Cap 27

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Justin no me hablaba. Y ya habían pasado tres malditos días de una idiota “pelea”. 

Siendo honesta, no entendía por qué se había enojado. Él estaba acostumbrado a escucharme insultar a su novia, que en realidad no eran insultos por el simple hecho de que ella sí era una interesada y también puta; ¿entonces por qué se enojaba? ¿Ella era tan importante como para dejarme de hablar por unos días? Y aunque yo misma me encargué de llamarlo, él solo me contestó con monosílabos, y luego, me cortó dejándome en medio de la nada. Había perdido mi orgullo, para nada. Y desde ese momento, le mandé otros mensajes preguntándole que caracoles le pasaba. Pero no contestó. Llegue al punto de preguntarle a Pattie, su mamá, si él le había dicho algo, cuando ella enojada y furiosa con su hijo, me contestó que solamente le dijo que “_____metió la pata, y estoy cansado”. Cuando me fijé en las noticias de un estúpido y fastidioso programa de chimentos de E! News, las notas estaban en mayúsculas gigantes “JUSTIN BIEBER REBELDE”, hablando de que él había salido a varios clubes nocturnos con un tal Lil Twist, que consta que nunca en mi vida lo había visto. 

La noticia hablaba de Justin, que había ido a tomar algo al club. Todo iba bien, hasta que detrás de copa en copa, obviamente se emborrachó. Y eso resultó molesto para muchas fans, y algunos reporteros que siempre rectifican que una estrella del pop debería ser perfecta. Justin contestó en su twitter, luciendo enojado: “@adamlevine ¿no sería genial que te metas en tu vida?”

¿Se había emborrachado? ¿Quién era Lil Twist? Y eso era lo que me preocupaba; tenía miedo que me deje, que yo le deje de importar. Porque lo quería con todo mi corazón. Y me dolía la forma de ignorarme, o la forma de no interesarse en mí como nunca lo hizo. 

Pero a pesar de todo, no había tenido el tiempo suficiente de pensar demasiadas cosas; excepto a la hora de dormir. La verdad era, que el colegio y el teatro me estaban matando físicamente. Las pruebas me enloquecían, y la cercanía del estreno de la obra se acercaba rápidamente; todo era agotador y largo. 

Tomé entre mis manos el collar que colgaba de mi cuello. El regalo de Justin. Tenía la forma de una pluma; porque él decía que parecía la pluma de un ángel, y una linda ave; en sus plumitas, había piedras preciosas de distintos tonos azules y verdes, y unidas por oro gris. Lo amaba; era hermoso. Y la cadena, era también de oro gris. Cuando lo vi, hace unos días atrás, lo amé tanto que casi lloraba. 

Extrañaba a Justin. Y sólo habían pasado tres días.

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–Yo quiero un novio. –Escuché a Yaritza hablar con su típica emoción.

–Yo quiero que te calles, pero no todo se puede en la vida. –Le contestó su hermana, Hatzumy, fulminándola con la mirada. Yo me reí entre dientes.

–Yo quiero que dejen de pelear todo el día. –Dije yo, ambas me miraron, y Yaritza asintió con la cabeza numerables veces con tanta energía que me preguntaba de donde la sacaba; Hatzumy solo contorneó los ojos. –Y también que Justin me hable…

–¿Justin de nuevo? Niña, estás loca por ese chico. –Hat habló cansada. Yary le pegó en el brazo, y su hermana se encogió de hombros. Sonreí y negué con la cabeza.

–Es mi mejor amigo…

–No le hagas caso, _______, Hatzumy está loca. Y también histérica. 

–¿Le vino? –bromeé. Yary asintió con la cabeza.

–Al parecer…

–Tontas. –refunfuñó ella. Yary y yo, nos miramos sonrientes.

–¿De verdad que son hermanas? Son tan distintas. –Y tragué un pedazo de tomate de mi ensalada. 

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora