Cap 37

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Está bien… debo admitirlo: estoy tan nerviosa como la primera vez que bailé sobre un escenario. O quizás más; pero al menos, todavía no había vomitado o llorado a pedido de mi sistema nervioso, y eso era relativamente bueno. 

Estaba a, exactamente, tres minutos de abrirse el telón y yo debía pararme en el medio del inmenso escenario… sola. Completamente sola. Viéndome más pequeña que lo normal. Y eso me asustaba demasiado; si bien, sabía que el teatro estaba lleno ahí fuera, y sería la primera vez que bailaría en un lugar tan inmenso, tan colmado de personas importantes como directores de ballet a lo largo del mundo, músicos famosos y bueno… mi pequeña familia. Era la primera vez que Justin, Pattie, Scooter, Mia, Yaritza y Hatzumy me verían bailar, sin embargo, mi mamá ya estaba acostumbrada, a no ser por el teatro, ya que yo nunca había bailado en un lugar así. 

Sentía la adrenalina correr por mi cuerpo; entonces, las manos de Helena impulsaron mi espalda, para dejar las bambalinas y adentrarme en el escenario acompañado con la escenografía y las luces, todavía con el telón cerrado. Respiré y exhalé; mi corazón latía casi saliendo de mi pecho. Me coloqué en posición; y justo en ese momento, el rojo telón se abrió; no tuve tiempo de pensar porque la música empezó a tocar. Era el momento de lucirme, y mostrarle a todos lo que sabía hacer. 

Quizás, estaba cumpliendo mi primera meta en la vida: “Ser una gran bailarina”.

Mis nervios seguían; pero mis pies también continuaban bailando. Yo sonreía con una sonrisa que sentía muy genuina, y al parecer, lo estaba disfrutando mucho, aunque hacia un gran esfuerzo en que no se noten mis molestos nervios. Entonces el baile terminó, y yo supe de que lo había hecho casi perfecto cuando los gritos y aplausos rodearon como eco en el teatro. Y aquí era donde empezaba la actuación.

Jeremy entró al escenario; sentí mi corazón bombear tan fuerte que planeaba subirse hasta la boca de mi estómago. Tendió una mano hacía mí, sonriendo cálidamente. La tomé con cariño, mirando a sus ojos maquillados levemente. 

–Déjate llevar… –susurró como siempre lo hacía cuando bailábamos juntos. 

Quizás… nuestros <<déjate llevar>> era muestra de cuánto nos gustábamos. Palabras que reemplazaban nuestros <<te quiero>>. 

Hice lo que dijo, sin quitar nuestra conexión de ojos en ningún momento; y pareció como si un brillo singular atravesó en sus ojos para quedarse allí, mientras me miraba. Oh, yo amaba ese brillo. Oh, yo amaba su gracia para bailar. 

La música terminó; pero no terminó sólo eso… mis labios terminaron en los de él, también. 

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–¡Oh, cariño! ¡Estuviste hermosa! –mi mamá me abrió sus brazos, estrechándome fuertemente. Supe que sus ojos derramaron algunas lágrimas porque su delineado estaba corrido.

Reí levemente, apretando nuestro agarre. Hundí mi cabeza en su cuello y lentamente nos separamos. 

Todos me saludaron como prácticamente lo había hecho mamá. Sólo faltaba Justin. 

Me miró a los ojos mientras su rostro estaba completamente serio; mi sonrisita no bastó para curvar su boca en una sonrisa, pero cuando menos lo pensé, rio en una carcajada hermosa, y me abrazó elevándome por los aires, donde empezó a girar sin importar toda la gente que nos miraba jugar como niños. 

–La mejor bailarina del mundo –dijo entre risas –, la más bonita de todas también. 

–Oh, niño –respondí cuando ya dejamos de girar. Me bajó al piso de repente, para sentirme más baja que lo normal.

NEVER SAY NEVERDonde viven las historias. Descúbrelo ahora