo se que trata de remediar todo y no es fácil al menos no para mí. Tal vez deba hacerle caso a mi tía.

--Mami tengo sueño-- se frotaba sua ojitos con cansancio.

--Vamos a que te acuestes-- la cargué.

--¿Puedo quedarme en el cuarto que me dieron los abuelos?-- yo le dije que si-- adios--se safo de mi para despedirse de todos-- buenas noches-- después volvió a mi para que la cargara. Una vez en el cuarto lo miré detenidamente, era de color verde con muchas decoraciones de animales, tenia una pequeña cama pegada a la pared y muchos estantes con juguetes y muebles posiblemente llenos de ropa de niño, ¿mis padres habían echo este cuarto para mi hijo? Entre tratándome el nudo que tenia en el estómago-- mami, ¿me arrullas allí?-- apunto a una mecedora que había en la esquina del cuarto.

Rápido saque su pillama de la maleta y se la puse con un poco de dificultad, ya estaba más dormida que despierta y no me ayudaba, cuando termine de vestirla me fui a sentar mientras la arrullaba. Le canté una canción hasta que se quedó dormida, no pude evitar llorar, era tan bonita y dulce. Tenerla cerca de mi me hacia muy feliz y dichosa, amaba a mi hija más que a nada en el mundo.

Segui contemplándola un rato hasta que escuche un ligero ruido que provenia de la puerta, cuando volte vi a mi nana parada justo en el marco. Sus hermosos ojos cafés derramaban lágrimas sin parar, se veía cansada y más grande de lo que la recordaba, su cabello negro estaba cubierto por muchas canas a causa de la adultez.

Mi nana siempre había sido alguien importante para mí, como una mamá. Ella nos cuidaba cuando mis padres se ausentaban por trabajo, no enseños tantas cosas incluyendo su lengua materna; francés. Ella era francesa y durante años nos cuidó y tanto Nicolás como yo hablamos francés por su constante cuidado.

Pare la mecedora y trate de levantarme sin asustar a mi hija, como pude me acerqué a ella para abrazarla. Rápido su mirada se posó en mi hija y la veía atónita.

--Te extrañé Nana-- para este momento yo también lloraba.

El encuentro fue muy emotivo, después de acostar a Sol estuvimos platicando mucho, en ningún momento me soltaba, siempre trataba de abrazarme o sobaba la palma de mi mano dándome su cariño.

Como ya era muy noche decidí dormir  también para descansar.

A la mañana siguiente mi despertador corporal se activo y a las siete de la mañana ya estaba en la cocina inspeccionado el refrigerador para comer algo. No se porque pero mientra bebía un vaso de leche la puerta principal se abrió de repente y asoto contra la pared muy violentamente, como la cocina estaba cerca se escuchó demasiado fuerte.

Un Príncipe De RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora