Capítulo 36

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Me sobresaltó el ruido que había en la casa, parecía que había una avalancha de panico acompañada con algunos lloridos. Tanto Nicolás como yo despertamos al instante.

--Oh aquí estás-- entro de la nada asustandonos-- esta en la sala con Nicolás-- grito Fernando.

En cuestión de minutos ya los tenia a todos allí viéndome preocupados, mi hija rápido llegó para que la cargara una tarea nada fácil pero lo logré.

--¿Se puede saber qué pasa?-- los observe a todos-- ¿por qué tanto escándalo?

--Si, estaba muy agusto descansando-- mi hermano se quejó y yo me reí.

--No estabas por ningún lado-- se apresuró a decir-- cuando desperté no estabas-- la conocía demasiado bien, lo más probable es que se haya asustado.

--Estoy bien Ara, Nicolás y yo veíamos una película anoche y nos quedamos dormidos aquí en la sala-- le dije.

El resto de la mañana se paso muy rápido y por la tarde tanto mis padres como la tía Marta y mi nana se fueron de paseo por lo que llegarían tarde, Nicolás también había salido a hacer algunas compras pero él no tardaría en regresar. Fue el único que se quedó por si pasaba algo.

En la casa solo nos encontrábamos los chicos, mi hija y yo. Como de costumbre estuve acostada descansando mientras los demás jugaban con los juguetes de Sol. Me aburrí por lo que decidí unirme a su pequeña aventura.

--Tienes que decírselo, Fernando-- estaba por doblar la esquina cuando escuche como hablaban-- ese era el trato.

--No quiero que se enoje conmigo-- su voz sonaba muy triste-- sabes como le afectó todo esto no quiero que me odie porque le volví a hablar.

--No va odiarte porque te guste Crystal, Fernando-- le reprocho. Con que era eso, por supuesto que no me voy a enojar, mis problemas no son un impedimento para que él sea feliz.

En vez de seguir mi camino decidí ir a donde estaba el piano y empecé a tocar para llamar su atención, minutos después él vino a hacerme compañía. Lo alente ha que se sentara a mi lado y así lo hizo mientras yo seguía tocando.

--Yo también dejé de tocar-- dije una vez que termine-- cuando llegue aquí me centre tanto en superar mi ruptura con William, después en protejer a mi hija y al final a mis bebés, no tenía tiempo de nada-- volte a verlo-- nunca olvides quién eres, a pesar de que el mundo se rige por poder y una posición alta, lo que en verdad importa es un corazón y alma pura, sino ¿quién eres en realidad?

Tal vez en un futuro yo pueda recordar estas palabras y si se me da la oportunidad, aplicarlas.

--Vale la pena arriesgarse por algo así, nunca te sientas menos que los demás-- toqué una tecla del piano, él no sabía que los había escuchado conversar por eso estaba desconcertado-- incluso con Crystal, que ella tenga un título no la hace mejor que tu-- le di una sonrisa sincera-- los problemas que yo tenga con su familia no deben impedir que seas feliz. Yo quiero que seas feliz-- a este punto ya estaba llorando a mares y me abrazo.

Llegaron Ara y mi hija y se abrazaron, a pesar de los problemas y todo lo que ha pasado, ellos dos siempre se han visto como los mejores hermanos y amigos. Podían contar el uno con el otro.

Un agudo dolor se posó en mi espalda baja tan insoportable que me incliné y toque varias teclas del piano haciendo un sonido horrible, jamás había sentido un dolor tan fuerte, sin poder evitarlo me queje.

--¿Qué pasa?-- ambos se voltearon hacia mi muy asustado apolle mi cara en uno de mis brazos y trate de morderme la lengua para no gritar.

--Creo que ya van a nacer-- empece a desesperarme, estábamos solos en la casa y no había forma de llegar a la clínica-- Ara-- hice todo el acopio de mi para hablar-- háblale a Nicolás.

Un Príncipe De RegaloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora