Capítulo 8: Desesperada

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Lya permanece dormida sentada junto a Karen la cual permanecía inerte conectada a una máquina. Todo aquello había ocurrido tan rápido que ni siquiera Lya sabia como había llegado allí. En un abrir y cerrar de ojos una bala atravesó a Karen por la espalda, provocando que perdiera mucha sangre por suerte no toco órganos vitales pero la pérdida de sangre fue mucha y el golpe que tuvo al caer casi la deja en coma. La impotencia que Lya sentía en esos momentos era perturbadora, era un sentimiento inexplicable que la inundaba que la perseguía y mataba todo sentimiento de esperanza o alegría. En esos momentos dormía solo por el cansancio que sentía era extremo, pero en realidad tenía miedo de dormir, de hecho siempre lo tuvo, desde que tan solo era una niña tenía esa pesadilla recurrente de ser secuestrada en un centro comercial, no sabía por qué ni como llego ese sueño a su mente pero la perturbaba cada noche, era horrible.

Esos sueños eran más significativos de los que parecían, pues Lya recordaba que una vez un hombre la quiso secuestrar en el parque; esa era la razón por la cual Lya se portaba tan distante de los demás, aunque sus padres evitaban a toda costa esa conversación los sueños de Lya se lo recordaban todas las noches.

─Deberías ir a casa.- dice una voz un tanto lejana.

Lya abre los ojos y ve a una enfermera que esta junto a ella.

─Deberías ir a casa, ella no despertara ahora, nosotros te llamaremos cuando despierte.- dice sonriendo.

Algo adormilada se estira y ve a Karen que no muestra señales de despertar. Da un bostezo y decide seguir el consejo de la enfermera; le da un beso en la frente a Karen y la observa por última vez.

Lya decide no llamar a sus padres, ya que ellos también tenían mucho en que pensar, además caminar le serviría para despejar su mente y olvidar todo. Se pone su chaqueta y sale a la fresca noche aunque clara gracias a las luces artificiales del alumbrado público. Mientras camina simplemente piensa en todos los acontecimientos que sucedieron en las últimas semanas. Le resultaba abrumador pensar en por que a ella le pasaron todas esas cosas, ¿acaso era un castigo? ¿Karma, quizás? Las posibilidades eran infinitas y una igual de abrumadora que la otra. Así que mejor decidió no pensar en nada y darse un respiro.

─¡¡Oye!!

Lya voltea rápidamente y ve a un hombre rubio de unos 30 años que corría hacia ella. Y aunque el temor se apodero de ella decidió esperar.

─ ¿Eres Lya?- pregunta jadeando

─Si, ¿Por qué?

─Te vi en la escena del crimen aquel día.

─ ¿Cómo sabes mi nombre?- pregunta cortante.

─ Te escuche decirlo a un reportero.

Lya ve a su alrededor y ve al mismo auto azul que había visto varios días antes y en la escena del crimen.

─ ¿Sabes qué? No tengo tiempo para esto.- se da la vuelta y comienza a caminar rápidamente casi trotando.

De repente siente como una mano fría la sujeta fuertemente la muñeca.

─ Te conviene venir conmigo niña.

Sin mirar atrás Lya tira lo más fuerte que puede y sale corriendo tratando de alejarse lo más que pueda de ese hombre. Escucha como un carro acelera detrás de ella y el pánico y la adrenalina se apoderan de ella.

Sale corriendo sin ver hacia ningún lado sin importarle nada, solo corre hasta que sus piernas le arden por el ejercicio. Así que se detiene en callejón de aspecto mugriento y obscuro, respirando con dificultad.

Ya no escucha el sonido del motor ni de ningún auto, de hecho la calle esta peculiarmente callada; así que decide sacar su teléfono y llamar a su madre, tratando de marcar lo más rápido que puede.

La luz del teléfono alumbra su cara y para asombro de Lya el del hombre rubio que está justo junto a ella.

Le respira en la nuca, y un escalofrió recorre su cuerpo.

─ Te dije que vendrás conmigo.- susurra mientras la toma por la cintura.

Lya forcejea, pero el hombre es mucho más fuerte que ella, lo único que puede hacer es gritar así que deja salir un grito desesperado, pero en vano. 

Secuestro de Media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora