III. Empleo.

2.9K 477 440
                                    


¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Septiembre 30, 2039.
9:00 hrs.
Club Edén.

Las mañanas de septiembre en Detroit solían volverse más frescas con el pasar de los días, el sol tomaba una tonalidad clara y desteñida que anunciaba una temporada de melancolía antes de fin de año y se respiraba un aroma de solitaria calma que envolvían a Hank suavemente. Era la época más difícil para él, estaba justo al medio de dos fechas que durante los pasados cuatro años habían sido un horrible reto.

Pero ahora estaba acompañado. No podía decir que Connor era el mejor al momento de entender sentimientos humanos, pero lo intentaba, y eso era todo lo que Hank necesitaba.

Cuando estaba de mal humor solo volteaba a mirar a Connor y se sentía mejor. Un estúpido androide ayudando a un estúpido humano.

La última vez que habían visitado ese lugar, cada androide había estado en una vitrina siendo vendido como un juguete sexual sin importancia, sin vida y sin consciencia. Hank recordaba que Connor le había hecho gastar una fortuna en placeres a los que jamás tuvo acceso, aunque tampoco es que los quisiera. Había estado demasiado tiempo solo, no necesitaba de ese tipo de actividades. Ya estaba viejo para eso.

Observa la espalda del androide mientras caminan. Connor no se detiene a mirar ni un poco a los modelos que bailan y caminan libres a su alrededor, y tampoco lo hace cuando un par, hombre y mujer, lo abordan. Hank se aguanta la risa y le sigue el paso.

–En las pantallas de afuera debería poner "Somos tan buenos que hasta la policía nos visita" –El dueño regordete se burla, Hank observa a Connor sabiendo que éste arruinaría el chiste de alguna manera.

–Eso asustaría a la gente. Sería malo para el club. –Comenta el androide antes de empezar con un rápido análisis de su alrededor. Esta vez Hank ríe.

–Estamos en medio de un caso. –Habla el teniente– ¿Siguen teniendo el servicio a domicilio aquí?

–Dejó de existir hace tres meses. Los androides dijeron que tenían miedo de ser dañados en alguno de esos trabajos y tuvimos que quitarlo antes de que nos denunciaran con ese tal Markus.

– ¿Alguno de ellos se negó a que lo quitaran? ¿Algún androide faltó ayer por la noche o no ha llegado hoy? –Interrumpe Connor, no habiendo encontrado nada relevante.

–Todos están y estuvieron aquí en su turno. Nadie ha faltado. –Responde el hombre. Connor mira a Hank; el último suspira.

Salta para sentarse en el cofre de su oxidado auto y mira hacia sus manos, Hank lo hacía cuando pensaba demasiado. Connor se recarga en la puerta, cruzando los brazos.

–Quizá no es androide. –Comenta el oficial, observando el led color amarillo en la sien de su compañero; sabía que éste no se rendiría tan rápido, era un hombre ansioso de conocimiento y con la errónea idea de que podía mantener todo en sus manos.

–Puede ser. –Asiente Connor. Hank le siente distante por lo que lo atrae hacia sí poniendo su brazo en los hombros ajenos y acariciando su cabello.

–Cálmate, Connor. Si nos asignan el caso estoy seguro que podremos resolverlo como el resto. –El pobre intento de tranquilizar al androide por suerte había funcionado– Y si no lo hacemos y nos despiden, al menos sabes que puedes trabajar aquí.

– ¡¿Qué está diciendo, teniente?! –Connor se exalta haciendo que Hank ría a carcajadas. El hombre palmea el hombro del androide antes de ponerse de pie.

– ¿Por qué no trabajar aquí? Tú mismo lo has dicho, te hicieron con la estructura física para agradar a los humanos, y aunque para mí tienes rostro de imbécil, a alguien sí le has de gustar. –Opina al sacar sus llaves de la bolsa y buscar la apropiada.

–Y también le dije que mi modelo carece de órganos sexuales, señor. Es imposible. Además que aquí vienen hombres extraños y usted me ordenó explícitamente descargar las fichas de todos los humanos acusados de delitos sexuales para evitarlos si estoy solo.

–Uno nunca sabe con qué clase de pervertidos se puede topar tu androide cuando anda por las calles sin compañía. Si hay gente que gusta de venir aquí tan temprano, entonces no dudo que alguien quiera secuestrar a mi compañero. –Comenta Hank antes de subirse– Tengo hambre, vamos por una hamburguesa.

Todo el camino Connor se mantiene en amarillo. Hank le mira de reojo cada semáforo y se mantiene en silencio para dejarlo pensar, la música de Dave Brubeck los acompaña. Cuando menos lo piensa, el androide ha cerrado los ojos y ahora seguro estaba con esa tal Amanda. A Hank no le agradaba, había sido una mala influencia para Connor la vez de la liberación androide, y lo seguiría siendo mientras Connor lo permitiera.

Al llegar lo deja ahí mientras él pedía su hamburguesa. Estando por terminarla cerca de veinte minutos después, ve al androide caminar hacia su dirección.

–Fue una larga visita. –Comenta Hank.

–No fui con ella. Ese lugar dentro de mi sistema es muy relajante, pude pensar mejor. –Aclara Connor antes de que el oficial tomara una postura fría como cada vez que hablaba con Amanda.

– ¿Y qué has pensado? –Toma soda. Connor se tarda en responder al analizar el líquido con alto contenido de azúcar y negar con la cabeza. Le había dicho infinidad de veces al teniente que consumir esas bebidas era malo para su salud.

–No volveré a pensar en el caso de hoy a menos de que ocurra otro y se confirme que es un androide. Si es un caso aislado a nuestra especialidad no me meteré.

–Muy bien, Connor. Ahora sabes lo que es "No tener motivos para estresarse". –Ríe Hank, pero Connor con su inexistente sentido del humor, no lo acompaña.

–Caminemos un poco, teniente.

– ¡Pero estoy comiendo!

–Caminar es bueno para la digestión.

–Está bien, pero tú cargarás con mi basura.

El paseo es muy callado. Hank podía recordar cuando aquella zona de la ciudad estaba todo el tiempo llena de gente sonriente, ahora solo quedaban los recuerdos. No podía quejarse, era un hombre viejo que no podía acostumbrarse a la abrumadora tecnología de nueva generación.

Al terminar su hamburguesa y sorber toda su soda por la pajilla le da la basura al androide que pronto busca un cesto. Al deshacerse de ella vuelve con el oficial y se miran. Para Hank era casi imposible saber qué pensaba su compañero. Frunce el ceño y las arrugas en su frente forman una "V", Connor imita el gesto.

– ¿Por qué querías caminar? –Mete sus manos en los bolsillos esperando una respuesta inteligente o material para burlarse del androide. Connor tarda en responder.

–No tengo una razón.

–Ahora sé que cada basura de plástico es divergente a su manera.

–No soy divergente, señor. –La frase hace carcajear a Hank. Asiente.

–Está bien, lo entiendo, no lo eres. Quita esa cara seria, Connor. –El teniente palmea el hombro del castaño mientras le muestra una sonrisa. Connor separa los labios para decir algo pero un fuerte sonido lo alerta.

–Un disparo.

SERIAL KILLER || Hank X Connor [Detroit:BH]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora