Cap 23

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Planeaba volver a casa caminando, o en autobús. Pero cuando recién iba haciendo unos pocos pasos sobre la cuadra del instituto, el sonido vagamente familiar de un costoso e innecesario coche apareció. 

<<Justin>>.

Miré como bajó su ventanilla polarizada, dejándome a la vista a mi mejor amigo con anteojos oscuros y una chaqueta de cuero. No lo culpaba, estábamos en primavera, pero el clima era frío e incómodo; aunque resultaba tonto tener un anteojo oscuro siendo las 10 pm y con un cielo completamente oscuro. Las calles también estarían de la misma forma, a no ser por los faroles con focos en las veredas. 

–Hola, Darling. –saludó. Parecía, nada más ni nada menos, de esos chicos rudos y malos de las novelas. Y, ¿para qué mentir? Me encantaba.

–Hola. –Saludé débilmente. Esforcé una sonrisa, pero no me sentía de ánimos reales para hacerlo. Los pies me dolían y el can can seguía lleno de sangre, dándome asco; contando que mi autoestima estaba bajo subsuelo, también.

Pude ver, como subía sus anteojos y la sonrisa sobradora desaparecía para reemplazarlo por una fina línea y su frente fruncida. Por mi lado, las lágrimas luchaban por no salir. Y agradecía que el clima este tan frío como para que mucha gente no rodee por las calles; y que los paparazzis todavía no aparezcan. 

–Vamos, sube. –Más que una afirmación, fue una orden. Y no desobedecí.

Rodeé el auto hasta llegar a la parte del copiloto. Me encogí en el lugar luego de colocarme el cinturón de seguridad, y evitar a toda costa la mirada penetrante de Justin, llena de interrogatorios que pronto saldrían de su boca. Para mi suerte, él no dijo nada, sólo dirigió la mirada a la carretera enfrente de él, y comenzó a conducir normalmente.

–¿Te sientes bien? –preguntó cuándo apenas introduje la llave en la cerradura. Había hecho mi mayor esfuerzo al caminar con ese tremendo dolor de pies; aunque él tuvo que ayudarme, pero siguió sin preguntar… hasta ahora.

<<Me siento tonta, horrible, humillada, dolorida, depresiva y sola, pero bueno, estoy…>

–Bien. Me siento bien. –contesté, siendo consciente de que mentía descaradamente; pero las ganas de llorar no se iban y el dolor del nudo de mi pecho y el de mis pies tampoco.

–_____... –me llamó. Entré a la casa y él seguidamente, para cerrarla; pero yo no volteé a verlo.

Sólo necesitaba ir al baño para derramar, aunque sea, una lágrima. 

Y eso intenté, casi corriendo. 

Pero no pude hacerlo. Justin me tomó del antebrazo y me obligó a voltear a verlo. De mis ojos salieron lágrimas prisioneras mientras que en los suyos, se mostraban comprensivos y brillantes.

–Te conozco lo suficiente. Eres mi mejor amiga. Es tu cumpleaños y no mereces llorar en el día que debería ser el mejor de tu vida. –Dijo, sin dejar de mirarme. Y no pude aguantarme: lloré con todo lo que tenía en mi interior, abrazando su cuerpo mientras él hacía lo mismo con el mío. No me importaba que su camiseta estuviera mojada, ni que estuviera llorando enfrente de él cuando siempre me mostré dura y fuerte. 

Sus caricias por mi pelo, me hacían sentir querida y como si por fin no estaba sola. 

–Justin… –susurré en un intento de hablar. Sólo había logrado llorar más fuerte y sostenerme más en su cuerpo.

–Shhh… –murmuró y sentía, que en cualquier momento él lloraría también. –Well did you know you're an angel? who forgot how to fly 

Did you know that it breaks my heart everytime to see you cry 

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora