Cap 33

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Justin me estaba besando. 

Mi mejor amigo me estaba besando. 

Yo lo estaba besando. 

Los dos nos estábamos besando. 

Oh, estaba tan petrificada que no había respondido al beso, pero justo en el momento en el que él quiso separarse, lo empujé hacia mí fundiéndonos otra vez, en otro suave beso.

<<Que esto sea infinito, por favor>>.

¿Acaso esto era un sueño? ¿Cuántas beses soñé esto? Quizás, más de las que alguna vez lo pensé. Oh, santos caracoles. 

Entonces, reaccioné. 

¡Estaba besando a mi mejor amigo! 

–Espera… –jadeé en busca de aire, una vez que nos vimos obligados a separarnos.

Agradecí que él tenía la respiración agitada como la tenía yo. 

–¡¿Me besaste?! –chillamos los dos, al unísono. Lo miré a los ojos con la frente fruncida, y él igual. Un hipo salió de mi boca, interrumpiendo nuestro silencio. Entonces, empezamos a reír como tontos.

–¡Empezaste tú! –grité riendo. Otro hipo más.

–¡Pero seguiste tú! –respondió de la misma forma. 

Vaya que éramos estúpidos. 

–¡Katy tiene guampas! –exclamé entre risas, divertida. Él intentó ponerse serio por un minuto: no lo logró y empezó a reír de nuevo. 

–Oh, bueno, basta. –Dijo él intentando respirar, pero volvió a soltar un par de carcajadas al oír de nuevo mi hipo. 

–Está… bien… basta. –Jadeé. Él me miró sonriente, y clavó un beso en mi frente. 

–Eres tan tonta. 

–¡Oye! –grité ofendida. –¡Soy genial! –volví a gritar. Justin rodó los ojos. 

–No eres genial, porque no sabes besar muy bien todavía. –Abrí mi boca en una pequeña O, lo miré indignada y le pegué en la cabeza. 

–Era mi primer beso, imbécil. Lo robaste tú. –Respondí. Él sonrió con malicia. 

–También va a ser el último. No vas a tener novio hasta los cuarenta, ya lo sabes. 

Oh, odiaba cuando levantaba la ceja. ¡Por dios! ¡Hace cinco minutos me estaba besando, y ahora me dice que no tendré novio y que ese sería el único beso de mi vida! Quiero decir, no es que no quiera que él fuera mi primer beso, es que simplemente… no sé, tal vez me haya gustado. Pero sólo un poco… me gustó sólo un poquito, no mucho. No, no, no. 

–Como digas, papá –refunfuñé rodando los ojos. Pesadamente, me alejé de su regazo, sentándome en la otra punta del sillón, llevándome conmigo la manta y mi dignidad, aunque ni siquiera sabía qué sucedía para actuar así. 

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Desperté en la cómoda cama de Justin. Y quizás, anoche, Justin me trajo aquí porque me había dormido en el sofá.

Al girar la cabeza, vi que él todavía estaba dormido, sosteniendo mi cadera y chocando su pecho con mi espalda, respirando tranquilamente, con el cabello despeinado y brillando leves tonos dorados que irradiaban por la poca luz que entraba de la ventana. 

Internamente, me pregunté qué pasaría si seríamos novios, o estuviéramos casados, o en algún tipo de relación amorosa. Y al cerrar los ojos, luego de volver la cabeza a la almohada, empecé a imaginar cómo serían nuestros hijos, cómo actuarían todos al saberlo; yo con una panza gigante de embarazada; él vestido de smoking esperándome junto al atar. Estaba loca… definitivamente no tenía todos mis cabales normales. Es que… él es mi mejor amigo, es famoso, superestrella, y después estoy yo… que soy una chica normal, intentando ser más flaca que lo que soy, que es Belieber y que cumplió su sueño por arte de magia. ¡De suerte lo había conocido! Y soy tan… ordinaria, tan común, que nunca se enamoraría de mí. Eso es obvio. 

Suspiré intentando descartar esa estúpida opción. 

–¿Qué hora es? –preguntó un Justin somnoliento. Giré mi cabeza para observarlo, y una carcajada se me escapó al verlo. Estaba en completas evidencias de que recién se había despertado, mientras yo hace dos horas, me encontraba pensando y pensando. 

–Es domingo, y son las 1 del mediodía. –Dije. Él pestañó lentamente unos minutos en mi dirección, y se volvió a tirar en la almohada como una bolsa de papa. Reí entre dientes, e intenté zafarme de sus brazos… pero él no quiso y me apretó con más fuerza para atraerme a él. 

Rodé los ojos y suspiré. 

–¿Tienes danza hoy? –preguntó con su voz de: “recién me levanto, no jodas”. 

–Sí. A las 6 –Respondí, sin muchos ánimos. 

<<Necesito vacaciones>>. 

–Entonces durmamos. 

–No, ya estoy despierta… no puedo dormir. –Chillé. Él entreabrió los ojos para verme. 

Esperó, mirándome a los ojos por un momento.

–No me has contado que sucedió ayer… –dijo, sobresaltándome. 

Pensé un segundo qué decir; porque habían pasado tantas cosas en menos de 24 horas. 

Aclaré mi garganta y tosí falsamente.

–La vi a mi hermana –respondí guardando la calma; está bien… empezaríamos por lo más complicado. 

Justin abrió sus ojos por completo, y por un momento, sospeché que se despabiló como si le hubiera tirado un balde de agua fría. 

–¿Amanda? –dijo, reaccionando de la misma forma que reaccioné yo cuando la vi.

–¿Y sabes qué? –Pregunté retóricamente, haciendo una mueca –, está embarazada. Tenía una panza gigante de embarazada. 

–¿Y qué pasó?

–Estaba con… estaba con Jeremy, y estábamos en un parque, y… –me interrumpió.

–¿Quién mierda es Jeremy? Dudo que hayas salido con mi papá –bufó, quizás con celos, o quizás no. 

–Un amigo de danza, me invitó a ir a un parque, y bueno… –me encogí de hombros. Él respiró y exhalo, queriendo matarme. Levantó la mano y me hizo un gesto para que siga. –Ella estaba caminando sola… y me vio, y yo la vi, ¡pero yo no pensé que era ella! Estaba muy… muy distinta. –Fruncí el ceño, recordándola. –Sus pircings ya no estaban, y tenía una gigante panza de embarazada. 

<<–Eres un tonto… –reí. –Entonces… ¿ella te dijo que no, o que sí y te tiró la malteada? 

–Oh… es que, fue como que… –vi como sus ojos recorrieron el parque, en busca de palabras correctas para que él no quede como un imbécil. Volví a reír, y de sus labios, se levantó una pequeña sonrisa quedándose mirando unos metros más al costado de donde estaba yo. 

Entonces, volvió a hablar, cambiando de tema rotundamente:

–Esa chica es muy parecida a ti –por instinto, miré hacia donde él miraba. Fruncí el ceño, confundida. 

De verdad era parecida. 

Su cabello castaño caía por su espalda, completamente lacio; su perfil era una nariz pequeña y respingada, y su piel blanca pero bronceada. La única diferencia que tenía, además del cabello, era la gran panza que tenía… estaba embarazada. 

La chica al parecer sintió nuestra presencia, y volteó hacia ambos lados, y se detuvo tras ver nuestras miradas, mejor dicho… la mía. 

Entonces, ella paró de caminar, y quedó estática. Yo sentí que mi cuerpo se tensó, que todo se detuvo, que todos los sonidos provenientes de la naturaleza habían desaparecido por completo. 

Ella era Amanda… mi hermana>>.

–Le dije a Jeremy que me acerque a danza, donde supuestamente tenía que averiguar algo, y luego de insistirle que se vaya, él se fue y yo corrí hacia mi parque. 

Esperé unos segundos. Pero Justin quedó quieto, sin palabras.

–Entonces… ¿ella está aquí? –preguntó preocupado. 

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora