CAPITULO XXXIV

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"A veces, en las cadenas de la sumisión, se halla la verdadera
libertad"

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"A veces, en las cadenas de la sumisión, se halla la verdadera libertad".

Tres días después
Hospital George Washington
Caroline estaba sentada frente al subdirector del FBI, Marcel Gerard.
Repasaban juntos el informe que Caroline había redactado. Estaba acostumbrada a hacerlos ella misma en Nueva Orleans y no le había importado redactarlo para el FBI.

FECHA: 2019-02-06
FUENTE: SVR/FBI
CLASIFICACIÓN: CONFIDENCIAL
C O N F I D E N T I A L WASHINGTON 000328
SIPDIS: AMOS Y MAZMORRAS
LK POR CAROLINE FORBES
KL POR KLAUS MIKAELSON
MP POR KATHERINE FORBES
E.O. 32561: DECL: /23/2012
ETIQUETAS: Trata de blancas, sodomización, prostitución, esclavitud,
tráfico de drogas
SUJETO: TFH04: Abierto y cerrado: el caso de Amos y Mazmorras
REF: WASHINGTON 939
Clasificado por: FBI Marcel Gerard.

En él, Caroline resumía los doce meses de formación de los agentes Damon Salvatore, Katherine Forbes, Klaus Mikaelson, Bonni Bennet y Alaric Zaltsman en el mundo de la dominación y la sumisión para resolver e investigar los homicidios de Tatia, Katia, Marru y Roxana y, por otro lado, por el consumo
de una variación nunca vista de popper y crystal.
Habló del descubrimiento del foro rol Dragones y mazmorras DS y la llegada del segundo torneo que se celebraba ese mismo año. Explicaba cómo asumieron sus roles e investigaron a todas las Criaturas hasta averiguar que eran los Villanos los que manejaban todos los hilos.
Después de eso, y a pocos días de que empezara el torneo, Katherine desapareció; y, tristemente, se halló el cadáver de Alaric, muerto por asfixia.
En el informe se detallaban los cuatro días de jornada del torneo, así como el descubrimiento de la variación del popper con crystal, con Keón como químico, que mejoraba la anterior fórmula y no provocaba choques
anafilácticos.
El contacto directo con Kaí Parker agente secreto ruso, y la aparición de Katherine Forbes dieron origen a la colaboración conjunta entre el FBI y el SVR, en calidad de amo y sumisa. Kaì reconoció a Caroline en una prueba del torneo y se la llevó a Peter Bay, donde tenía a muchas otras sumisas traídas por Belikhov: un mediador ruso entre Villanos y compradores, para que les hiciera la doma. Así entendieron lo que hacían con las mujeres y hombres que secuestraban y adiestraban para ser los
esclavos, cachorros y sumisos de auténticos sádicos multimillonarios.
Algunos vivirían y serían vendidos al mejor postor; otros morirían en Walpurgis.
Destapó la trama del ron y de cómo Klaus sospechó correctamente de
Waitress Lover, un ama, chica rica y de la Upper East Side de Nueva York, encaprichada con el agente Mikaelson, y responsable de la muerte de Alaric; y tal y como después testificó, de los otros dos sumisos sin identificar que se encontraron con sendos guiches en el perineo. Sombra espía, como era conocida Cami entre los Villanos, secuestró a Caroline Forbes y a Klaus Mikaelson, llevándolos hasta Tiamat, formado por cinco cabezas pensantes
con mucho poder, entre los que destacaban los Fell.
Los Fell eran una conocida pareja de multimillonarios de Nueva Orleans, cuyo hijo había sido encarcelado por Caroline Forbes, es decir, ella misma. El hecho de que los Fell las reconocieran, a ella y a Katherine, como hijas de su misma ciudad y responsables de la infelicidad de su hijo, propició la aceleración del caso. Los Fell querían una venganza personal; y esperaban acabar con ellas. Pero no lo lograron.
Klaus y Caroline escaparon de la gruta en la que estaban a punto de ser cruelmente ejecutados pero, en su salida, Logan Fell murió.
Después de eso, se abortó la noche de Walpurgis gracias a una excelente
acción policial conjunta entre los equipos de las Islas Vírgenes, el FBI y la
SVR.
Venger era Liam Davis, heredero de una dinastía siderúrgica única en Rusia. Su padre, Aldo Davis, era uno de los diez hombres más ricos del país. El SVR estaba investigando la relación de Davis con el negocio de la prostitución y la trata de esclavas en su tierra.
Tiamat estaba formado por los Fell, un banquero americano que había triplicado su patrimonio comprando créditos baratos llamado Ben McKrittrick, y los gemelos Young, los propietarios de una cadena de hoteles que habían fundado su padre, el señor Young.
Todos estos personajes eran descendientes de la Old Guard o de
simpatizantes de ellos. Tenían inclinaciones sádicas y una alta propensión a experimentar placer al controlar el dolor, el sufrimiento y la muerte ajena.
No pretendían nada con ello, no buscaban nada con ello.
El procedimiento era el siguiente: pedían hombres y mujeres, trataban con Fell, y Parker se las facilitaba mediante sus contactos. A algunos los captaban a través del foro Dragones y Mazmorras DS, como había pasado con Tatia, pero la mayoría eran facilitados por su propia red de tráfico. Los Villanos los redirigían a los amos que tenían contratados para su doma y sus disciplina. Los amos y amas trabajaban con ellos durante un máximo de
dos meses, con el objetivo de ayudarlos a soportar cuanto más dolor pudieran
mucho mejor. Buscaban resistencia; personas que no pudieran sucumbir
fácilmente ante un castigo; y por eso los adiestraban con ayuda de las drogas popper y Crystal.
Después de la doma, los devolvían a los Villanos. Y, tal y como habían hecho esa noche, los mostraban y los vendían a un montón de millonarios en línea que los compraban vía webcam y paypal. Y aquellos que no quería nadie los llevaban a la hoguera y los castigaban para sacrificarlos y entregarlos como ofrenda al dios Beltane.
¿Por qué hacían eso? Había cincuenta personas encarceladas a punto de
ser sometidas a juicio. Cincuenta hombres y mujeres que habrían
disfrutado de una noche en la que torturarían, mutilarían y acabarían haciendo una cremación de todos esos sumisos que se habían entregado a ellos, confiados y drogados hasta las cejas. ¿Y qué responderían en el juicio esos cincuenta imputados? Lo mismo que habían contestado en las interrogaciones.
—¿Por qué el sadismo? ¿Por qué matar?
—Porque la vida no aporta nada nuevo. Porque no hay mayor entretenimiento ni mayor poder que saber que tienes entre tus manos la última brizna de oxígeno de una persona. Ese es el placer que le encontramos. Hallar en la confianza y la fragilidad de otros todo tu poder.
Ese era el lema del maltrato: abusar de la fragilidad y de la confianza de
otros, de saber que se atrevían a ponerse en tus manos, atados,
sometidos…, esperando aquello que les haría volar, para encontrarse con la
otra cara de la moneda: Un abusador que golpearía, cortaría, violaría y
reduciría cada parte de su alma.
Y esa era la diferencia entre los Villanos y lo que Caroline había visto en Aurora, Lucien, Brutus, Olivia, Lex, Stef, Damon, Doppelganger Girl (Elena), Rebeckah, Kaì, Katherine y todos los participantes que venían a jugar sanamente al torneo de Dragones y mazmorras DS; auténticos amos y sumisas que lo veían como un juego, como una práctica sexual, sana,
segura y consensuada.
Los auténticos amos y amas alimentaban y reforzaban esa confianza, demostrando que el dolor solo era una antesala del placer; y nunca era dolor extremo. La dominación y la sumisión de Dragones y Mazmorras DS no tenía tendencias sádicas.
Los sádicos con sociopatías, como todos los multimillonarios aburridos de su realidad que formaban los Villanos, destruían y se centraban en el dolor
y en el sometimiento auténtico hasta el extremo de arrebatar la vida.
Saber que ese tipo de gente existía, y que no estaba tan lejos de ella como se pensaba, la asustó. Pero debía seguir adelante. ¿Seguía viva, no?
—Agente Forbes, su informe es exquisito. —La felicitó el subdirector.
—Gracias, señor —contestó con la mirada fija en la sala de espera del
hospital.
—Será un honor oficializar su contrato con el FBI. Ya es una de los nuestros y, además, con matrícula —le dio la mano con afabilidad.
Ya era una de ellos. Ya era una agente doble del FBI.
Caroline estudió la mano que brindaba el subdirector y pensó que, seguramente, no sería una mano que se pondría en el fuego por ella.
La única mano que lo había hecho había sido la de Klaus. Y el resultado lo tenía enfrente de sus narices: Klaus había resultado gravemente herido; y aunque ya estaba fuera de peligro, Caroline nunca olvidaría las horas que estuvo con él en el helicóptero, taponando la herida, esperando a que la sangre no encharcara sus pulmones.
Un rostro tan hermoso como el de Klaus, con ese increíble y tierno hoyuelo en la barbilla y aquellas facciones tan perfectas, nunca debía tornarse cerúleo como lo había hecho en aquellas horas agónicas.
Dios, estaba tan enamorada. Tan loca de amor por él. Tan ansiosa y adicta a sus palabras, a su toque, a sus sonrisas y sus bromas… Klaus había despertado hacía veinticuatro horas; y las dos veces que había entrado a verlo, había tenido la mala suerte de encontrarlo dormido.
Parecía que lo hacía a propósito.
Porque no quería volver a pasar por lo mismo; porque no podría vivir así con él, con esa angustia, con ese miedo arrasador. Caroline tomó la mano que
Marcel le ofrecía y dijo:
—Rechazo el trabajo, señor.
—¿Cómo? —Marcel arqueó las cejas.
—He decidido que… no quiero esto.
—Está bajo los efectos del shock, señorita Forbes. Es comprensible …—
La tranquilizó amablemente—. No pienso aceptar su negativa, hasta que no pasen, como mínimo, un par de semanas.
Caroline parpadeó y frunció el ceño.
—Señor, creo que lo tengo bastante claro…
—Seguro que ahora lo tienes. Pero posees ese factor X, Caroline, el que hace que consigas todo lo que te propones. Y nuestra oficina necesita personas como tú. Como tu hermana.
—Señor…
—No, Caroline. —utilizó su nombre—. No lo acepto. Te doy tiempo para que lo
pienses. Tómatelo con calma. Vuelve a casa, relájate. Tienes unas merecidas vacaciones. En quince días te volveré a llamar.
—De momento mi no es no —alzó la voz para que su posición quedara clara.
—Lo sé. —Marcel sonrió, se guardó el informe en la maleta, que utilizaría para hacer todas las interrogaciones pertinentes, y alzó la mano para despedirse—. Hasta pronto, Forbes.
—Adiós.
Caroline se quedó sola de nuevo.
El olor a hospital la deprimía mucho.
Visitaría a Klaus otra vez.
Sabía que estaba agotado y que había recibido a Gerard; pero ella se moría de ganas de verlo. De que abriera sus ojos y la mirase.
Se levantó extenuada.
El shock emocional siempre la dejaba a una hecha polvo.
Todavía le escocían las heridas. A algunas le habían dado hasta puntos,
porque los cortes resultaron demasiado aparatosos.
Llegó al ascensor y tocó el botón de la quinta planta. Cuando las puertas iban a cerrarse, una mujer de precioso pelo castaño largo, vestida con minifalda negra, blusa blanca, americana y tacones, entró en el ascensor.
Caroline abrió los ojos y ella sonrió tímidamente.
—Elena —la saludó Caroline. No la había vuelto a ver desde que Damon la
eliminó.
—Hola, Caroline.
—Yo… —No sabía qué decirle. Elena lo había arriesgado todo por Damon;
hasta el punto de meterse en un torneo en el que creía que su marido participaba de buen grado y jugar como sumisa de una dómina un tanto peculiar. Rebeckah había muerto… Se lamentó—. Dios; ni siquiera sé qué
decirte…
—No digas nada —contestó con una voz calmante y suave. Sus gafas grandes y de pasta negra cubrían parte de un moretón que tenía en la mejilla—. No hace falta que digas nada. Las palabras, en estos casos tan obvios, sobran.
—Sí. —Caroline se retorció las manos y recogió un mechón de pelo rubio detrás de su oreja. Caray, al lado de la elegancia de Elena, y viendo cómo iban vestidas, se sentía como una piltrafa. Caroline llevaba un pantalón tejano agujereado y bajo de cintura, unas sandalias surferas amarillas y una camiseta blanca de tirantes. Tenía tiritas y vendas por todos lados. En cambio, y por suerte, a Elena no le habían hecho casi nada, aunque
seguro que el verdadero corte lo llevaría por dentro. El miedo y la sensación de descontrol no se borrarían jamás—. ¿Vas a ver a… ?
—¿A Damon? Sí —contestó carraspeando—. Eso si me deja, claro. Las dos veces que lo he visitado me ha echado de la habitación —murmuró
avergonzada.
—Qué zoquete —opinó Caroline—. Fue un acto muy valiente por tu parte hacer eso por él, Elena —reconoció—. No sabía que eras Doppelganger Girl. Dios… No lo hubiese imaginado nunca. La castaña se encogió de hombros.
—Iba siempre enmascarada. Era normal que no me reconocieras.
—Pero tú a mí sí.
—Oh, Dios —resopló—. Sí. Y cuando vi que hacías de ama de Damon no me lo podía creer. No entendía qué hacía Damon ahí, de sumiso… Me dejó
desorientada.
Caroline sonrió comprensiva. Tenía ganas de darle un abrazo a aquella mujer valiente.
—No soy capaz de imaginar el miedo que pasaste cuando te diste cuenta
de que te ponían a la venta…
Elena apretó los dientes y miró hacia otro lado.
—Me retuvieron en la isla. Pensé que… Pensé que me iban a matar… —
Exhaló, como si no tuviera fuerzas para continuar—. No sabía qué estaba pasando… Me drogaron, nos drogaron a todas…
—Pero eso ya ha pasado. —Caroline le puso una mano sobre el hombro, sabiendo que aquella mujer nunca iba a olvidar la experiencia traumática
vivida—. ¿Sabes? Damon dejó de jugar de dominante en la misión, después de
lo tuyo.
—Bueno, no me extraña… Le traumaticé —juró arrepentida.
—Fuiste tan osada… Te admiré mucho cuando Damon me dijo que eras tú.
¿Cómo te atreviste a meterte ahí, en un torneo así?
—Yo solo quería recuperar a mi marido… Las situaciones desesperadas
requieren medidas desesperadas. ¿No dicen eso?
—Sí.
—También fue una gran estupidez todo lo que le hice cuando me asustó. Y… Eso no me lo va a perdonar.
—Con el tiempo…
—¿Con el tiempo? —repitió ella mirándola de reojo—. Llevaba siete años casada con él. Hemos tenido un noviazgo maravilloso… Y, ahora, ya no sé ni con quién me había casado. Damon es un agente del FBI, no un agente comercial… Me secuestraron en el maldito torneo de BDSM y a él por poco lo matan… Vi cómo… Vi cómo Venger mataba a Rebeckah. —Los ojos se le llenaron de lágrimas—. Y yo no tenía ni idea —protestó levantando un poco la voz—. Ni idea de nada, de… —susurró mordiéndose el labio inferior.
Caroline comprendía el desasosiego de la mujer. Pero, a veces, ser agente doble comportaba mentir y ocultar la identidad hasta a los que más se
amaba.
A veces, ser agente doble era arriesgar la vida de aquel modo.
Las dos se bajaron en la planta quinta.
—Bueno, voy a intentarlo de nuevo —aseguró la hermosa mujer secándose los ojos humedecidos.
—Suerte. —Le deseó Caroline parándose enfrente de la puerta de Lion—.
Ponte en contacto conmigo cuando lo necesites, Sophie. Nick… Nicholas
tiene mi teléfono.
—Gracias —contestó Sophie con cara de enfrentarse al diablo—. No lo descarto. —Siguió caminando hasta pararse en la puerta de Damon. Picó con los nudillos y abrió la puerta.
Caroline rezó por que Damon le diera una oportunidad a aquella chica que tanto se había arriesgado por él. Tenían algo que arreglar y mucho que reconstruir. Pero, si se querían, debían lograrlo.
Caroline miró el número de la habitación de Klaus. 513.
Se asomó al cristal de la puerta y por fin vio que él hablaba con Freya y
Jeremy, o lo intentaba.
Verlo despierto llenó de luz su corazón.
Sus ojos de lobo se encontraron con los de ella a través del cristal.
Caroline levantó la mano y lo saludó, con una sonrisa de oreja a oreja.
—Hola —le dijo a través del cristal, como una niña pequeña y feliz.
Esperaría a que los dos agentes se fueran. Y, entonces, ella entraría y, si
se lo permitían, se acostaría con él en la misma camilla y lo abrazaría.
Y lloraría. Lloraría de felicidad por verlo bien y a salvo.

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