Cap 44

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A veces, no soy consciente del hecho que una persona ocasiona en mí. Nunca me doy cuenta de cuanto me falta alguien, hasta que ese alguien puede alejarse o enojarse hasta no hablarme. Y eso me vuelve loca, porque mi mayor temor era alejarlo de mí, por más de que sean solo días, o semanas, incluso sólo horas. Estaba harta de ocasionar discusiones entre nosotros, y esta pequeña reconciliación me hacia sonreír y devolver el brillo de mis ojos. Simplemente, era amor.

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Cuando llegamos al hotel, no me importo la cantidad de personas que había en la entrada, o el problema de tener que entrar por una entrada secreta al lujoso hotel del centro de Las Vegas. 

Justin no se despegó de mí en ningún momento, por suerte, como tampoco su imperdible sonrisa. Me miró justo cuando notó que yo lo hacía; y mi cara de embobada lo hizo reír. 

–Sabía que me extrañaste –dijo levantando una ceja. 

Reí. 

–No tanto como tú a mí, Drew. 

–Oh, no es mi culpa que seas tan irresistible –Levanto las manos con inocencia, haciéndome sonrojar –, es culpa de Lucia. 

Reí tontamente a la vez que negaba con la cabeza. 

Bajamos del auto y yo no pude evitar sentirme emocionada por verlos a todos.

Luego de una hora tomando un licuado en el bar del primer piso, Allison, mamá, Scooter, Fredo, Ryan, Christina, y los demás estaban en sus habitaciones correspondientes al hotel. Hoy era viernes y no había concierto, ya que los anteriores 5 días no pudieron descansar.

Me encontraba entrando a la desordenada habitación de Justin, junto con él.

–Casi me vuelves loco el otro día... –comentó mientras yo divisaba mi Instagram desde su celular, tranquila. 

–Lo sé. –Admití despreocupada. 

–Quería que vengas y estés conmigo. 

–Lo sé. 

–Luego, entendí que necesitabas tu tiempo también y no podría atarte... –dijo en un tono raro de voz. 

Asentí con la cabeza por tercera vez, sentándome en un sillón de su gran cuarto, lleno de desorden, como todas sus habitaciones. 

–Lo sé. 

–Y comprendí que odio que seas tan generosa y quieras ayudar a todos –admitió. 

–Lo s... –levante la vista del celular y lo miré con el ceño fruncido –. Espera... ¿qué? –sus ojos castaños me miraron desde lejos. 

–Ayudas a todo el mundo, ______, a pesar de que te hagan daño –aclaró. 

Juro que mi frente se arrugo aún más. 

–No ayudo a todo el mundo...

–Tu hermana no merece tu ayuda, y lo haces. Las gemelas, Christopher... 

–Ellos son importantes para mí, Justin –respondí calmada –. A Katy no la ayudo, por ejemplo. 

El fantasma de una sonrisa quiso adornar su rostro. 

–Bueno, casi todos –dijo, y finalmente, sonrió. 

Carraspeé la garganta, pareciendo pensativa. 

–Aunque, a fin de cuentas, puedo ayudarla en algo... –me interrumpió. 

–Mañana es su cumpleaños –dijo. 

Entonces, reí divertida, parándome del sillón de repente. 

–Debo comprarle un regalo, ¿me acompañas? –pregunté sonriendo. 

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora