CAPÍTULO XVII

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En ocasiones, las mazmorras de dominación se convierten en una parte de ti: una de autoconocimiento y otra de transmutación

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En ocasiones, las mazmorras de dominación
se convierten en una parte de ti: una de autoconocimiento y otra de transmutación. Entras como una larva, y sales como una mariposa.

Caroline leía con los ojos bañados en lágrimas la nota que le había dejado Klaus sobre la almohada. La había leído cien veces al menos.
Caroline, estás fuera del caso. Recupérate pronto. Yo traeré a tu hermana de vuelta.
Cuídate, brujita Klaus tu amo/tutor/¿amigo?
—¿Me tomas el pelo? —De un plumazo se secó las lágrimas de decepción con las manos—. ¿Cómo te has atrevido a hacerme esto? —murmuró impresionada.
Él sabía lo importante que era la misión para ella. Su hermana Katherine estaba ahí y no podía pegar ojo sabiendo que ella no podía hacer nada; mientras, él estaba por ahí, jugando en el rol, investigando… Porque a ver: ¿Con quién iba a ir? ¿En calidad de qué? ¡¿Cómo se le había ocurrido hacerle eso?!
Se había ido. Lo había recogido todo y solo había dejado la bolsa del House of Lounge encima de la mesa.
Lo odiaba. Lo odiaba tanto que cuando lo viera le arrancaría los ojos. Lo que no se imaginaba era que él pudiera odiarla tanto también. ¿No entendía que un golpe de ese tipo la hundiría? Le estaba demostrando que no confiaba en ella como profesional; ni siquiera como pareja. ¿Tanto miedo tenía de que entorpeciera su plan? ¡No pensaba montar ningún numerito más de chica herida y despechada! ¡Ya había aprendido la lección! ¡Solo trabajo y punto! ¡Era una agente de la ley, maldita sea!
Miró su iWatch rojo con la pantalla negra. Era la una del mediodía. Había dormido como un tronco durante toda la noche. Los somníferos eran tan fuertes que todavía seguía aletargada, pero la nota de Klaus le había avivado de golpe.
—Piensa Caroline, piensa. —Daba vueltas por su habitación, de un lado al otro. Se detuvo de golpe. A esa hora, mañana Klaus iría en un avión dirección al Caribe. Tenía que hacer algo urgentemente—. Las copias del precontrato… —susurró.
Corrió hacia la habitación en la que tenía su oficina. Se frotó la nalga y la cadera… El cuerpo le dolía por el estrés y por los latigazos; le dolía más que ayer por la noche, pero era normal. Era señal de que estaban sanando.
Abrió un cajón archivador y halló la copia del precontrato que firmó hacía ya seis días con el señor Marcel Gerard, el subdirector del FBI. Con un clip, en la esquina derecha, había
una targeta de contacto.
Caroline marcó el número de teléfono de su iPhone.
—Gerard —contestó la voz del subdirector al hablar.
—Señor Gerard, soy Caroline Forbes.
—Caroline, ¿cómo te encuentras? Klaus nos ha explicado lo sucedido. Lamentamos que tuvieras ese percance. Espero que te recuperes pronto…
—Sí, bueno, señor… Por eso le llamo.
—¿Por qué?
—Estoy plenamente recuperada. Solo son unos rasguños.
No sé qué les habrá contado Klaus pero puedo seguir en el caso.
—Lo siento, Caroline. Klaus es el agente al cargo de Amos y Mazmorras y él ha pedido tu exclusión por baja psicofísica. Asegura
que estás demasiado vinculada emocionalmente y que puede que tengas dificultades para controlar tu temperamento.
—¿Eso le ha dicho? —Apretó los dientes y se presionó el puente de la nariz. «Sí. Sí tengo dificultades para controlarme. Y las tendré
cuando lo vea y no pueda controlar mis ganas de freírlo».
Lo que no sabía Marcel era que ella tenía una buena a su favor que pensaba utilizar—. Señor Gerard, déjeme decirle que, si no me incluyen en el caso, acudiré yo sola al torneo. Pienso ir sí o sí. Ustedes me han hecho partícipe de este maldito juego de infiltración y yo ya no puedo salir.
—Podría poner en riesgo la misión, Forbes.
—No lo haré. Precisamente porque mi hermana está ahí.
Por eso seré más cauta y disciplinada que nunca. Klaus… El agente Mikaelson puede no verlo de ese modo porque hemos tenido nuestras diferencias; pero, créame: si no voy con su protección, iré sola.
—No puede hacer eso. No tiene invitación directa.
—La tengo, señor. Ayer por la noche la Reina de las Arañas me la dio personalmente.
—¿Cómo? Mikaelson no me ha comentado nada de eso…
—Bueno. Es comprensible… Sucedieron muchas cosas… Y el agente Mikaelson ha tenido tanta prisa por irse que ni siquiera se ha olvidado de robarme la invitación —añadió, sintiéndo se poderosa.
Caroline escuchó que al otro lado de la línea alguien interceptaba su conversación y hablaba en persona con Marcel.
—Un momento, Forbes —dijo el subdirector—. No cuelgue… ¿Por qué línea?
—La dos, señor —respondía otra voz de hombre.
—Gerard —contestó en la otra línea—. Hola, Salvatore… ¿Cómo? ¡No hablará en serio!… No puede ser… ¿Han hablado con la organización?… ¿Está seguro de que no puede jugar así? De acuerdo… Buscaremos una solución. ¿Fue la agente Bennett quien recibió la invitación? ¿Y usted?… Por el amor de Dios… Ahora la llamo.
Caroline entrecerró los ojos verdes y presagió algo bueno.

—Agente Forbes. —Regresó Marcel.
—¿Sí, señor?
—No se lo va a creer.
—No lo sé, señor. Dígame.
—Los agentes Damon Salvatore y  Bonnie Bennett entraban infiltrados con ustedes también. Pero la agente Bennetñ ha sufrido un percance y se ha roto el brazo.
La organización le ha prohibido participar así.
Caroline apretó el puño y gritó en silencio por su suerte.
—Bonmie entraba como ama y era ella quien tenía la invitación.
¿Eh? ¿Bonnie era ama?
—¿La agente Bennett era la ama del agente Salvatore?
—Sí, así es. Ahora Damon Salvatore no puede entrar sin invitación. Pero usted tiene una entrada directa de la Reina de las Arañas. Y es una entrada doble. Eso le permite traer a alguien con usted.
—Oh.
—Si le doy de alta para la misión, ¿se vería capaz de entrar como la domina de Damon?
Caroline tragó saliva. No tenía ni idea de dominar.
Pero lo haría todo por Kathetine y por encontrarse de nuevo cara a cara con Klaus. Aceptaba el desafío, no le quedaba otra.
—Por supuesto, señor.
El silencio se propagó por la línea.
—Entonces, está dentro del caso. La pondré en contacto con su nuevo compañero. Facilítenos los datos que le dio la Reina para que realicemos todos sus trámites en su nombre. Le enviaremos un correo de confirmación a su dirección con los billetes de avión.
—¿Mantendré la identidad que me atribuyeron?
—Así es, agente. ¿De verdad que se siente preparada?
—Sí, señor.
—Me la juego con usted, pero no tengo otra alternativa.
—No lo decepcionaré, señor.
—Eso espero. Intente informarse el máximo posible sobre su rol.
—Sí, señor.
—Hasta pronto.
—Adiós.
Caroline, todavía nerviosa por la conversación, bajó las escaleras de su casa y se sentó frente a la bolsa de House of Lounge.
Tenía que empezar a leer cómo era una buena ama mujer, una domina… Tenía veinticuatro horas para trabajar en su perfil y en ofrecer un espectáculo, aunque fuera básico. Uno que
le permitiera tener la oportunidad de poner en marcha el plan que su cabecita empezaba a carburar.
Porque Caroline tenía un plan. Uno de los grandes.
Sacó el corsé de la mariposa monarca y sonrió.
Las cartas estaban echadas.
El torneo iba a empezar inmediatamente.
No era ama, y lo sabía. Pero lo arriesgaría todo por Katherine y, si iban a jugar de verdad, ella sería la que más duro lo haría.
—Hola, domina Raksha —murmuró con convicción.

Cuando las mazmorras se abren, los dragones salen de caza.

Entre Latigos y CariciasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora