Capitulo 15: La Nota

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Lya caminaba tranquila hacia la esquina de la calle donde se reuniría con Karen para ir a la escuela, el clima era agradable tal vez el más agradable que Lya había sentido desde su llegada a la ciudad.

—¿Porque caminas tan tranquila? vienes tarde.

—Ya se es solo que el día me parece fantástico. — dice cerrando los ojos y dejando que el sol caliente su rostro.

—Fernando te hablo verdad. — dice Karen sacándola de sus pensamientos.

—¿Qué?

—¿Porque otra razón estarías así de rara?

—Te lo acabo de decir: el clima.

—No mientas, dudo que el clima te haga tan feliz.

—Pues créelo, mis sentimientos nunca van a depender de un hombre.

Karen la observa atónita y luego sonríe.

—Bueno, ya lo veremos.

—¿Eso es una amenaza?

—Tal vez—dice haciendo una seña son los hombros.

De camino a la escuela siguieron con su pequeña discusión acerca de los sentimientos, aunque era obvio que Karen tenía la razón Lya se negaba a dejarse vencer. Al llegar a la escuela Lya se percato que Fernando estaba parado en la puerta de la escuela, "Lo que faltaba" pensó.

—Hola chicas pensé que no vendrían hoy, se dieron cuenta de la hora que es. — dice hablando  dirigiéndose a Lya.

Lya ve como Karen la observa con una gran sonrisa.

—Perdón chicos, pero tengo que correr a mi clase. — dice mientras camina hacia dentro.

Lya no pudo evitar un pequeño rubor.

Fernando acompaño a Lya a su clase mientras le comentaba el avance de la investigación; aunque Lya sabía que debía odiar a Karen no pudo hacerlo, aquellos pocos segundo que tardo esa caminata fueron los mejores que Lya había tenido en la escuela.

El día transcurrió con normalidad mientras Lya se trasladaba de una clase a otra igual que siempre; mientras Lya escribía sus pensamientos en la clase de historia para pasar el rato cada vez mas desesperada por salir y reunirse con los muchachos, algo la saco de sus pensamientos,  por la ventana del aula que daba al jardín vio de reojo como una melena negra pasaba por la ventana rápidamente seguida de otros dos sujetos vestidos de lo que parecían electricistas, Lya sabía que había visto esa melena en otro lugar así que sin pensarlo se levantó de su asiento y se dirigió a la ventana para tratar de observar a donde se dirigía pero sin éxito.

— Señorita Tremblay, ¿se puede saber que está haciendo? — dice el profesor Lucas levantando la voz.

Lya voltea rápidamente y ve como toda la clase tiene las miradas fijas en ella, siente como el calor sube a su rostro y se comienza a sonrojar.

—Nada, profesor. — dice volviendo a su asiento.

El timbre que marcaba el fin del día sonó y fue la primera en salir en busca de los demás. Poco a poco los integrantes del club de periodismo se fueron uniendo a Lya.

—Hola Lya. — dice Karen abrazándola. — ¿Qué tienes?

—Nada, es solo que la clase de historia me dejo con sueño. — responde tratando de parecer despreocupada.

—Bueno, vamos. — dice Karen a los demás.

— ¿Pero y Fernando? — no pudo evitar esa pregunta.

Karen la ve y sonríe.

— El ya se adelantó, al parecer tenia que hacer algunas cosas.

"¿Por qué siempre hace eso?" Pensó Lya.

De camino a la casa de Fernando todos conversaban alegremente sobre el día y sobre las tareas; aunque Lya no participo demasiado, sabia que aquel cabello lo había visto en algún otro lado, pero no lograba recordarlo y la abrumaba.

— ¿Qué es lo que piensas tanto? — pregunta Karen en voz baja.

—Nada, es solo que en la clase de historia vi pasar por la ventana, el cabello de una mujer y me pareció haberlo visto antes pero no puedo recordar de quien es.

—Oye, tranquila hay muchas mujeres en el mundo con el mismo tipo de cabello, además porque te afecta tanto un poco de pelo.

— Pues.... no lo sé, no me trae un buen sentimiento.

—Jajaja, seguramente salió en una pesadilla, ya deja de pensar en eso.

La reunión en la casa de Fernando transcurrió de manera normal, además de algunas miradas fugaces entre Fernando y Lya no salió de lo común, se concentraron en hablar sobre nueva información y nuevas posibles direcciones que podrían ser un punto de reunión de la banda, en realidad no era un gran avance y a Lya en realidad no le importaba no podía sacarse de la cabeza aquella imagen, que le producía un sentimiento de inseguridad. Decidió regresar a casa sola, no quería parecer grosera al no hablar mientras caminaba además necesitaba tiempo y espacio para recordar aquella imagen.

—Hola, Lya. — dice su madre alegre.

—Hola.

— ¿Estas bien? Te veo confundida.

—Si, es solo que me duele un poco la cabeza.

—Bueno, entonces tomate una pastilla y vete a dormir eso te ayudara.

—Si, gracias.

— ¿Tienes hambre?

—No, mamá solo quiero descansar.

—Esta bien, descansa. — dice acercándose y dándole un beso en la frente.

En realidad, si le había comenzado a doler la cabeza de tanto pensar, así que decidió no darle más vueltas al asunto, así que se acostó.


—Hola señorita, me gustaría que me acompañara.

— ¿Y porque tengo que hacerlo?

...........

—Que es lo que te sucede.

—Perdón.

—No quiero que pase otra vez, como se te ocurre..........

 Anthony

—Dijimos que lo cumpliríamos.


Lya se despierta sobresaltada, estaba sudando y sabia que quien era el cabello que había visto aquel día en la escuela. Una ráfaga de aire fresco acaricio su rostro, Lya voltea a ver de dónde provenía no recordaba haber dejado la ventana abierta. Se levanto y se dirigió a la venta.

—¿Seguro que es aquí?

Las voces de un par de hombres están acompañadas por el motor de un carro.

—Si, aquí es ¡apresúrate!

—No quiero cometer más errores.

Lya estaba paralizada, no sabía cómo reaccionar ¿Quiénes eran?

¡Clash!

El sonido del cristal rompiéndose estallo en los oídos de Lya, haciendo que se tirara al piso en una reacción espontánea, siente como el cristal cae sobre su espalda y como impacta contra el suelo.

¿Qué era aquello?

En su confusión Lya logra escuchar el sonido del auto alejándose a toda velocidad por la calle, Lya comienza a tantear en la oscuridad buscando la causa de todo aquello; su mano toco un bulto frío, duro y áspero sobre el cual parecía haber papel. La puerta de su habitación de abre de golpe y Lya arranca el papel de la roca y lo arruga en su mano rápidamente, estaba segura de que era otra nota.

—¡Lya estas bien! — gritan alterados sus padres mientras entran en la habitación.

—Eh... si — contesta aturdida.

No sabia porque, pero sabia que todo aquello no era una buena señal.

Secuestro de Media NocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora