Capitulo 23: Un encuentro inesperado

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La madre de Lya tocaba la puerta de la habitación suavemente. Lya aún seguía dormida, así que su madre abrió la puerta suavemente y entro sigilosamente para esperar el momento en que despertara, no quería alargar más aquel asunto.

Lya soltó un grito de miedo al despertar y ver la sombra de su madre a un lado de la cama.

― ¿¡Qué haces!? ―pregunta mientras se sienta en la cama y se despereza.

― Nada hija, no sé porque reaccionas así, solo te veía dormir.

― ¿Acaso eso es normal?

― Si, lo es. Recuerda que soy tu madre―. Después de un breve silencio―Además quería hablar contigo sobre algo.

― ¿Y es necesario hacerlo cuando me acabo de despertar?

― Si, ya aplace esto demasiado―. dice nerviosa mientras saca de su bolsillo la nota arrugada y se la extiende a Lya.

Lya sintió como le hubieran vaciado una cubeta de agua fría, ya ni siquiera se acordaba de aquella nota. Lya se quedó sin palabras.

― ¿Y bien? Explícame.

― ¿Qué tiene de malo? Es solo una nota―. No podía evitar ponerse a la defensiva, no quería que su mamá se enterara en lo que estaba metida, ya había causado demasiados problemas.

― ¿Qué tiene de malo? Pues no es una nota normal, no entiendo porque deberías escribir eso, parece la nota de un psicópata; eso querida, es lo que tiene de malo. Con todo lo que ha venido sucediendo no puedo evitar pensar en le peligro que corres y como si no fuera suficiente aparece esta nota en las gradas sin explicación alguna ¿Cómo quieres que no me preocupe así, dime la escribiste tu? ―sus ojos comenzaron a llenarse de lágrimas.

― Tranquila mamá―. Aunque le preocupaba ver a su mama así de angustiada no quería que ella supiera algo, no quería causar más problemas, no le quedaba otra opción―. Es solo que en el club de periodismo hicimos un pequeño concurso para ver quien era el mejor escribiendo de diferentes situaciones, entonces yo escribí esta nota fingiendo ser un ladrón para darle más sentido a mi historia. Tranquila, por algún descuido la deje caer, no hay nada de qué preocuparse es un simple juego. Además, no crees que si un maniático me estuviera persiguiendo serias la primera en saberlo.

Nunca se había sentido tan mal, era la primera vez que le mentía a su mamá de esa forma, aunque no podía evitar sentir culpa era lo mejor para todos.

― ¿Estas segura de eso? ―Pregunta viéndola fijamente.

Lya sentía como si su mirada la atravesara, por lun momento quiso darse por vencida y contárselo todo, pero tuvo que ser fuerte―. Si mamá, no hay de qué preocuparse.

― Bueno, en ese caso espero que ganes ese mini concurso―. Se acerco para darle un beso en la frente―. Te quiero Lya, sabes que puedes contarme cualquier cosa.

― Gracias mamá―. Como si su culpa no fuera suficiente, tenia que decir precisamente eso, se sentía la persona más miserable de la tierra.

― Ya levántate, es bastante tarde.

Se quedo ahí tendida en la cama, pensando en lo que debería de hacer. Pero llego a la conclusión de que sería mejor dejar las cosas como estaban. El próximo paso era avisar a la policía acerca del posible ataque en le desfile que estaba a tan solo una semana de realizarse; así que se puso manos a la obra, se arregló lo más rápido que pudo, llamo a Karen y a Fernando para contarles todo lo que había sucedido. Se encontraba lista para salir, cuando alguien llamo a la puerta.

― Lya te buscan―. anuncio su mamá desde la planta baja.

Seguramente Karen paso a traerme para ir a la casa de Fernando (el cual era su punto de reunión). Bajo las gradas rápidamente y al abrir la puerta de topo con Anthony. Fue como si toda su emoción y alegría de extinguieran en un segundo.

― ¿Qué estás haciendo aquí? ―le espeto mientras sentía como se formaba un nudo en su garganta.

― Hola... ¿puedo pasar? ―contesta nervioso.

― Así es como piensas que todo se va a solucionar......no, no puedes pasar y será mejor que te alejes de aquí.

― No Lya, escucha necesito hablar contigo tengo que contarte cosas importantes...... pero no puedo hacerlo aquí afuera.

― ¿Por qué...?

― Entiende se que puede ser difícil no odiarme, pero quiero prevenirte―. Parecía cada vez más nervioso.

― Lya ¿todo está bien? ―pregunta su mamá desde adentro―. ¿Porque no dejas que entre? quizá quiera tomar algo.

Lya no podía negarse a eso.

― Esta vez te salvaste, entra pero que sea rápido.

Lya noto que al entrar se tranquilizó, aunque no del todo.

― Y bien dime, que es eso tan "importante" que debes decirme.

― Necesito hablar en privado.

Lya dudo un momento.

― Si eso asegura que te largaras de aquí lo antes posible―. murmura harta de aquella situación―mamá estaremos en el cuarto.

― Bueno y ¿qué es eso tan importante? ― pregunta mientras cierra la puerta tras de ella.

― Veras, se que te parece confuso todo esto y se que crees que soy un traidor o algo parecido....

― Mas que eso―. replica mientras se cruza de brazos.

Tras un profundo suspiro sigue.

― Creo que tendré que ir al grano....... el día del desfile en la tercera carrosa, habrá explosivos suficientes como para volar la calle entera, he estado en la mayoría de sus reuniones y debo de decirte que no es lo peor que tienen planeado. Pero ya que tienes prisa me basta con decirte eso, espero que te sirva para tu investigación―. Después de un momento de silencio se dirigió a la puerta― lo siento, por todo lo que has tenido que pasar―. Susurra al pasar junto a Lya.

― ¿Y crees que eso puede arreglarlo? ―el enojo lleno su cuerpo, no podía evitar echarle la culpa por todo lo que había pasado, aunque lo había querido por un tiempo ese sentimiento de afecto ya no existía―. ¿Acaso no tienes sentimientos? ¿Cómo puedes ser tan cínico y aparecer aquí fingiendo que nada paso? No creas que te perdonare por lo que me has hecho sufrir...ya te puedes ir.

― Escucha, no quiero tu perdón solo quiero que entiendas que no puedo hacer nada para solucionar todo esto, ¿acaso no crees que me duele? ¿acaso no crees que he llorado cada noche tratando de ocultar mi culpa y el miedo que me corroe...― las lagrimas comenzaron a salir en ambos mientras se miraban en silencio―. Perdón por quitarte tu tiempo, fue una mala idea venir.

Lya hubiera querido salir corriendo tras él y perdonarle todo pues en el fondo sabía que nada de eso era culpa de él, pero simplemente se quedo parada junto a la puerta viendo como bajaba las gradas a toda prisa antes de salir de la casa. Aunque quisiera no podía perdonarlo, no aún.

Tratando de ser fuerte se secó las lágrimas, respiro hondo y se puso en marcha a la casa de Fernando para contarles todo lo que había pasado.

Secuestro de Media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora