Cap 20

166 5 0
                                    

Había despertado el martes, de un mal humor de los peores. Anoche me había costado más de lo normal, el lograr dormirme; y no podía coincidir con el sueño ni aunque haya contado mil doscientas treinta y seis vacas, porque las ovejas no iban conmigo. 

Estaba cansada. Necesitaba vacaciones. Y dudaba demasiado de tenerlas pronto.

La temporada alta de las funciones de danza iban apareciendo, en eso se sumaban los extra–ensayos torturadores y también los exámenes de fines de trimestre, ya que se cerraban a fines de mayo, pero aunque estábamos a fines –recién– de abril, necesitaban notas en toda las materias; y hasta ahora, estaba rogando con todo mi ser aprobar Biología, la peor materia del mundo.

Con apenas desayunar una manzana roja y un vaso de jugo de naranja, partí para el infierno: mejor conocido, colegio. 

No me dio tiempo de pensar en Justin, menos de revisar mi celular para ver si tenía alguna llamada o algo, pero todo negativo fue confirmado luego de revisar. Una parte de mí, –muy orgullosa–, estaba incapaz de sentirse mal al respecto; pero la otra, solo deseaba abrir en contactos y llamarlo aunque seguramente este en el estudio trabajando o durmiendo: estaba de vacaciones, pero seguía yendo para grabar canciones de su nuevo disco. Desgraciadamente, el orgullo mandaba a todas mis interacciones. 

–Quizás esté enojado… –murmuró Yaritza al contarles todo, con lujo de detalles. Hatzumy ni se inmutaba del tema.

–Justin esto… Justin lo otro, ¿pueden parar? –preguntó irritada Hat. Ambas la miramos frunciendo el ceño… pero sabíamos que tenía razón. 

–Perdón. –murmuramos al unísono, con su hermana. Entonces reímos las tres juntas.

–Ya… no importa. –dijo Hatzumy.

De repente, un chico de ojos cafés, morocho y piel blanca pero bronceada, apareció mirando por completo a las gemelas; pero se detuvo, sobre todo, en Hat que inmediatamente lo miró y se ruborizó por completo. El idiota del morocho, no despegó sus ojos de ella ni ella de él, mientras seguía caminando a zancadas grandes y masculinas; pero no vio venir una gran columna que tenía en frente… y claro, su cabeza fue la receptora de tal golpe. Nosotras empezamos a reír, sin incluir a Hatzumy, que cuando nos dimos cuenta, ya estaba entretenida ayudando al pobre enamoradizo.

Simplemente, nos dimos vuelta y caminamos a la puerta del salón.

{{}}

Cuando estaba saliendo, recibí un mensaje para nada deseable. 

“Te estoy esperando en la salida, Darling” –decía su mensaje… ‘Maniático niño’ titulaba cómo dueño del mismo, pero debería ser cambiado a ‘Idiota que cambia a su mejor amiga por la puta de su novia’… pero no entraba, ya lo había intentado, era muy largo. ¿Cómo podía ser tan desconsiderado y cara dura? ¿No se olvidó lo que me había hecho?

Perfecto estúpido.

“Lo siento… hoy me llevan” –mentí en el mensaje. En realidad, iba en subte.

“Sí claro… ¿Zac?” –supongo que se trataba de sus inútiles celos y de un poco de sarcasmo.

“Sí, perdón” –volví a mentir. Ese tal Zac, ni siquiera existía. 

Y no contestó.

Cuando finalmente tocó el timbre de salida, no dejé escapar el típico suspiro de tranquilidad, y caminé rápidamente hasta la salida, metiéndome en medio de mis compañeros mayores y aprovechando de la capucha de mi campera. Sólo esperaba que él se haya ido. Seguí caminando y funcionaba; pero llegó un punto, a la esquina de la calle, donde todos se distribuyeron para cualquier lado. Y quedé como estúpida parada en el mismo lugar, mirando para todos lados y escondiéndome, casi. Seguí caminando hasta qué…

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora