Capitulo 18

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― ¿Y qué hacemos?

― Nada, obviamente―. Responde la chica irritada

― ¿Acaso piensan quedarse a esperar aquí, mientras nuestros compañeros mueren? ― Lya no había pensado en Fernando en todo aquel tiempo, pero ahora que lo hacia la embargaba un sentimiento de culpa― ¿Cómo había sido tan tonta?

El sonido ahogado de un llanto rompió el silencio, todos quedaron inmóviles ante aquella muestra de dolor. Lya sin pensarlo abrió la puerta de golpe y miro a ambos lados para ver de dónde provenía el llanto. Lya salió sigilosamente.

― ¿Oye que haces? ―pregunta el muchacho susurrando.

―Quiero ver quién es.

―No es seguro.

― ¡Tampoco es seguro que ella este ahí afuera! ―algo le decía que era una muchacha; sin esperar más comenzó a caminar despacio tratando de hacer el menor ruido posible, a cada paso el sonido era mas cercano y mas claro, cruzo la esquina y ahí estaba; una joven yacía tirada en el suelo junto al cadáver de un muchacho que reposaba en un charco de sangre. Con un brazo lo sostenía sobre su cuerpo y con la otra le acariciaba el pelo suavemente.

Lya se acerco lentamente sin poder asimilar la escena, la joven apenas se percató de su presencia.

― Oye, estas bien―. Pregunta Lya en voz baja.

La joven solo se limito a negar con la cabeza.

― ¿Lo conocías? ―que pregunta tan absurda, inmediatamente trato de enmendar el error. ― Digo, ¿era importante?

Tras una pausa prolongada la chica se seco los ojos y por primera vez levanto la vista; sus ojos estaban rojos además de tener cortado el labio.

―Si, era mi novio...―responde entre sollozos―Hoy cumplíamos dos años de serlo.

A Lya se le hizo un nudo en la garganta, aquella situación la abrumaba cada vez más.

―Lo...siento―. El silencio era absoluto, para Lya aquello no era bueno. ―No es seguro que estés aquí, debemos ponernos a salvo.

―No, no pienso moverme de aquí.

―Vaya, vaya. Miren lo que tenemos aquí―. Dice un hombre al inicio del pasillo. ―No es bueno que dos gatitas estén solas.

Lya se puso en pie de un salto.

―No te asustes chiquita―. Responde con una sonrisa malévola

― ¡No me digas así!

Una sonrisa se asomo por sus labios mientras sacaba una pistola de su pantalón y apretaba el gatillo; Lya sintió como la bala paso junto a su oreja mientras se pega a la pared y escucha el grito de la chica mientras aprieta entre sus brazos al chico.

― ¡Vamos corre!

― ¡No, no lo dejare!

Lya tira del brazo de la chica con fuerza. Otro disparo y la chica se desploma en el suelo, los ojos de Lya comienzan a llenarse de lágrimas mientras corre frenética por su vida.

¡La biblioteca! ―. Pensó, ese era su objetivo inicial y tenia que aprovechar la oportunidad. Corrió por los pasillos que la conducían a la biblioteca lo más rápido que sus piernas se lo permitieron; a medida que avanzaba era obvio que la destrucción no había llegado hasta allí. No entendía porque no se habían interesado en esa área si era así sus suposiciones estaban mal.

Paro para tomar aire antes de entrar en la biblioteca.

― ¡Es ella!

Lya solo tuvo tiempo de ver como la bibliotecaria la miraba con cara de horror mientras era empujada por una fuerza misteriosa la empujara hacia atrás bruscamente haciendo que su cabeza impactara contra el suelo, dejándola inmóvil, solo podía escuchar los gritos y el estruendo de las libreras haciéndose añicos.

Secuestro de Media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora