4-El rencuentro

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Narrador obnipresente
Causando gran revuelo entra en el salón y todas las miradas se posan en la primera mujer en preparar y asistir a una fiesta de la mafia Romana.
Nadie la conocia, nadie sabía quien era y la verdad causaba mucha curiosidad.
Danilo, junto a sus socios y su gualdespaldas se encontraba sentado bebiendo vino, cuando la vio llegar, no pudo dejar ni un instante de mire su espalda, su bella espalda adornada por unas suaves mechas color rojo, toda la noche intento hablarle, conocerla, necesitaba saber quien era aquella mujer que le estaba robando su tranquilidad, su poder, su pasiencia, pero sobre todo, su atención.
Keyle hablo con muchas personas, se saco fotos para numerosas revistas y sobre todo evitó cualquier contacto visual con Danilo, el aun no podía verla, aun no podía saber la verdad.
Llegada la hora subió pasientemente y moviendo sus caderas de una forma muy sensual las escaleras posicionándose en la cima, que era donde ella merecía estar.
- Bienvenidos sean todos, esta noche están aquí para ser testigos de mi... belleza. Todos podrán ver mi rostro, pero no aun, tengan pasiencia, disfruten la noche y no olviden que yo soy una diosa, y a las diosas nadie las engaña.
Así se dio media vuelta y salió del salon y se dirigió a preparar personalmente la sala de juntas.
Danilo no daba crédito a sus oifos, esa voz era inconfundible, aun debía comprobarlo pero era como si estuviera escuchando a Leila Garcia, la dulce muchacha que el destrullo.
- Roberto, dime algo, estas seguro de que mataste a Leila ese dia.
- Por supuesto jefe, esa chica esta descansando en el infierno.
- Eso espero Roberto, eso espero.
Cuando Keyle salio nuevamente al salon, todas las miradas se posaron en ella y Danilo no podía seguir con la duda.
- señorita me consede esta piesa.- la tomo de la mano y al ver sus ojos quedo petrificado, era mucha coincidencia.
- Por supuesto. -él le tomo la mano y al sentir su contacto se estremeció de pies a cabeza.
El la tomo por la cintura y al sentir la suavidad de su espalda todos sus sentidos se activaron.
Comenzaron a bailar y ninguno despegó los ojos del otro, Keyle esta perdida en sus ojos y el, el no paraba de preguntarse que estaba sucediendo, era ella o no.
Bailaron en silencio y al acabar la cansion se separaron.
Danilo no podía dejar de pensar, de recordar a Leila, su voz, sus ojos, eran los mismos, o parecían los mismos. La voz de esta mujer era dura, la de Leila era dulce. Su mirada era fría y la de Leila era calida y transparente.
Keyle conversó con muchas personas y justo a las 12:00 desaparecio.

Narra Keyle
Es la hora.
- señores, gracias a todos por su pasiensia, para mi ha sido todo un honor pasar en sus compañías esta velada. Pero llego el momento de comenzar a trabajar. Por favor, cada uno diríjase a la sala de juntas allí los esperare.- una vez dichas estas palabras apague el intercomunicador, la presa ya se había retirado, así como las personas influyentes que no estaban relacionadas con la mafia.
Cada hombre iba entrando y se iban sentando en el asiento con su nombre, Danilo tomo asiento en un estremo de la gran mesa y yo tomaría asiento en el otro estremo.
Me quite la máscara que había mantenido oculto mi rostro durante toda la noche.
Una obra de arte, eso es en lo que se transformó la cara de Danilo cuando me vio entrar en aquella sala. Sus ojos irradiaba duda y yo solamente podía regodearme con la cara de cada uno de los presentes. Todos ellos me miraban con deseo, otros con odio, pero el, el me miraba con duda, miró a su gualdespaldas y este, levanto los hombros en signo de que no sabia lo que estába susediendo.
- caballeros, mucho gusto en conocerlos.
- Leila...- Susurro Danilo y todos los presentes lo miramos con incredulidad.
- Que dijo.
- tu, nombre, es... Leila.
- mucho gusto en conocerlo señor Lobateli.- Dije fria.- Lamento sacarlo de su error y me encantaría ser su amiga de nombre... como dijo.
- Leila.
- Pues eso. Mi nombre es Keyle Bolnard. Es un placer conocerlos a todos. Si gustan comencemos.
La junta para firmar los contratos y asi, tener nuevos socios a los cuales yo les serviria de proveedora transcurrio tranquila. Danilo no dejaba de mirarme y de analizar cada palabra que yo daba.
- Entonces, tu te quedas con las rutas norte y las marítimas y acambio nos entregas un cargamento de 10000g de la Fenix.
- No, señor Reyes, ese no es el trato. Yo quiero la ruta norte, la marítima, y la aeria, quiero que nadie mas las utilice, además quiero exclusividad, acambio yo te doy el primer cargamento de este mes. Ese es el más puro, ya que lo realizo yo misma.
- Pero,...
- Pero nada, yo no necesito desacerme de mi mercansia, yo puedo perfectamente seguir distribuyendola.
- vamos señorita. No olvidemos que usted necesita un exportador, sino toda esa mercansia se le va a quedar estancada. En Roma puede distribuir una gran cantidad pero el negocio esta en América y para eso necesita mis rutas.
- Lamento mucho decepsionarlo señor, pero se equivoca. Yo no necesito sus rutas, tengo las rutas del sur y las del este, tanto marítimas como aereas, exportó a América tres veces por semana y perdóneme que le diga pero aquí los interesados son todos ustedes, si quieren, mi mercansia eso tiene un presio, yo quiero las rutas nortes, pero no porque las neceseite, las quiero porque deseo con todas mis fuerzas tener el control de toda Roma. Aunque literalmente ya lo tengo.
- Lo que tú quieres es destronarme- esta vez hablo Danilo.
- destronarte, cariño, ya lo hice. Hace más de 3 años que soy la única proveedora de la Fenix, nadie tiene idea de como fabricarla, solo yo, ni siquiera mis empleados de más confianza tienen la formula.
- Eso no te convierte en la....
- No espera, ya soy la jefa, la dueñ a de la mafia romana, pero no se, las ansias de poder me calcomen, quiero el control de todas las rutas, solo me faltan dos, las de mi amigo el señor Reyes y las suyas.
-Nadie en esta sala tiene puñetera idea de como destronarme saben porque, porque yo soy La diosa. Piénselo señor Reyes, que prefiere, para mi no seria ningún problema dejar de proveerlo, si quiere ese cargamento dame tus rutas. Y señor Lobateli no se crea tan importante, usted era el rey de la mafia, pero a rey muerto, rey puesto y en este caso REINA.
- Buenas noches a todos y señor Reyes, aquí le dejo mi numero, me llama si cambia de idea.
Salí de alli con una sonrisa victoriosa en mi rostro, rapidamente, me monto en mi auto y en cuestión de minutos ya estoy en la comodidad de mi casa.
Entro a mi habitación y me despojó de mis zapatos y seguido de estos de mis joyas.
Cuando estaba a punto de quitarme mi vestido, el aire de la ventana que segundos antes estaba cerrada y ahora esta abierta, me azota la espalda, erizado mi piel y haciéndome estremecer.
- Bienvenido.- le digo a mi visitante.
- Sabias que vendria.- la verdad, lo imaginé.
- No, como iba yo a saber, pero bueno, toda persona que quiera visitarme es bienvenida- sigo aun sin voltearme, el sigue inmóvil,quieto, siento su agitada respiracion.
- Pues tus guardias no te quieren mucho porque fue sencillo sobornar a uno de ellos.
- Por algo será-el se acerca lentamente a mi y posa sus manos en mis caderas.
- Eres muy hermosa.
- Lo se.
- Te pareces mucho a una vieja amiga.
- Pues siento mucho no ser ella.
- porque lo sientes- esta vez, me habla bajito, cerca a mi oido, pero no logra hacerme temblar.
- Por que como dije, yo no soy su amiga, y créame que me gustaría haberlo conocido antes.
Me besa el hombró y yo estoy esperando pasientemente el momento indicado. Lentamente colocó mis manos en mi arma que se encuentra en la liga de mis panties.
- No se porque no te creo. Tu tienes su voz, sus ojos, su rostro, su olor.- Estas palabras las dice tomando mis caderas ya se cuales son sus inteciones.
- Pues no se por que yo no creo que halla sido su amiga, tal vez un viejo amor.
- Te asegura que solamente fue una amiga, aunque...- me da la vuelta y nuevamente como aquel día, en un giro rápido y sertera quedamos a punto de darnos un beso pero el para en seco cuando siente mi arma en sus pelotas.
- Nunca más en tu vida intentes besarme sis mi consentimiento, porque a esta amiguita mia no le gusta recibir invitados sin prebio aviso. - mis labios rosan con los suyos con cada palabra y nuestros ojos se pierden en el tiempo durante unos segundos, después lo suelto y me alejo de el.
Lo miro de frente guardando mi arma.
- Eres muy rapida.
- Más de lo que imaginas. Te lo voy a repetir, nunca más me vuelvas a tocar porque no respondo.- Mi voz suena fria, segura, el me mira y las dudas se disipan de sus ojos.
- tu no eres ella. Ella era dulce y aunque la voz es parecida, no es igual.
- Pues me da mucha alegría y satisfacción saber que ya notaste, que yo no soy, tu amiga, ni nada que no sea tu jefa.
- Mi jefa, jaja, estas muy jodida si te crees que a mi me podrás gobernar.
- Hay, la que se rie aqui soy yo, jaja, no te voy a gobernar, yo no soy una reina y esto no es una monarquia, pero algo si quiero que tengas presente, aquí la que manda soy yo y si no te gusta pues te vas.
- Sabes creí que eras una mujer pero veo que no eres mas que una niñata rica de mami y papi, que no tiene ni idea de la vida y que encima se hace la importante e intenta jugar ajedrez en la vida real y se cree la reina.
- Déjame sacarte de tu error- esta vez levante mi voz.- Yo no soy una niña mimada, se perfectamente bien lo que es la vida y ademas si, me encanta creerme que la vida es un juego pero en algo te equivocas. En ningún partido yo soy la reina, yo manejo a mi antojo todas las fichas, jugar, no me creo importante, lo soy, y por sobre todo yo no juego ajedrez yo acostumbro a jugar damas y le aseguro que soy la mejor.
Danilo estaba a punto de irse, cuando una voz, acaba con todo lo que me llevo cinco puñeteros años volverme lo que soy.
- Mami, mami tuve una pesadilla.- Aquella voz, hizo que mi expresión cambiara por completo, de fría a preocupada.
Danilo paro en seco, y un cuestión de segundos sus ojos se posaron en mi hija. Que indudablemente era muy parecida a el. Mi mayor tesoro, mi hija. Lo única que no tenía contemplado esta noche era que Danilo conociera a mi hija.
- Que haces aqui, mi vida.- deseperacion por la situación corrí a ella y la abrace.
- mami, puedo dormir contigo.
- Si mi vida, ve al baño, lávate la carita y sal, te espero.- Danilo observaba la escena detenidamente.
- Quien eres tu.- no, no, no, no, dios ayudame.
- Yo soy...
- Un señor muy maleducado que se colo en mi habitación. Pero ya se va. - intente evitar cualquier contacto entre ellos, el nunca debía saber que tenía una hija.
- Pero...
- Pero nada muñequita, obedeceme.
- Bien.- se dirigió al baño y cuando la puerta se cerró sentí que el alma me volvía al cuerpo.
- Es... muy hermosa.- Danilo seguía con la mirada perdida.
- Gracias. Ahora por favor te pido que te reserves el hecho de que tengo una hija y sobretodo tan pequeña. No quiero que su vida corra peligro.
- Vaya, tu pidiéndome un favor.
- Te aseguro que no es la primera vez que lo hago, yo no soy tan prepotente como para creer que no puedo pedir perdón o dar gracias. Ahora si eres tan amable, retirate.
- Nos vemos.
Así salio un segundo después salio mi hija del baño.
Las lágrimas salieron de mis ojos y yo la abrace casi hasta asficciarla. Tenía miedo, después de tantos años, nuevamente tenía miedo.

La culpa es del deseoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora