Cap 8

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–¿Podríamos tener más suerte? –bufó Justin en un susurro para sí mismo. 

Se sentía cansado, y no entendía exactamente qué era lo que sucedía. Sólo, que el bus se había descompuesto luego de diez horas de viaje con casi mil kilómetros de recorrido. 

Luego de empacar las cosas ante la precipitada idea de que viajarían a otro aeropuerto principal de ______(tp) para volver a Nueva York, Justin no hizo más que ponerse los auriculares y dormitar en el intento de relajación... pero lo malo, fue que esa 'relajación' no le ayudó en absoluto, poniéndolo más nervioso porque no se sentía descansado y el malhumor brotaba de su interior.

Ahora, estaban varados en medio de la ruta... solos. Porque ni un alma errante pasaba por allí. Solo se trataba de la luna, las estrellas y los miembros del Team. 

Justin, cansado, se sacó los auriculares mientras bostezaba y levantó su trasero del sillón a regañadientes. Estiró sus huesos y caminó por el pasillo hasta llegar a su "habitación". Sin más, recostó su cuerpo sobre el colchón y cerró los exhaustos ojos, para dormir.

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Cuando él se sintió completamente descansado, abrió el par de ojos mieles dejando a la vista el techo alfombrado. Bostezó por última vez para despertar sus sentidos, y se levantó de la cama sintiéndose malhumorado y algo irritado al recordar que seguían quietos.

Cuando ella sintió el chillón despertador anunciando las nueve de la mañana, ignorando la tentadora voz interior de su cabeza diciendo “5 minutos más”, estiró sus piernas mientras largaba un gran y largo suspiro al abrir sus oscuros ojos.

–¿Qué hora es, mamá? –A penas entró en la pequeña cocina del camión. Pattie estaba sentada en una butaca de madera tomando un té de manzanilla.

–Hola cariño. –Sonrió la pelinegra con dulzura. –Las nueve de la mañana. Todos están durmiendo.

–¿Seguimos quietos? –Su voz tranquila, ocultando la molestia que sentía.

–Lamentablemente. Pero vendrán a recogernos a las doce de la tarde, Justin. –Dijo.

–¿Doce de la tarde? ¿Qué? –por un segundo, abrió sus ojos como platos, sorprendido. 

Era Justin Bieber, y sus vacaciones empezaron así. De verdad se sentía irritado.

–Es lo único que conseguimos, hijo. –Respondió ella disculpándose con la mirada. 

Justin bufó y volvió a la habitación para tomar su Iphone, unos cuantos dólares de dinero, auriculares y la chaqueta marrón de cuero, para colgarla sobre sus hombros y adentrarlas en sus fornidos y atléticos brazos.

–¿A dónde vas? –con pasos decisivos y largos, Justin cruzó nuevamente la cocina donde seguía su madre.

–A ir a algún lugar, donde pueda encontrar a alguien que nos ayude. –Dijo con voz decisiva sin parar de caminar.

–¡Justin! ¿Estás loco? –atónita, se levantó de la silla, mirando como él abría la puerta principal dejando ver la calle desierta con algunas grietas y suciedad en el asfalto, junto con el pastizal a lo largo color verde y algunos árboles que eran reflejados brillantemente gracias al sol que se encontraba más caluroso que nunca. Y claro... estaba en una tierra desconocida, un lugar geográfico sobre el calor... completamente caluroso y cálido de temperaturas altas. Algo que no estaba acostumbrado.

–No... no lo estoy. Me servirá también para despejarme un rato... no hay paparazzis, es una buena opción.

–Justin, es peligroso... de verdad puede pasarte algo cariño. –Pero Justin ya estaba caminando por la ruta, fijando su mirada en el horizonte. 

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora