✖¿Esto Es Amor?✖ (BL) FINAL I

XXV

"¿Controlarme o no?"
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Alexander tomó un taxi.

Actualmente estoy buscando al taxista que lo llevó, he encontrado a dos que recuerdan su rostro.

Uno dijo que lo vio comprando en una tienda de Shibuya. Él otro me dijo que se acordaba perfectamente de él y que le llevó a Shibuya junto con Andrew Brown y Marcus Taylor.

Pero lo que dijo...

"—Sí, ese pelirrojo iba con él... Pero no habló en todo el camino, estaba totalmente paralizado, no pestañeaba a penas... No quise preguntar nada por miedo, pero juraría que estaba sumido en un gran shock —."

Según esto Alexander aprovechó el shock de Marcus para traerlo a Japón.

Maldito hijo d...

Niego, no me sirve de nada insultarlo o criticarlo, él es un enfermo mental.... No sabe que hace y menos por qué lo hace.

Suspiro empezando a buscar personas que hayan dado su apartamento en Shibuya a algún extranjero.

(...)

—Se te da bien esto —. Digo sonriente viendo como Alexander dibuja.

—Siento que tengo un maldito niñero —. Gruñe. Yo ruedo los ojos.

—Hazme caso, cuanto más entretenido estés menos pensarás en cosas que no debes —. Le recomiendo, él suspira y sigue dibujando — Por cierto... ¿Qué dibujas? —.

—Un cuchill—. Le interrumpo quitándole el dibujo y dándole un nuevo papel en blanco — ¿¡Pero qu—.

—Dibuja algo que no tenga que ver con matar —. Alexander gruñe empezando de nuevo.

Después de un largo rato que le dejo a solas mientras que voy a ver si Andrew a empezado a hacer los deberes... Cuando vuelvo me sorprendo bastante al mirar su dibujo.

—¿Esa es Darkness? —. Pregunto asombrado sentándome a su lado. De verdad tiene talento.

—Aja... —. Responde concentrado. Yo sonrío.

—Se te da muy bien —. Susurro, él asiente.

Era increíble el pensar que Alexander no dibuja a menudo, porque su forma de dibujar es casi perfecta... ¿Será porque tiene memoria fotográfica?

Cuando termina sonríe tristemente mirando su dibujo, yo suspiro y poso mi mano en su espalda.

—Si quieres cuando puedas controlarte podrías tener otro animal —. Alexander me mira y asiente varias veces, juraría que está emocionado internamente.

Parece levemente feliz. Me sorprendo porque... Las únicas veces que he visto a Alexander feliz ha sido por el sufrimiento ajeno.

—¿Qué te gustaría hacer a parte de dibujar? —. Pregunto.

—... —. Él posa su cabeza de lado sobre mi regazo, tumbándose. Al principio me niego, pero luego sinceramente me da igual.